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14.11.14

Alejandra Pizarnik / Diarios de juventud (fragmento)

...¡Amado Vallejo! ¡Mi adorado poeta triste! ¡Tú con tus huesos hambrientos y el pelo revuelto y la nuez anhelante y el torso partido y el sentir escabroso y la soledad y el sexo balbuceante y la soledad y el ojo vestido de gris y la soledad y el amado lloro de siempre y la soledad y los golpes fuertes de la vida y la soledad y yo no sé por qué de tanto daño de tanto golpe duro y malo de tanta soledad pendiente y la nada y horrendo y el mefistofélico bastón en quien no apoyarse y el bendito Dios que camina junto a ti y el terrible exilio de los eternos fugitivos, y las calientes lágrimas una más hasta la ecuación imposible y los dulces monos de Darwin agitando veinte dedos por cabeza y el tric- trac de los huesos pidiendo un trozo de pan en que sentarse y la soledad el llanto la angustia la nada y la soledad!!!! !!!! Amadísimo queridísimo César !!!! ¡¡Hasta cuando!! ¿¿Siempre?? Lloro.

7.9.14

Pauline Parker on Juliet Hulme

We spent a hectic night going through he Saints. It was wonderful! Heavenly! Beautiful! And ours! We felt satisfied indeed. We have now learned the peace of the thing called bliss; the joy of the thing called sin.

27.2.12

Manuel Mejia G.

Mañana me levantaré pluscuanperfectamentebien y me diré voy a hacerme un desayuno tan copioso como eloroquelerobaronloschapetonesalosmuiscas y cuando esté regando la leche bajaengrasayricaenpotasio en el cuenco del cereal, comenzará a temblar hasta que me de cuenta que no, nadadetembloresosueñosetéreos, es que simplemente me despertaré con unafluidezverbalnopropiaenmi. Tomaré un aspirina y tendré una videoconferencia con mi psiquiatra quien me ordenará internarme en mi frenocomio a mas tardar ayer y fueoeoserá en ese preciso momento, antecitos de ser disecado, en que me diodoyodaré cuenta que los aviones y los cohetes rusos que suben a la luna deberían ir más despacio y hacer menos ruido para no despertar a las golondrinas, porque las golondrinas, contrariamente a lo que opinan los otorrinolaringólogos, cuando están allá arriba se echan la siesta undíasiundíano.  

13.9.11

Cuaderno IV (enero de 1942-septiembre de 1945)/Albert Camus

Octubre
Los grandes bosques rojos bajo la lluvia, las praderas totalmente cubiertas de hojas amarillas, el olor de los ongos que se secan, los fugos de leña (las piñas reducidas a brasas fulguran como diamantes del infierno), el viento que gime alrededor de la casa, dónde encontrar un otoño tan convencional. Ahora los campesinos caminan un poco inclinados hacia adelante, contra el viento y la lluvia.
En la espesura otoñal, las hayas forman manchas de un amarillo oro o se aislan en el linde de los bosques como grandes nidos chorreantes de rubia mel.


*
Lo primero que debe aprender un escritor es el arte de trasladar lo que siente a lo que quiere hacer sentir. Las primeras veces lo logra por casualidad. Pero luego el talento tiene que sustituir a la casualidad. De modo que hay algo de azar en la raíz del genio.
*

Saint-Étienne
Sé lo que es el domingo para el pobre que trabaja. Sé sobre todo lo que es la noche del domingo. Y si pudiera dar sentido y rostro a lo que sé, podría convertir un domingo pobre en una obra de humanidad.

18.7.11

Diario de la transformación/Karina Maccio





Estoy determinada a no mirar atrás, a no leerme, a no pensar más que en escribir. Probablemente nada de esto valga la pena (para nadie que no sea yo). Quizás sea sólo una anticipación, una coartada. 

Yo fui, pero no sabía lo que estaba haciendo.




(...)

Me quedé pensando en la necesidad de hablar del tiempo, mejor dicho, del clima. Pero en realidad sucede que el clima condiciona tu tiempo y espacio. Jamás comprendí mejor la idea de “estación”. Como si fueras un tren que para en distintos escenarios: cada uno te provoca una reacción física inevitable, un reflejo. La ciudad está teñida de rojo acorazonado, pero aún lo blanco y gélido impera. De hecho, los autos, con su pasar, levantan la finísima, invisible, capa de hielo que recubre el asfalto, provocando así una continua nevisca que el viento arremolina. Parece casi una burla, un picadito fino que te sorprende y te humedece. Ése es otro factor importante: no siento humedad. Nunca pensé que esto me afectaría. El mundo entero parece coincidir en que los climas secos son mejores y más fáciles de llevar. En Buenos Aires vivimos diciendo Lo que mata es la humedad. Sin embargo, acá el agua es dura, se queda pegada en gotas, absolutamente formada, sin dignarse a mojar. Hay que trabajar la espuma, amasarla con el jabón, y mi carne se vuelve un tasajo apachurrado.