15.11.11

Una política regional para la Sociedad de la información: el caso de San Luis, Argentina/Susana Finquelievich en Revista Versión digital

En la SC la innovación es continua. La intensificación de los procesos de adopción, transformación, diseminación de innovaciones, y su posterior re transformación y superación, involucran el hecho de que el tiempo necesario para crear, implementar y comercializar nuevos productos se ha reducido considerablemente, así como han disminuido los ciclos de vida de los productos y procesos. Algunos autores llaman a esta nueva economía “la economía de la innovación perpetua”, en la que la participación de los actores en redes y sistemas resulta la mejor estrategia para las organizaciones y empresas, de cualquier tamaño y área de actividades que representen. El desarrollo y proliferación de estas redes es considerada la innovación organizacional más relevante asociado al nuevo paradigma tecnológico social y económico. En consecuencia, el desarrollo de la SC lleva a la construcción de la Sociedad de la Innovación (SI) o I-sociedad, como estrategia de re-producción, no de sí misma tal como es, sino de una sociedad cada vez mas renovada, avanzada, educadora, creativa e inclusiva.

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Para definir el rol del emprendedor-innovador en los procesos de innovación se cita a Joseph Schumpeter (1935), quien plantea que el emprendedor no es quien inventa un modelo o realiza un descubrimiento, sino aquel que lo lleva a una empresa, a la industria, o en un sentido más amplio, a la economía, para ser construido y difundido. Es quien conduce la innovación a su implementación y uso. Cuando alguien es un emprendedor, lo es porque implementa nuevas combinaciones, porque crea un contexto a partir del cual el marco de la intervención social se amplía y transforma.  Schumpeter se refiere al emprendedor-innovador como a un individuo. 

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Puestos ante una tecnología, son los usuarios los creadores de nuevos usos. Tuomi reafirma que la tecnología en uso se refiere al uso de tecnología con sentido; a su vez, el uso con sentido está enraizado en la práctica social. Por lo tanto, el uso con sentido de la tecnología es inherentemente social y relacionado con las prácticas sociales. Incrementar y optimizar el proceso de innovación necesita tanto del acceso social a los conocimientos, como a la capacidad de discriminar aquellos útiles para determinados procesos, aprehenderlos, acumularlos, almacenarlos, utilizarlos y difundirlos.