30.5.11

Felipe Sérvulo

PERCIBE la fina lluvia 
que vivifica 
y sacia la vieja memoria
de hojarascas y neblíes.

Así vienes tú: llegas a mí 
y asciendes por mis venas;
te conjuras en mi esencia solitaria
y tu boca despierta de besos,
florece mi desierto 
con cerezas y damascos.






El recreo/Valeria Meiller







Pliega las islas que crecieron en las letras.
El árbol de la familia es la invención de un alfabeto.
Una patada en el centro de la luz.
En el ombligo, las abuelas tejen lazos
los padres atan nudo.
Los hijos abren un tajo en el centro de la luz
y se arrojan adentro. El nacimento es un mantel
de sacrificio de una levedad purísima...
La frontera enhebra un nombre y una fecha
en cada niño. Así se habita lo natal.
En el término de un año, Era de Agua.
Inundación tras inundación.









Compartido por Valeria Cervero

En el camino a San Romano / André Breton



La poesía se hace en la cama como el amor
sus sábanas revueltas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques

Tiene el espacio que necesita
no éste sino no el que condicionan

el ojo del milano
el rocío sobre una cola de caballo
el recuerdo de una botella empañada sobre una bandeja de plata
un alto mástil de turmalina sobre el mar
en la ruta de la aventura mental
que asciende en picada
un alto en el camino que se enmaraña enseguida

Allí no se grita sobre los techos
No es conveniente dejar la puerta abierta
ni llamar a los testigos

los bancos de peces los cercos de jilgueros
los rieles a la entrada de una gran estación
los reflejos de las dos orillas
los surcos en el pan
las burbujas del arroyo
los días del calendario
la hierba de San Juan

el acto del amor y el acto de la poesía
son incompatibles
con la lectura del diario en voz alta

El sentido del rayo del sol
el resplandor azul que despiden los hachazos del leñador
el hilo del barrilete en forma de corazón o de cesta de pescar
el golpe rítmico de la cola de los castores
la eficacia del relámpago
el disparo desde lo alto de viejos peldaños
la avalancha

La sala de los prestigios
No señores no es la octava sala
ni los vapores del cuartel un domingo por la tarde

Las figuras de danza ejecutadas en transparencia sobre los charcos
El límite de un cuerpo de mujer trazado contra un muro por el lanzador de puñales
las volutas claras del humo
los bucles de tus cabellos
la curva de la esponja de Filipinas
el zigzag de la serpiente de coral
el avance de la hiedra en las ruinas
La poesía tiene todo el tiempo por delante

el abrazo poético como el abrazo carnal
mientras dura
prohíbe toda visión estrecha sobre la miseria del mundo.

Juan Antonio Vasco

La verdad es que el hombre sensato encuentra un buen sillón hasta en los bordes de una herida.

Hans-Jürgen Döpp/In praise of the backside




Our displaced desires point not to desire in general, but specifically to the desire for the satisfaction of life in our own body. Norman O. Brown, The resurrection of the body.

Sexuality is, at least, in its modern reduction to 'sex', a term too narrow to correctly describe the fullness and versatility of emotion, energies, and conections. Rudolf zur  Lippe.

The power of humans over nature simultanrously influenced the power over human nature. The "love-hate relationship with the body" is the basis of what we call "culture": Only culture views the body as a thing that one can possess, only in the context of culture did the body first diferentiate itself from the spirit -the epitome of power and authority- as an object, a dead thing, a 'corpus'. In man's devaluation of his own body, nature takes vengeance on man for reducing it to the level of an object of mastery, of raw material. Max Horkheimer/Th. W.Adorno, Dialektik der Aufklärung.

Our arses should be signs of peace. Wolfgang Amadeus Mozart.

Parkstone international, India: 2010

Este México triste/Juan Bautista Villaseca

Diurno para un regalo

Casi como un centavo
un muñequito tengo entre mis manos,
su risa está anudada como una flor.

Su corazón se lo dará una boca niña,
la vestirá la danza
de unos ojos llovidos de la brisa.

Su ombligo abierto me recuerda
al cinturón del alba con la vida.
Como en un baño de oro
está desnuda.
Como un cielo raptado
tiene inmóvil su cara.

Es una muñequita pobre,
casi como un centavo.
Tiene dos alas
porque en los niños
la luz se hace ángel o se hace mariposa...
es un centavo el que pondré en sus brazos.
Un centavo de pobre,
un centavo con alas.

Ditoria Hormiga (Colección del semáforo),  2010: México.

Características del pescado fresco/Recetario de pescados y mariscos

Color uniforme de la piel.

Agallas rojizas y de olor agradable.

Ojos brillantes, saltones y transparentes.

Cola firme que no se doble con facilidad.

Carne resistente al tacto; no deben quedar marcas al oprimirla con los dedos.

Escamas brillantes y pegadas a la piel.


La muerte de un burgués/Jerónimo Pimentel



FÍSICA

Estoy sentado en una silla
pero técnicamente estoy sentado en el vacío.
Puedo ver el color. El color es el sol disolviéndose
en el marco de mi ventana, la ventana misma,
los edificios de fondo que permiten la puesta.
Es extraño, como si unos pocos hitos clavados en tierra
bastasen para dibujar la ruta y forrarla de asfalto.
Si cierro los ojos me invade una constelación:
negro sobre blanco, blanco ondeado, polvo espacial.
Si hubiera nacido menos erguido sería un poeta
de paisajes oscuros, invisibles, y podría describir con detalle
el sentimiento exacto que embarga a un hombre
cuando Dios tensa sus fibras en el aire.
¿Figura el abismo en una paleta?
Lo que veo es una fracción de lo que creo.
De lo que creo sólo veo octavos, y oigo un octavo más,
y siento un último octavo que me permite tentar
una imagen eléctrica.
No hay puntos medios, sólo ceguera
más o menos desperdigada en el camino.
Pronto no habrá nada que podamos afirmar
y cualquier cosa que escojas será el centro del mundo.
No importará que le falte religión,
ni que sea una tontera atea más, de esas que el planeta
arroja, cada cierto tiempo, a los brazos de Caronte.
Cuando escojas habrás encontrado lo más importante:
una pista de despegue, un pétalo en la boca.

Album del Universo Bakteriano, 2010:Lima (Perú).

Kosmik tango/Beatriz Vignoli


Es el vacío central de nuestro vecindario, es más que su pulmón: es nuestro corazón, que late sin cesar de encarnar la utopía realizada contra toda evidencia de decadencia del presente. Ahora que un miedo irracional nos retira del espacio público y nos encierra cada vez más en nuestras casas, la plaza, a pesar de toda nuestra agarofobia (de nuestro literal terror al ágora), se yergue luminosa con su fresco traje verde y las joyas sonoras de los pájaros. Canto la plaza pese a mi cobardía, la veo en mi ventana y me saluda, a toda hora, con el siseo de seda de su fronda y sus aves. Plena en su límpido cielo de verano, está ahí y, a diferencia de todo lo demás, ella sí es quien sería: el paraíso recobrado, la tierra prometida, la dicha en este mundo.

:e(m)r; 2009: El Rosario (Arg.).

Edgar Morales en Altas Maras



Carlos De León, Pedro Zock, Jorge Villaverde,
Luis Chabajay, Heriberto Chuak, Ciberiano García,
Héctor Escobero, Paulo Girón, todos
Putos muertos. Mi barrio es todo, Donde la muerte
me encuentre Yo la espero.

MATA-MATA, 2011:Guatemala.

29.5.11

La extranjera/Adrienne Rich



Mirando como antes he mirado, derecho al corazón
de la calle hasta el río
caminando por los ríos de las avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
viendo encenderse las luces en las torres
caminando como antes he caminado
como un hombre, como una mujer, en la ciudad
mi ira visionaria despejando mi vista
y las detalladas percepciones de misericordia
floreciendo de esa ira

si al entrar en un cuarto desde la aguda luz brumosa
los oigo hablar un idioma muerto
si preguntan mi identidad
¿qué puedo decir sino que
soy la andrógina?
yo soy la mente viva que no pueden describir
en su idioma muerto
el sustantivo perdido, el verbo que sobrevive
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas entre los
    párpados
del recién nacido

Siete poetas norteamericanas contemporáneas en
Material de lectura. Serie poesía moderna #16
Departamento de humanidades. UNAM
México

25.5.11

Bhaktivedanta VedaBase Network





Base de datos digital con textos como la Sri Upánishad, pasajes védicos, cantos sacros. Cada texto está organizado en: 1)apartados con la transliteración y la traducción intercalada a modo de glosario interactivo, 2) una subsecuente interpretación del texto. 

19.5.11

Militares latinoamericanos, buenos alumnos/Marcelo Colussi

Guatemala, octubre 2010

En Estados Unidos no hay golpes de Estado…
porque no hay embajada norteamericana.

En la antigüedad clásica del imperio griego la ciudad de Esparta fue legendaria por sus guerreros. Legendaria también era la forma en que también los mismos se preparaban: entre otras cosas, debían pasar un día entero sosteniendo el escudo en posición de defensa, sin moverse. Eso templaba el espíritu para la lucha. No hay dudas que el ejercicio en cuestión daba resultado. La capacidad de los espartanos en el combate —evidentemente, muy buenos alumnos— hasta el día de la fecha sigue siendo proverbial; a nadie se le ocurriría, por cierto, pedirle que filosofaran como sus vecinos los atenienses. Ellos no estudiaban para eso. Pero sí fueron un modelo de soldado abnegado, obediente y disciplinado. Dicho de otro modo: cada uno en lo suyo. Esparta en la guerra, Atenas en la filosofía y en las artes.

Los militares latinoamericanos, desde que existen los Estados nacionales por esta parte del mundo —no más de dos siglos— se han dedica do a su profesión, la guerra, claro está; pero en muy buena medida a un tipo de guerra bastante peculiar: las guerras civiles. En el transcurso del siglo xx hubo pocas guerras interestatales en la región; la función de las fuerzas armadas se vio dirigida básicamente a la represión; interna.

Como parte de la Guerra Fría (la tercera guerra mundial, como se la llamó), prácticamente todos los países del área latinoamericana vivieron guerras internas insurgentes y contrainsurgentes. Con distintas insurgentes modalidades —urbanas, campesinas, con mayor o menor involucramiento de la población civil— en urbanas, civil todo el subcontinente, entre las décadas de los 60 y los 80, tuvieron lugar feroces procesos de militarización. A la proclama revolucionaria siguieron invariablemente atroces respuestas represivas.

La respuesta contrarrevolucionaria la dieron los Estados nacionales a través de sus cuerpos armados, ejércitos fundamentalmente. Esto pone en evidencia dos cosas: por un lado ratifica qué son en verdad las maquinarias estatales («violencia de clase organizada», según la clásica definición leninista de 1917), a favor de qué proyecto se establecen y perpetúan (obviamente no es con el campo popular). Y por otrolado, desnuda la estructura de los poderes: los ejércitos reprimieron el proyecto revolucionario, pero ellos cumplieron su mandato; el real poder que usó la fuerza para seguir manteniendo sus privilegios no aparece en escena. Los militares —buenos alumnos— pusieron en práctica aquello que se les enseñó.


Hoy día, terminada la Guerra Fría y el «peligro comunista», dado que las sociedades fueron hondamente desmovilizadas como producto de la brutal represión ejercida, los cuerpos de seguridad retornaron a sus cuarteles. Incluso en los últimos años del siglo pasado y principios del actual, habiéndose tornado ya innecesarios los ejércitos para el mantenimiento de la «paz» interior —porque el trabajo de sofocamiento de la protesta estaba ya cumplido, claro— se iniciaron tibios procesos de revisión de las guerras internas, de sus excesos y abusos. Pero que, por supuesto, no pasaron de tibios. Los famosos Juicios de Nüremberg en la derrotada Alemania de postguerra fueron posibles porque los juzgadores ganaron incuestionablemente el conflicto; aquí las cosas no fueron así. ¿Quién ganó las guerras sucias de Latinoamérica? Los militares, buenos alumnos de los manuales estadounidenses, condujeron esas guerras; los verdaderos ganadores siguieron siempre con sus negocios, sin ensuciarse, sin mancharse las manos.

Pasadas las dictaduras militares, con distintas modalidades los países que sufrieron esos monstruosos conflictos armados internos iniciaron alguna suerte de ajuste de cuentas con su historia. Más allá de los resultados de esos procesos, desde el enjuiciamiento y condena a los comandantes argentinos (luego indultados) hasta la total impunidad y el retorno al poder por vía democrática en, por ejemplo, Bolivia o Guatemala, el común denominador ha sido y sigue siendo que los ejércitos contrainsurgentes cargan con todo el peso político y la reprobación social respecto a las guerras sucias transcurridas. De los verdaderos beneficiados se habla poco, o no se habla.

Sin ninguna duda, esas guerras fratricidas fueron sucias, de más está decirlo. La tortura, la desaparición forzada de personas, la violación sistemática de mujeres, el arrasamiento de poblaciones rurales enteras, constituyeron parte de las estrategias de guerra seguidas por todos los cuerpos militares. Hoy día, cuando pensamos en el fracaso de los proyectos revolucionarios de Latinoamérica de décadas pasadas, tenemos inmediatamente la imagen del verde olivo y las botas militares. Y un uniformado no es, precisamente, el primer amigo del ciudadano de a pie. Pero no para otra cosa que no fuera esa represión interna estuvieron preparados los ejércitos de la región. Su ejes fundamentales, bases de las guerras sucias, expresan claramente lo que se consideraba más necesario y efectivo para la «defensa de la patria»: 1) la clandestinidad/ilegalidad, que desdeña e ignora la ley y se oculta en la oscuridad y la impunidad bajo el amparo de los organismos de seguridad del Estado; 2) la construcción de un «enemigo interno», a partir de una moralidad estrecha que señala, denuncia y sanciona en un solo acto al opositor como fuente de todos los males, criminalizándolo y abriendo la posibilidad de su exterminio; y 3) la presión psicológica: que pretende «ganar los corazones y las mentes» de aquellos a quienes está violentando.

La doctrina militar de todos los ejércitos latinoamericanos no se elaboraba —ni se elabora hoy— en Latinoamérica: para eso estaba la Escuela de las Américas en Panamá, por años sede del Comando Sur de las fuerzas estadounidenses impartiendo sus clases. Los cuerpos castrenses del área —una vez más: buenos alumnos— han funcionado lisa y llanamente como ejércitos de ocupación; sus hipótesis de conflicto no eran las guerras contra otras potencias regionales sino el enemigo interno. Su estrategia, en definitiva, tenía como objetivo mantener aterrorizadas a las propias poblaciones. Esos soldados, preparados por Washington en su lógica de contención del avance comunista, adiestrados en las más despiadadas metodologías de guerra sucia, y bendecidos por los grupos de poder locales (¡ese es el punto clave!), en las pasadas intervenciones que tuvieron no hicieron sino cumplir con el papel para el que fueron educados. En otros términos: fueron excelentes estudiantes. En su preparación iba implícita una cuota de desconfianza perpetua en la democracia como forma de gobierno; su perspectiva es hacer de la sociedad civil un gran cuartel. Las dictaduras que barrieron el continente el siglo pasado no fueron sino eso, permitiendo a los grupos de poder (locales y con sede en Estados Unidos) hacer sus negocios sin interferencias. A ellos, en definitiva, no les afecta en nada si la sociedad civil es una base militar o no; al contrario, la militarización les da mayor tranquilidad.

Hoy día, reiteramos, esos buenos alumnos no han desaparecido, y la lección aprendida sigue en pie. Con un escenario distinto al de la Guerra Fría, el paisaje político-social de la región no se ha alterado en lo sustancial: las oligarquías vernáculas siguen haciendo sus negocios —agroexportación en buena medida— y Washington continúa siendo la gran potencia que mueve los hilos (haciendo los negocios más grandes). Las «democracias vigiladas» siguen (relativamente) de moda. Pero cuando ya no sirven para contener los reclamos populares, ahí aparecen nuevamente las fuerzas armadas, reinstalando el orden que se podría romper. Su convivencia con las democracias representativas es siempre precaria, inestable. Están apegadas al poder civil formal… mientras las cosas no se salgan de cauce. Si eso sucede, los buenos alumnos vuelven a actuar. Lo cual muestra que el poder real no está ni en las fuerzas armadas ni en las estructuras democráticas formales. Es decir: el poder duro siguen siendo los de siempre. Y los buenos alumnos cumplen con su tarea de defenderlo.

Si en relación a las guerras sucias de algunos años atrás debemos revisar el pasado y el papel de los represores, ello es importantísimo, sin dudas. Es más, es imprescindible: «los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo», se ha dicho con razón. El futuro se construye mirando el pasado; la basura no puede esconderse debajo de la alfombra porque inexorablemente, siempre, lo que se buscó esconder retorna. Pero revisar el pasado no debe ser sólo el juicio y castigo a los responsables directos de los crímenes infames que enlutaron las sociedades latinoamericanas las pasadas décadas, no debe ser sólo el castigo a los alumnos que hicieron su tarea. Las fuerzas armadas cumplieron sus funciones, como sus mismos comandantes se cansaron de repetir en cualquiera de los países donde condujeron las guerras internas, y no tuvieron nada de qué arrepentirse. Por supuesto que lo condenable es la extralimitación en que, como Estado, incurrieron estas fuerzas. El Estado no puede reprimir a su población, pero lo sucedido demuestra patéticamente de qué Estado hablamos. Es quimérico pensar que este aparato de Estado es de todos; las dictaduras militares lo demostraron. Cuando el andamiaje real del poder de las clases dominantes es tocado, ahí se desnuda el carácter del Estado, de las democracias parlamentarias. Y lo mismo sucedería en la «cuna de la democracia», los Estados Unidos, si la protesta popular se saliera de cauce.

Si se pide juicio y castigo a los responsables de los cientos de miles de muertos, desaparecidos, torturados y exiliados de los países latinoamericanos de nuestra historia reciente, si pedimos justicia para no olvidar la historia negra que se vivió, no debemos olvidar nunca que el enemigo no es el guardaespaldas del amo: sigue siendo el amo. Es decir: podemos pedirle que filosofe a un soldado espartano… pero él no está preparado para eso. Los buenos alumnos repiten la lección que estudiaron.

Las fuerzas armadas latinoamericanas siguen siendo el reaseguro de los poderes reales, de las oligarquías nacionales, de los capitales transnacionales invertidos en estas latitudes. En estos últimos años se les enseñó a respetar (formalmente) a los poderes civiles, es decir: a las administraciones políticas de turno —que, por supuesto, no son el poder real—. Y de buenos alumnos que son, en estas últimas dos décadas no ha habido golpes de Estado dirigidos por militares sublevados. Pero en todos los países de la región (salvo claramente Cuba, donde las cosas sí son distintas), las fuerzas armadas ahí siguen estando, siempre listas para «defender a la patria»; ahora, ya no de los ataques del «comunismo internacional» sino de otros nuevos peligros (así considerados, al menos, en las actuales hipótesis de conflicto: populismos radicales, narcotráfico, terrorismo internacional, movimientos sociales desbocados).

En estos últimos años vimos varios casos donde las fuerzas armadas vuelven a tener un protagonismo político importante, pero siempre con un perfil bajo que no desembocó en abiertos golpes castrenses a la institucionalidad democrática con la instauración final de un presidente militar de facto. De hecho, el papel de los cuerpos militares fue diverso en los distintos casos: fueron parte activa y principal en las crisis políticas en Haití (quitando al presidente Jean-Bertrand Aristide, en 2004) y en Honduras (derrocando al presidente Manuel Zelaya, en 2009), sacándolos físicamente de la escena incluso con la apariencia de crisis palaciegas. Tuvieron papeles más ambiguos en las situaciones de Bolivia en el 2008, o en el golpe contra el presidente venezolano Hugo Chávez en el 2002, o en la reciente asonada en Ecuador cuando la movilización policial contra el presidente Rafael Correa, jugando en estos casos el papel de espectadores/defensores de la legalidad y el apego a las constituciones.

En todo caso, como cuerpos con incidencia política, pueden llegar a ser defensores del orden democrático-parlamentario formal existente sin participar en forma abierta en golpes de Estado (como lo acaban de ser en Ecuador, o como lo fueron en Venezuela en el 2002, donde no se atrevieron a acometer contra los pueblos movilizados), pero hasta ahí llegan. Defensores de las causas populares, definitivamente no. Jamás se los prepara para eso, y de buenos alumnos que son, cumplen bien lo aprendido.

Si por allí encontramos militares que se salen de cauce y toman caminos más nacionalistas y antiimperialistas (con numerosos ejemplos en la historia latinoamericana del siglo xx, como Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Omar Torrijos en Panamá, Juan Velasco Alvarado en Perú, o el actual Hugo Chávez en Venezuela), o abiertamente contestatarios, llegando al caso de algunos que abrazan un camino socialista, llegando en algunos casos a formar movimientos armados marxistas (lo sucedido, por ejemplo, con algunos militares guatemaltecos como Marco Antonio Yon Sosa o Luis Turcios Lima), esos, definitivamente, no son buenos alumnos. Al contrario: saldrían reprobados.



Todo esto, entre otras cosas, nos debe dejar la convicción que mientras las armas sigan apuntando hacia los trabajadores, hacia los pobres y excluidos —como continúa pasando ahora— es muy difícil cuando no imposible cambiar algo de verdad en las estructuras de nuestras sociedades. Los militares, sin dudas, son los mejores alumnos que aprendieron la lección sobre cómo mantener «la casa en orden» (¿Para qué otra cosa están si no en nuestros países?) Si ahora los crueles y sangrientos golpes de Estado de décadas pasadas no están a la orden del día, es porque en la geoestrategia global de Washington eso se reemplazó por los llamados «golpes suaves» (lo de Honduras del año pasado, por ejemplo, o el intento recién sucedido en Ecuador), donde incluso se da el golpe «en defensa de la democracia».

Los cuerpos armados siguen siendo una pieza fundamental en el entramado de poder. A los buenos alumnos los profesores siempre los estiman, y cuando es necesario, les consiguen trabajo.



9.5.11

Storytelling is not just for campfires/NCM Phantom



Lástima que sea el marketing transnacional quien lo tiene tan claro y no todos los formadores de mentes que laboran en  nuestro país.

La revolución invisible/Debatepress.com


¿Qué sucedería si llevamos a cabo estas consignas?

Que los que tengan dinero en los bancos, lo saquen.
Que nadie vaya a trabajar.
Que no llevemos a nuestros hijos a las escuelas.
Que los universitarios no vayan a las facultades.
Que el mundo se detenga, no por un minuto, sino por todo el tiempo que sea necesario para mostrarle a esos gobernantes quién tiene la fuerza y el verdadero poder.


Total que a nosotros, pueblo, siempre nos quedará el trueque.

8.5.11

Phunk sobre la muerte de Osama Bin Laden

Muy Bien: 10 años sin hacer otra cosa, miles de soldados y civiles muertos o incapacitados de por vida, dos invasiones militares a países que siguen inmersos en la guerra civil, millones de dólares en industria militar... y cientos de células insurgentes operativas... y todo para atrapar a un anciano que vivía en una cueva...


¡Todo un éxito!



6.5.11

T'anyoro /Anca Stefana Nitulescu


t'anyoro...
entre risas y sonrisas
entre luna y sol
entre dos años
que vienen y se van
entre pinos y mar
t’anyoro
risas y sonrisas
entre nieves y lluvias
entre verde y azul
t’anyoro
entre tus besos
te añoro y no te recuerdo…

estás demasiado cerca

Lawrence Ferlinghetti en revista El Malpensante

De la poesía como arte insurgente
Lawrence Ferlinghetti
Traductor Paul Álvarez







Te estoy señalando entre las llamas.


El Polo Norte se ha movido de lugar.


El destino manifiesto no es más manifiesto.


La civilización se autodestruye.


Némesis está tocando a la puerta.


¿Para qué sirven los poetas en este tiempo?
¿Para qué se usa la poesía?


El estado del mundo reclama a la poesía que intervenga.

Si vas a ser poeta, crea obras que puedan responder al desafío de tiempos apocalípticos, aunque parezcas apocalíptico.

Seas Whitman, seas Poe, seas Mark Twain, seas Emily Dickinson o Edna St. Vincent, seas Neruda o Mayakovski o Pasolini, seas americano o no, tú puedes conquistar a los imperialistas con palabras.

Si vas a ser poeta, escribe periódicos llenos de vida. Sé un reportero del espacio exterior, enviando artículos a ese supremo editor que cree en el descubrimiento total y que no tolera la mierda.

Si vas a ser poeta, experimenta con todas las condiciones poéticas, quebrantos, gramáticas sensuales, religiones
enajenadas, corrientes paganas hablando en lenguas, bombástico discurso público, garabateos automáticos, percepciones surrealistas, flujos de conciencia, sonidos encontrados, desvaríos y delirios –para crear tu propio sistema límbico, tu propia voz subyacente, tu voz ur.

Si te haces llamar poeta, no te quedes ahí sentado. La poesía no es una ocupación sedentaria, no es un ejercicio de “tomar asiento”. Ponte de pie y provéela.

Extiende tu vista, una panorámica global por cada mirada. Expresa la vasta claridad del mundo, el sol que nos deja ver a todos, la luna que alarga sus sombras sobre nosotros, las fuentes tranquilas en los jardines, los sauces donde los mirlos cantan a escondidas, el atardecer cayendo sobre la corriente del río y las vastedades inmensas sobre el nivel del mar… el gran oleaje y el canto de la garza… Y las personas, las personas, sí, el mundo entero, comunicándose en lengua babilónica. Ponles voz a todas ellas.

Debes decidir si las voces de las aves son cantos de éxtasis o desesperación, así te darás cuenta si eres poeta lírico o trágico.

Si vas a ser poeta, encuentra una forma nueva para que los mortales habiten la tierra.

Si vas a ser poeta, inventa un lenguaje nuevo que cualquiera pueda comprender.

Si vas a ser poeta, habla de verdades nuevas que el mundo no pueda negar.

Si llegas a ser un gran poeta, procura transcribir la conciencia humana.

A través del arte, crea un orden en el caos de la vida.

Haz las nuevas noticias.

Escribe más allá de lo temporal.

Reinventa la idea de la verdad.

Reinventa la idea de la belleza.

Al amanecer, betún poético. Al anochecer, betún trágico.

Escucha el ceceo de las hojas y el susurro de la lluvia.

Pon tu oído en el suelo y escucha el movimiento de la tierra, la oleada del océano y los lamentos de animales que agonizan.

Concibe el amor más allá del sexo.

Cuestiona cada cosa y a cada quien, incluyendo a Sócrates, que lo cuestionó todo.

Cuestiona a “Dios” y a sus aliados en la tierra.

Sé subversivo, confronta constantemente la realidad y el statu quo.

Lucha por cambiar el mundo de tal manera que no haya más necesidad de ser divergente.

Inventa del hip hop y el rap tu camino hacia la liberación.

Intenta ser el cantante salvaje que se convierte en la mano derecha de un rey pacifista.

Repasa entre las vidas y escribe entre las líneas.

Tus poemas deben ser más que deseos comerciales para los corazones rotos.