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2.9.14

Los indios de Palestina, por Gilles Deleuze y Elias SanbarPaquidermo

Fragmento de una conversación entre el filósofo francés Gilles Deleuze y el historiador palestino (y traductor de Mahmud Darwix al francés) Elias Sanbar. Se publicó en el diario Libération el 8-9 de mayo de 1982.
Gilles Deleuze. [...] Los palestinos no están en la situación de otros pueblos colonizados, sino que han sido evacuados, desterrados. Tú insistes, en el libro que estás preparando [Palestine 1948, l’expulsion], en la comparación con los pieles rojas. En el capitalismo se dan dos movimientos muy diferentes. A veces se trata de mantener a un pueblo en su territorio, hacerle trabajar, explotarlo para acumular un excedente: lo que suele llamarse una colonia; otras veces se trata de lo contrario, de vaciar un territorio de su pueblo para dar un salto adelante, aunque tenga que importarse mano de obra del extranjero. La historia del sionismo y de Israel, como la de América, tiene que ver con esto último: ¿cómo crear un vacío, cómo evacuar a un pueblo? [...]
Elias Sanbar. Somos unos expulsados peculiares porque no nos han desplazado a tierra extranjera sino hacia la prolongación de nuestro hogar. Se nos ha desplazado a tierra árabe, donde no solamente nadie piensa en que nos disolvamos sino que esta mera idea les parece una aberración. Me refiero, en este punto, a la inmensa hipocresía de algunas afirmaciones de Israel que reprochan al resto de los árabes el no habernos “integrado”, cosa que en el lenguaje israelí significa “hecho desaparecer”… Quienes nos han expulsado han comenzado súbitamente a preocuparse por cierto racismo árabe contra nosotros. ¿Significa esto que no debemos afrontar las contradicciones de ciertos países árabes? Desde luego que no, pero estos enfrentamientos no procedían en absoluto del hecho de que fuéramos árabes, eran casi inevitables porque éramos y somos una revolución armada. Somos algo así como los pieles rojas de los colonos judíos de Palestina. A sus ojos, nuestra única función consistiría en desaparecer. En este sentido, es cierto que la historia del establecimiento de Israel es una repetición del proceso que dio lugar al nacimiento de los Estados Unidos de América. [...]
El movimiento sionista no movilizó a la comunidad judía de Palestina en torno a la idea de que los palestinos iban a marcharse en algún momento, sino en torno a la idea de que el país estaba “vacío”. Desde luego, hubo algunos que, al llegar, constataron lo contrario y así lo escribieron. Pero el grueso de esta comunidad funcionaba teniendo en frente a unas personas a quienes frecuentaba a diario físicamente, pero como si no estuviesen allí. Esta ceguera no era física, nadie podía engañarse en primera instancia, todo el mundo sabía que aquel pueblo allí presente estaba “en trance de desaparición”, todo el mundo se daba cuenta también de que, para que esa desaparición pudiera llevarse a cabo, hacía falta funcionar desde el principio como si ya hubiese ocurrido, es decir, “no viendo” nunca la existencia de los otros, que sin embargo estaban más que presentes. Para tener éxito, el vaciamiento del territorio debía partir de una aniquilación “del otro” en la propia mente de los colonos.
Para alcanzar ese resultado, el movimiento sionista apostó fuerte a una visión racista que hacía del judaísmo la base misma de la expulsión, del rechazo del otro. Recibió una ayuda decisiva de las persecuciones europeas que, emprendidas por otros racistas, le permitían encontrar una confirmación de su propio enfoque.
Creemos, además, que el sionismo ha aprisionado a los judíos y los mantiene cautivos de esta visión que acabo de describir. Digo intencionadamente que les mantiene cautivos y no que les ha mantenido cautivos en cierto momento. Digo esto porque, pasado el holocausto, su punto de vista ha evolucionado y se ha convertido en un seudoprincipio “eterno” que exige que los judíos sean en todo lugar y en todo tiempo el Otro de las sociedades en que viven.
Ahora bien, no hay ningún pueblo, ninguna comunidad que pueda aspirar ―afortunadamente para ellos― a ocupar inmutablemente esta posición del “Otro” rechazado y maldito.
Hoy día, el Otro del Oriente Próximo es el árabe, el palestino. Y es a este Otro constantemente amenazado con desaparecer al que las potencias occidentales, derrochando hipocresía y cinismo, piden garantías. Por el contrario, somos nosotros quienes necesitamos garantías contra la locura de las autoridades militares israelíes. [...]
—————
Gilles Deleuze, Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995), traducción de José Luis Pardo, Valencia, Pre-Textos, 2007.



http://www.revistapaquidermo.com/archives/10755

5.7.12

Mauricio Wiesenthal sobre Alemania

 Walther von der Vogelweide:

Daz ich wände ez waere, was daz allez iht?
(Lo que siempre creí que había sido, ¿es algo?)

Goethe:

"He sido un hombre; lo que quiere decir que un luchador he sido"
"Puedo prometer ser sincero, pero no ser imparcial"

J.S. Bach
"Mi éxito es el sencillo resultado de mi aplicación; he tenido que trabajar"

Thomas Mann
"El alemán no llega a Dios más que por la destrucción del dogma y la angustia de la nada; no llega a la vida social más que atravesando los abismos de la soledad; no llega a la salud más que después de explorar hasta el fondo la enfermedad y la muerte."


Alpes alemanes


Alemania, sigue soportando el tópico de su historia romántica. Y, sin embargo, quizá paradójicamente, el ideal feliz del buen alemán no está en ese destino despiadado, en ese idealismo estridente. El verdadero genio alemán, su auténtico espíritu creador, es el hombre de vida serena. Thomas Mann le definiría como "genio reaccionario" o, en otras palabras, como ese espíritu lúcido y conservador que necesitan los pueblos idealistas para no perder de vista la realidad.


La genialidad de Goethe consiste en mantener la sensatez en medio de la esquizofrenia romántica. Jamás cae en la vulgaridad o en el aburrimiento burgués; su genio le salva de estas derrotas sin gloria. Pero él bordea todos estospeligros sin levantar histéricamente las alas, como un buen burgués capaz de llevar al día la administración de su negocio y de su vida. Ama, bebe y canta con aprovechamiento, sin desplantes, con ese sentido cálido y dulce de la vida  que en alemán se llama gemütlichkeit. El sueño de todo alemán es precisamente, llegar al fondo de las cosas, penetrar arriesgadamente en ese sustrato sólido y profundo (gründlich) que corre oculto bajo la superficie del mundo.

Baja Sajonia

¿Sería justo olvidar que los alemanes formaron un pueblo de artesanos antes de convertirse en psicólogos? En el idioma alemán existe una palabra que me parece todo un compendio de sabiduría: Beruf. Puede significar cosas muy diferentes y, sin embargo, sabiamente relacionadas entre sí: profesión, oficio, vocación, destino.... ¿Es posible que un hombre pueda salvarse trabajando su propia vida con el mismo primor que pone el artesano en sus obras?

Si los desplantes rebeldes del romanticismo tienen cierto éxito popular, se debe, sin duda, a que los jóvenes melancólicos del siglo XIX resucitan el recuerdo feliz de la Edad Media. Si las revoluciones modernas penetran en el corazón del proletariado, sus raíces podrían buscarse en las guerras campesinas del renacimiento o en las soflamas utópicas de Vater Jahn. Si Lutero se levanta contra la tradición romana lo hace en contra de una tradición más antigua: el cristianismo de los primeros apóstoles. si Lessing encabeza la polémica contra el teatro clásico afrancesado, reivindica modelos más antiguos: Shakespeare o el ]Laocoonte del Museo Vaticano. Si Herder o los hermanos Grimm se incorporan a la tempestad romántica, también recuperan el tesoro olvidado de la vieja literatura flolklórica. Y si Beethoven acomete una revolución formal en la música moderna, su fuente de inspiración son los tradicionales laender (bailes típicos) de la vieja Alemania. ¿Hay que recordar que los más grandes filósofos que ha dado el siglo pasado, desde Hegel a Marx, desde Spengler a Nietzsche, fueron alemanes?

La guerra destruyó muchos recuerdos del pasado. Las nuevas ciudades, frutos de la necesidad y de la urgencia, se desarrollaron como frías estructuras de acero y cemento; en el mejor de los casos, trazadas con la neutra corrección gramatical del telegrama. En el país dividido es difícil a veces, evocar la síntesis de la cultura tradicional. Pero la historia -eso que los psicólogos que no han leído a Herodoto llaman el subconsciente- permanece en el corazón de los alemanes.

Y Alemania, así como el laúd, el piano, el violín o el arpa, sólo vive cuando canta. La música es la afición más arraigada en el alma de este pueblo. Desde la época de los trovadores, cuando Neidhart von Reunthal o Walter vor der Vogelweide componían sus trovas de amor, hasta los diabólicos poemas de Richard Strauss, los alemanes han dado más genios melódicos que ningún otro país del planeta. El pueblo más modesto tiene su orquesta o su banda. No cabe duda de que el luteranismo compensó su desconfianza hacia la imagen con una extraordinaria aportación a la música.



Bach caminaba desde Arnstadt hasta Lúbeck para escuchar los conciertos de órgano de Dietrich Buxtehude. Porque el alemán, cuando se siente arrebatado por la pasión del conocimiento es capaz de llegar muy lejos. Para conseguir una plaza en la universidad, un humilde campesino de Winsen, llamado Eckermann, recorre en invierno cientos de kilómetros. Esa misma devoción por el saber le llevará, años más tarde, a convertirse en secretario de Goethe. Para penetrar en el corazón de áfrica, Heinrich Barth y Gustav Nachtigal se aventuran en el desierto. El silesiano Emin Pachá acaba con la paciencia de Stanley cuando, rodeado por un ejército enemigo, se dedica a clasificar las especies de lepidópteros más exóticas del Sudán.

El alemán es así: siente la tentación del extremo, del más allá, del infinito. Cuando se deja arrastrar por su exuberante vitalidad, piensa como Schlegel, que el fin de toda poesía es "den Gang und die Gesetze der vernünftig den'kenden": suprimir el curso y las leyes de la razón razonable para sumirnos de nuevo en la hermosa confusión de la fantasía. Con otras palabras lo había expresado también el loco Hölderlin, adelantándose a Nietzsche: "An das Gottliche glauben/Die allein, die es selber sind" (en lo divino creen solamente los que son divinos). Este arriscado sentimiento de la desmesura se expresa de formas muy diferentes: la ascención en solitario a la cumbre virginal del Nanga Parbat, la pintura de un cuadro abstracto, el preludio sobrecogedor del Oro del Rin, la canción insomne de Zaratustra...

Adivinando los riesgos humanos de este finísimo espíritu musical, el prudente Goethe exclama: "no corresponde al alemán dejarse llevar por el fiero movimiento, ni le conviene oscilar de un lado para otro". Con la misma serenidad crítica se expres Gottfried Keller: Alles Edle und Grosse ist einfacher Art (Todo lo noble y grande es sencillo por naturaleza).




Ediciones Castell: Barcelona.

Mauricio Wiesenthal sobre Rusia

Antes de la historia aparece siempre la profecía. Nada ocurre inesperadamente, por que sí. Y para cualquier pensador profundo, acostumbrado a interpretar los signos misteriosos de la vida, la filosofía del absurdo que niega rotundamente la lógica de nuestra existencia, es un recurso romántico, falaz e ingenuo. Las cosas ocurren con una justa fatalidad; porque hay hombres que las aman, las piensan, las anhelan o las fabrican.

Antes de que Rusia se organizase como nación o como estado, tuvo que haber un pueblo capaz de imaginarla. Por eso cuando Virgilio requiere explicar la fundación de Roma, recurre a la leyenda poética de Eneas imaginada por un antiguo cantor ciego. Y cuando los hebreos se constituyen como pueblo escriben en la Biblia la historia de Abraham, el patriarca que guiaba sus rebaños hacia una tierra prometida.

La inmensa Rusia, que se extiende entre dos continentes, como una gigantesca hembra que llevase en sus venas la sangre de todas las razas, y en sus pechos el agua de todos los ríos, no es la obra material de un zar ni de unos políticos, sino el sueño espiritual de un pueblo que tiene el alma desmesurada.

"La nación rusa -escribe Dostoievski- constituye un fenómeno extaordinario en la historia de toda la humanidad... Convenid con nosotros que el carácter ruso se diferencia radicalmente del europeo; que lo que principalmente descuella en él es la capacidad de síntesis, de conciliación de contrarios, de universalidad humana...".

Para comprender a Rusia hay que llevar en el alma ese ángel -que, a veces, puede convertirse en diablillo- de la inmensidad. ¿Existe algo más románticamente desmesurado que el alma rusa? ¿No es Mússorgski un visionario, y Balakirev un fanático, y Tolstoi un santo, y Dostoievski un profeta, y Púshkin un hombre universal?


Una vieja leyenda


Una vieja leyenda cuenta como el príncipe Vladimir decidió convertirse al cristianismo ortodoxo, considerando que el culto de la Iglesia Oriental era superior al de todas las demás religiones. antes de adoptar su resolución escuchó los consejos de los embajadores musulmantes de Bulgaria, de los católicos papistas alemanes, y de los rabinos judíos. Y como no encontrara diferencias éticas fundamentales entre los dogmas de todas estas religiones, determinó observar la liturgia propia de cada pueblo para analizar sus valores estéticos. Así envió a sus ministros a las mezquitas de Bulgaria, pero éstos regresaron contando que "habían visto cosas feas". Los envió también a una catedral alemana "donde no encontraron gran belleza". Y, finalmente, les rogó que se trasladaran a Santa Sofía de Constantinopla para asistir a los cultos bizantinos. La opinión de los consejeros fue esta vez unánime: "verdaderamente uno no sabe si está en la tierra o en el cielo. Porque Dios se encuentra allí presente". Y de esta forma, Vladimir se convirtió con su pueblo al dogma de la iglesia oriental, capaz de arrancar en el alma de los hombres tales extremos de entusiasmo y admiración.

Fotos de Rusia

El ruso es un hombre que no tiene fronteras en el alma, desbordado siempre por la nostalgia, la esperanza, la alegría y el dolor. con ese fermento vivo se creo el primer imperio eslavo. Las costas rusas son regadas por diez mares: el Caspio, el Negro, el Balcánico, el Blanco, el de Barents, el de Kara, el de Laptev, el de Siberia, el de Behring, el de Okhotsk y el de Japón. Cuando en las cosas del mar de Japún despunta el alba, en las orillas del Báltico se encienden los agónicos colores del ocaso. Cuando el sol calienta las playas del mar Negro, todavía soplan las ventiscas de hielo y nieve en el Ártico. De oro son las dunas del golfo de Finlandia, de esmeralda las aguas profundas del Baikal, de plata los ríos majestuosos de Siberia, de fuego las entrañas de Kamchatka...


Un país misterioso


Para los griegos de los tiempos de Herodóto, las tierras rusas eran ya la frontera de la sorpresa y de la mitología. En el país misterioso de los escitas descubren los viajeros antiguos la dimensión mágica e inesperada de la vida: los melanclenos, pueblo vestido de sombras; los hiperbóreos que viven en las nieves; los gelones que se nutren de vino... Y las viejas leyendas están todavía presentes en las tradiciones campesinas. Cualquier ruso conoce a la Baba Yaga, bruja de los bosques que habita en una cabaña edificada sobre una pata de gallina. ¿Y quién no ha visto dibujarse en las brumosas orillas del Volga a Vodianoi, o a cualquiera de los demonios de la niebla?

Baba Yaga

Los ríos tienen una importancia decisiva en la historia rusa. El Dnieper sería el centro de la Rusia Bizantina, el Volga de la Rusia asiática, azotada por los poéticos vientos de Oriente; y el Neva se convertiría, bajo Pedro el Grande, en la frontera de la Rusia europea.

La santa Rusia, como las Vírgenes trágicas, tiene el corazón desbordado en lágrimas. A través de una compleja red de canales la Moskova comunica con el Volga, y el Volga con el Don. Gracias a los ríos se fertilizan las famosas tierras negras, o chernozioms de las riberas del Oka y  del Don. Aprovechando los grandes cursos fluviales, la civilización se extendió de un continente a otro. El hierro de Kursk y los tejidos de Ivanovo llegaban a Vladimir en grandes barcazas.

Los primeros eslavos nómadas se establecieron a orillas de los ríos. Vivían organizados en comunas, dedicados a la agricultura, el pastoreo y el comercio: rindiendo culto a las fuerzas de la naturaleza. aun se celebra en toda Rusia, al despuntar el verano, la poética fiesta del Abedul, que tiene arcaicas reminiscencias eslavas. Cuando los abedules florecen en los prados y en las vegas, como muchachas engalanadas para su primer baile de amor, el pueblo celebra su promesa de la nueva recolección. A veces se encienden también hogueras y antorchas, como en todas las fiestas de San Juan. Las jóvenes buscan en los prados las diminutas florecillas del helecho, que tienen fuerza mágica si se recolectan en las sombras de la noche estival. Y en el parque moscovita de Izmáilovo los coros populares cantan "en el campo florecía el pequeño abedul."

Los eslavos orientales formaron la base étnica de Rusia; pero muy pronto, en el siglo IX, comenzaron a mezclarse con otros pueblos. Entre ellos se encontraban los varengos, vikingos del Báltico que acudieron a Rusia reclamados por los propios eslavo, y respondiendo a una petición redactada en estos desconcertantes términos: "Nuestra tierra es grande y rica; pero falta el orden. ¡Venid, sed nuestros príncipes y gobernadnos!"

La histórica ciudad de Vladimir fue capital antes que Moscú. aun conserva bellos restos de su esplendor, especialmente la catedral de la Asunción. en Vladimir residía el metropolitano de todas las Rusias, y en su catedral se coronaban los grandes príncipes.

Para penetrar más profundamente en el alma rusa hay que descender las aguas del Volga: una cuenca tan extensa como todo el continente europeo. Partiendo de la estación fluvial de Severny, en Moscú, los barcos se adentran en la inmensidad de Rusia. Aquí comienza la ruta de las ciudades santas y la ruta de los nombres sagrados de Rusia: los bosques de Kostroma, los pintorescos paisajes de Kinechma, donde residían los pintores rusos... Y en Volgograd, un canal abierto sobre el Don puede llevarnos directamente a la tierra legendaria de los cosacos.

Y a donde no llegan los ríos alcanza el tren: el Transiberiano atraviesa en nueve días y nueve noches la inmensa distancia que separa a Moscú de Vladivostok, la capital de Oriente. Ya no existen, naturalmente, los viejos wagons-tziganes que rodaban de Novossibirsk a Irkutsk al son de una música lánguida de violín, iluminados por una suave luz de cafetín romántico. Ya no existen tampoco los viejos wagons-églises donde los popes oficiaban sus barrocas ceremonias litúrgicas, ni los wagons-bains donde podían tomarse baños de vapor. La técnica ha progresado en nuestro siglo más que la poesía, y el "vagón-cine" o el "vagón-teléfono" viajan ahora con el romántico ferrocarril de Siberia. Pero -¡el Dios de la comodidad sea loado!- también los bravos usuarios del tren agradecen estos adelantos.


El hombre ruso tiene un alma hirviente, cimbreada por las contradicciones del poeta y por los mismos vientos vertiginosos que castigan al dulce abedul. A veces se siente hijo de la inmensidad, soldado de la estepa, viajero del infinito. Y en esos momentos comprende su historia, escribe la saga de "Guerra y paz", compone el "Boris Godunov", usurpa un trono, enuncia un nuevo postulado matemático y gana un campeonato de ajedrez. Pero en otros momentos, dolorido y humillado, vencido en su propia batalla, se refugia en el interior de su duchinka (la almita) y se siente pequeño como un niño.




"He tenido todo el día una sensación estúpida y triste. Hacia la noche este estado de ánimo se transformó en un deseo de caricias, de ternura. Como en mi infancia, hubiera deseado abrazarme a un ser querido y comprensivo, llorar de dulzura y ser consolado... Volverme pequeño y acercarme a mi madre, tal como la imagino. Sí, sí, a mi mamá, a la que nunca pude llamar así porque no hablaba aún cuando ella murió. Ella es mi más alta representación del amor puro, no del frío divino, sino del cálido amor terrestre, maternal... ¡mamá, álzame, mímame!... Todo esto es una locura, pero es verdad..." escribió Tolstoi en los últimos años de su vida, cuando ya ha experimentado todos los excesos de su apasionado temperamento.




Volga, Volga



"Acima do rio Volga, 1971 "Над Волгой ", 1971 г. Konstantin Vasilyev

Entre las más bellas condiciones del alma rusa hay que contar, sin duda, ésta de no avergonzarse de la ternura "He trabajado y he sufrido -decía el poeta-, y ahora tengo derecho a jugar con los niños." Uno puede ser un intelectual famoso en Leningrado, y disfrutar sin embargo una batalla de bolas de nieve con los muchachos del barrio; o cantar con los campesinos aquella dulce canción que dice: "cuando el corazón sangra sólo la casa no os engaña". Así es el pueblo ruso, apasionado hasta la utopía, sentimental y horareño, orgulloso y hospitalario para el extranjero, unas veces rebelde y otras sumiso hasta extremos incomprensibles para la mayoría de los europeos.


¡Humíllate, hombre soberbio!, 
¡y ante todo rompe tu soberbia! 
¡Humíllate, hombre de nada
y ante todo, pena sobre la tierra! 

Púshkin ha descrito en estos terribles versos una de las pasiones más geniales del pueblo ruso: soportar el sufrimiento como lección de sabiduría. "Si no hubiera sido francés me gustaría haber sido ruso -decía Balzac- Rusia es el único país donde la gente sabe obedecer." Y el impertinente Custine se asombraba de encontrar en 1839 a todo un pueblo sometido al capricho de sus gobernantes: "La obediencia es para los rusos un culto, una religión. Sólo en este pueblo pueden verse a los mártires en postura de adoración delante de sus verdugos".

Y sin embargo, el extremo contrario también es posible. "Es fácil -decía Lenin- comenzar la revolución en un país así. Es más fácil que levantar una pluma".


Humillados y ofendidos

Cimbreado por estas contradicciones el hombre ruso siente la vida con una dramática y honda sinceridad. Sumiso o disidente es siempre extremista. Y cuando se encandila como un pájaro libre con el espejuelo de sus exaltaciones sabe sin embargo que pagará con sufrimientos y dolores todos sus sueños de infinitud. "La quimérica esperanza de una vida ideal será expieada por el pueblo ruso en lagos de sangre", escribía Gorki.

Los historiadores olvidan frecuentemente que, bajo las vestiduras doradas de las horas estelares de un pueblo, se oculta la diminuta duchinka de los hombres que viven para cosas más pequeñas, y a veces, más bellas, que la inmortalidad de los monumentos. La historia de los zares corre por los pasillos iluminados de sus grandes palacios. Y en la hora alborotada y esperanzada de la Revolución de Octubre no todo es epopeya heroica y grandilocuente. "Los habitantes dormían apaciblemente -escribe Trotski- y no se habían enterado de que un poder sucedía a otro." Ese pueblo que duerme en su bucólica dacha campesina, que trabaja silenciosamente en los campos, que canta en las orillas del río, que medita calladamente asomado a los puentes del Neva sin saber cuando un poder sucede a otro, es también el pueblo ruso. "En el principio -escribe Ephim Doroch- era la tierra, y no es indiferente observar que, en nuestra lengua, la palabra tierra designa a la vez el suelo, el pueblo, el país y el mundo."


Revolución de octubre



En el principio era la tierra


Iván el Terrible fue el creador del Kremlin y el padre del Imperio Ruso. Supo reunir bajo su cetro a todos los pueblos eslavos, sometiéndolos hábilmente a los ideales que el zar representaba: la religión, la protección patriarcal y el poder. Para llevar adelante su proyecto unificador, otorgó el título de Patriarca a los metropolitanos de Rusia. Y se dice que cuando el embajador del Sacro Imperio Romano le ofreció el título de Rey de Rusia, Iván lo rechazó diciendo: "Nuestro poder procede de Dios, como el de nuestros antepasados, y no de ti".

Cuando su esposa, Anastasia Romanov murió, el zar entró en una especie de disparatado delirio. Sus extravagancias y crueldades desbordaron toda medida. Vistió a sus sayones con una cabeza de perro y una escoba, para significar que le servían como fieles chuchos y estaban dispuestos a barrerlo todo.

Para reafirmar su poder, Iván contrajo nuevo matrimonio con la princesa Zoe Paleóloga, sobrina del último emperador de Bizancio. Y así aquel pequeño y disparatado césar que reinaba en una fortaleza, quedaba automáticamente convertido en Zar de la Tercera Roma.

Esa heroica conciencia de "Tercera Roma" tendrá un peso decisivo sobre la historia moscovita. Todavía Dostoievski proclama su fe en este destino mesiánico. Y, sin embargo, como buen ruso, siente también el vértigo de las afirmaciones rotundas y, en "Los hermanos Karamásovi", hace exclamar a Dimitri: "no, el hombre es amplio, demasiado amplio. Yo lo hubiera reducido".

Una vez más los extremos: una capital recién nacida que ya se siente la Tercera Roma, un zar al que llaman Terrible, otro al que llamarán Pacífico... Pero Moscú se alimenta también de esas locuras; aunque luego, como el palurdo Dmitri, se encierre en su tierna pequeñez y se duerma como un niño sobre los pechos de su almita campesina. Aún en nuestros días, en la titánica y moderna capital del estado soviético, perviven algunos recuerdos deliciosos de aquella Moscú artesanal e ingenua. al menos así lo evocan los nombres: la calle de los Manteles Bordados, el Puente de los Herreros, el Parque de los Halconeros...

Mientras Iván gobernaba en el delirio, los muros del Kremlin se habían transformado en sólidos bastiones de piedra. Pero el terrible zar necesitaba darle a su pueblo un testimonio evidente de grandeza. ¿Adónde podía recurrir para importar artistas y técnicos que transformaran su palacio en la morada digna de un emperador? Sólo Italia, la patria de Leonardo y Bramante podía aportar esos genios.


Moscú


La política de Iván se había caracterizado por la expansión y la unidad. Esas dos fórmulas quedarían también cristalizadas en su ambiciosa Catedral del Poder. Rodeando al Kremlin de una sólida muralla de piedra roja, rematada por torres gigantescas, el zar plasmaba arquitectónicamente la imagen de su gobierno: pesado, grande y sólido como el poder autócrata. Las torres del Kremlin guardan muchos recuerdos de la historia de Rusia. El megalómano Boris Godunov, que usurpó la corona, pero no fue un gobernante tan malo como podrían considerarlo los aficionados a la ópera, mandó construir unas campanas gigantescas para el Kremlin. El carillón de la Torre del Salvador tocaba en las ceremonias solemnes el himno zarista; pero una de las primeras disposiciones de Lenin en 1918 fue sustituir ese motivo musical por las notas de la Internacional. Desde las torres del Kremlin observó Napoleón en 1812 el incendio de Moscú. Un pequeño oficial de su ejército, llamado Stendhal, declara, años más tarde, que aquel fue el único momento solemne de la aburrida campaña de Rusia.

Kremlin

El marqués de Custine, embajador en la corte de Nicolás I ha descrito en sus "Cartas de Rusia" una terrible imagen del Kremlin: "cárcel, palacio, santuario, bastión contra los invasores, bastilla contra la nación, sostén de los tiranos, prisión del pueblo". Ninguno de estos adjetivos sería capaz de impresionar a Dostoievski. El propio novelista nos ha dejado una deliciosa descripción proustiana de estos lugares, recordando sus paseos de infancia por la Plaza Roja de Moscú. Porque Kremlin ha pasado a la historia indisolublemente unido a la Plaza Roja. Para los rusos la palabra "rojo" equivale a bello; por eso cuando Iván el Terrible demolió las pequeñas construcciones que se habían ido diseminando por los muros del Kremlin, el pueblo denominó a esta gran plaza la "Plaza Roja" haciendo ya referencia a su extraordinaria belleza.

El corazón de Moscú quedaba así definitivamente constituído desde los tiempos de Iván el Terrible. A la Plaza Roja sólo le faltaba ya la gran pirámide rosa del mausoleo de Lenin, edificado modernamente por Stalin.

Ya no quedan apenas restos de aquella caótica y hermosa capital de Iván, ruidosa y desordenada como el hogar del viejo Karamasov. Las lujosas viviendas de los boyardos han desaparecido en la antigua calle Tverskaia. Ya no se escuchan sus voces embriagadas resonando en el fresco silencio de la noche oscura. Ya no ruedan sobre la calle las desvencijadas carretas que traen el trigo y el vino a los grandes terratenientes. Y en el histórico barrio de Zamoskvorechié, al otro lado de la ]Moskova, ya nadie recuerda dónde vivían los fieles soldados del zar.

El ilustrado Pedro el Grande, enemigo implacable de aquellos boyardos enriquecidos y analfabetos, trasladó la capital al norte y construyó la elegante San Petesburgo. "Todo ruso que contempla Moscú -ha escrito León Tolstoi- se siente en presencia de una madre; todo extranjero que la contempla, aunque no conzca su siginificado material, se siente impresionado por el carácter femenino de esta ciudad". Sin embargo, en los tiempos de Pedro. Moscú no es más que una ciudad de provincia, una madre abandonada o una princesa viuda. Habrá que esperar al siglo XIX para que la capital recobre su esplendor. "¡Heaquí Moscú -canta entusiasmado Pushkin- con sus blancas piedras, y, tan viejas, bajo el oro de sus cruces, las cúpulas que arden como brasas..." También Dostoievski recuerda los paseos dominicales por las basílicas del Kremlin, los desfiles procesionales, y las excursiones a las barracas del bulevar Novinski.


La catedral del Poder

En Moscú se extiende la presencia de Asia. Para sentir la proximidad de Europa debemos trasladarnos a Leningrado, la imperial San Petesburgo de los zares, la primera capital de la Revolución.

Hace poco más de 200 años San Petesburgo era -como nos recuerda Púshkin- un lugar brumoso y olvidado donde "el pescador solitario, triste hijo de una tierra pantanosa, lanzaba a las aguas su pobre aparejo".

Sin embargo, la poesía sobrevive a la historia en la ciudad de Dostoievski, Gogol y Púshikn. Porque éste es el reino encantado del hada Snegurachka, reina de las nieves que recorre las estepas en su troika adornada con piedras preciosas. A sus pies duerme el inmenso Ladoga, el lago más grande de Europa. En sus bosques crecen los viejos abetos que proporcionaron la madera para construir las más bellas iglesisas de Rusia, y sus cúpulas doradas. No sólo es la puerta de Europa, sino también el faro del norte; más allá comienzan las nieves y los puertos helados de Arkhangelsk o Murmansk. En Leningrado están enterrados los poetas; pero no muere la poesía.

Leningrado, como los mejores versos de Púshkin, nació de una pasión, de un amor trágico, que costó sangre y vidas humanas. Su fundador, Pedro el Grande, era un genio caprichoso y culto, enamorado del arte europeo, enamorado de los canales de Amsterdam y de la jardinería de Versalles. soñando en esa ciudad perfecta, el zar Pedro puso, el 16 de mayuo de 1603, la primera piedra de la fortaleza de Pedro y Pablo. Obra infausta y maldita, este castillo se convertiría en el terror de Rusia. En sus húmedas celdas, azotadas por la mano fría de la marea, serían encerrados Bakunin, Dostoievski y Pestel. El 23 de abril de 1860 la policía entra en el domicilio de dostoievski, a las cuatro de la madrugada. Por la tarde, el escritor ocupa ya su siniestra celda. "Tengo durante la noche sueños monstruosos -escribe a su hermano-. Me parece como si el suelo oscilase bajo mis pies, y me siento encerrado en una cabina de barco". El 22 de diciembre los condenados son conducidos a un patíbulo en la plaza Siémionovski, y asisten a un macabro espectáculo: "De repente vi que el cañón de los fusiles, colocados ya sobre la mejilla de los soldados del pelotón, se levantaba... Un ayuda de campo, saliendo de una calesa, se puso a leer en voz alta un papel que llevaba en la mano. Nos comunicaba que el emperador nos había concedido la gracia".


Fortaleza de Pedro y Pablo


En esta ciudad de perspectivas grandiosas y teatrales, la historia juega a veces a manifestarse en forma de farsa. El 7 de octubre de 1917 (7 de noviembre para el calendario ortodoxo), el presidente Kerenski, amenazado por los revolucionarios que han sitiado el Palacio de Invierno, se escapa disfrazado de mujer. Con esta pieza de ópera acaba en San Petesburgo la historia del ancien régime.


También Pedro el Grande amaba los disfraces. Mientras soldados y campesinos, diezmados por el paludismo y las fiebres, preparaban el asentamiento de la nueva capital imperial, el zar se movía entre los obreros para dar ejemplo, y trabajaba en la construcción de su palacete como albañil o tapicero. Cuando el primer navío sueco atracó al muelle de San Petesburgo, el propio monarca se ofreció como piloto al capitán del barco para guiarlo entre los bancos.

En la orilla derecha el zar mandó construir la basílica de Pedro y Pablo. Pero la movilidad de las aguas del Neva obligó a trasladar el centro de la capital a la orilla izquierda. El río fue el primer conspirador de Petesburgo. Y en 1721, el zar Pedro estuvo a punto de morir ahogado, en una inesperada crecida de las aguas que inundaron la naciente perspectiva Nevski, la gran avenida que sería el orgullo de la ciudad.

Pero el emperador era un hombre tenaz. Mandó traer de todos los rincones del imperio obreros para levantar su ciudad. Prohibió que en ningún otro lugar de rusia se levantasen edificios de piedra, obligando así a los arquitectos a establecerse en Petesburgo; y para asegurar la marcha del proyecto, ordenó que cuantos barcos atracasen a los muelles de la ciudad, aportasen un tributo de piedra o de ladrillo para contribuir a la construcción.

Ilustrado y déspota, el gran Pedro fundó el primer Museo de Historia Natural de Rusia, la Kunstkamera. Para atraer a los visitantes, el zar dispuso que feran agasajados con paté y vodka.

Su hija Elizabeth Petrovna heredaría de su padre el gusto por las artes y cierto temperamento extravagante. Fue la iniciadora del Museo del Ermitage, y mandó socavar un palacio en el hilo, donde reunía a sus invitados a la luz de candelabros decorados con piedras preciosas.


Leningrado


Pedro había dejado al morir una capital grandiosa, y "una flota que valía más que todos los santos íconos". Catalina la Grande dejaría a su muerte un museo que valía más que todas las flotas del mundo". Millones de obras de arte formaban la extraordinaria colección que reunió en el Ermitage: antigüedades clásicas, cerámicas asiáticas, tapices, armaduras... "Sólo los ratones y yo podemos admirar los fabulosos tesoros de mi Ermitage", decía la emperatriz con un humor digno de su amigo Voltaire. No faltan en este Museo, hoy enriquecido con las obras requisadas a sus antiguos propietarios, ninguna de las fiermas maestras de la pintura universal: Velázquez, Rembrandt, Rubens... Y para crear un marco apropiado a tanta riqueza artística, la zarina manda edificar lujosas estancias en su palacio, decoradas con una prodigiosa imaginación: árboloes de oro donde se mueven autómatas en forma de pavos reales que abren sus colas de zafiro y rubí; un salón de los Buhos, un museo de los Viejos Generales...


Museo Ermitage


Mientras los zares construían sus palacios de oro, la ciudad iba también creciendo en su aristocrático trazado. Los palacios se levantaban sobre los románticos canales o en las orillas del Neva.

Más de 600 puentes, rematados por toda la fauna de la zoología barroca, cruzan los ríos y canales de Leningrado. Pero el río por excelencia de la capital no es el Neva, sino la perspectiva Nevski, con su inagotable caudal humano que corre a lo largo de cuatro kilómetros y medio, hasta su desembocadura en el Lavra de Alejandro Nevski, donde están enterrados Dostoievski, Mússorgski, Thaikovski y el mariscal Suvorov, el vencedor de Napoleón.


La ciudad de Catalina

Leningrado rinde culto a la poesía, al arte, a la belleza. Sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, los responsables de la restauración han hecho una encomiable y prodigiosa labor. Se han reconstruído incluso los cabarets de la Petesburgo imperial.




Sí, la historia acaba siempre convirtiéndose en poesía. Magia de las noches blancas de junio, cuando el sol premanece vigilante sobre el claro horizonte. Milagro de las noches de invierno, cuando las luces de gas se reflejan sobre las calles heladas. Alegría de la primavera, cuando las aguas del Neva se rompen como flores de nieve. Silencio sagrado del otoño, cuando los primeros aires tímidos se pasean por la fachada de los palacios, por los canales dormidos, por las mansiones barrocas de la Moika, donde vivieron Púshkin y Essenin.

¿Quién puede decir que esta no sea la tierra de la inmensidad, la perspectiva de la desmesura? Ayer se llamó la Santa Rusia. Hoy es la Federación Rusa. Pero haceros explicar lo que entiende un ruso por federación y veréis que es algo muy próximo a la santidad.






Ediciones Castell: Barcelona.

18.3.12

Philosophy of memory/Susannah Kate Devitt

Have we become more depressed because we have stopped memorising?

Education from ancient greece to early 20th century was largely a process of memorisation. Students were expected to learn, remember and use a large variety of cultural materials to furnish their thoughts, words and actions. Once finished with studies, students would continue to have poetry, literature, theatre, religion and history to draw on, wherever they were, when ruminating on particular struggles through their lives. Take Shakespeare, woven throughout his dialogues are poetic and cultural references and yet he was writing for a largely illiterate audience. These references may have helped people challenge their unhelpful thoughts.

I want to look at two things have occurred in the west, in the late 20th century in terms of their impact on mental health [1]. The first is the trend in education to avoid memorisation and the second is the development and refinement of various cognitive behavioural therapies (CBT).

Since the education revolution of the 1970s, students in the west have largely stopped memorising. With the rise of the internet in the 1990s, this process has all but ceased, even for adults who were brought up believing that memorisation was an important aspect of living one's life. Advocates of the extended mind might say that access to the internet or books makes memorisation obsolete. But, think of driving one's car across town, or rock climbing or trying to cook a meal whilst managing anxiety and/or depression. When individuals are alone with their thoughts, when they cannot plug into the internet, or even when they can plug in, they can't necessarily bring to mind a reference or activity that would calm them, offer advice or solace to guide them back to a rational state of mind. Depressed people often turn to social applications such as FB to get help or to feel better, and can spend quite a deal of time there without any progress in their mental state at all. Even if a person does open a relevant page, they can find it difficult to concentrate or absorb external information in a psychopathic state of mind. I claim that the mnemonic structures found in religious texts, poetry and so forth used to form a buffer against one's own negative thoughts and no longer plays such a central role in people's daily mental health management. That is, there is something different about memorising and it could be the key to fixing depression. But, I'm not advocating a return to religion in order to get benefits.

I argue that the most important thing about memorising is that it makes it easier to resolve negative affect. When content is memorised it becomes effective self-talk, springing effortlessly to mind. Lack of energy, poor problem solving and reduced cognitive function are features of depression. I compare this process to learning self-defence by practising moves over and over again without threat, so that in the event of an actual attack, reactions are swift and effective. This leads me to CBT.

CBT is a set of methods of challenging unhelpful thoughts. It has been empirically shown [1] to have a large impact on "unipolar depression, generalized anxiety disorder, panic disorder with or without agoraphobia, social phobia, post traumatic stress disorder, and childhood depressive and anxiety disorders" [2]. The techniques are varied and have been refined over decades, but the principles are clear. What improves depression is when patients actively acknowledge distorted thoughts, challenge them and/or observe them to lessen their impact. The process is very intense, confronting and requires discipline and perseverance to carry out. Part of the effort involved is absorbing and retaining the various 'reframes' of negative thought patterns into realistic, positive, yet believable statements--i.e. memorising them. Patients must begin by quite laboriously writing out their thoughts and analysing them. But, with time and practise those new thought patterns become dominant and reflexive. They have been memorised and are accessible, even during an 'attack'.

Much of the effectiveness of CBT is due to the benefit of memorisation, a skill known for thousands of years, but perhaps only recently rediscovered.

[1] I focus on the west in this case. But, clearly depression exists in Asian cultures and they have a very strong focus on memorisation. I should be very clear then in stating that I do not mean that memorising anything will help depression. But, that using memorisation with CBT (or perhaps religious texts, poetry etc…) is the combination required to ease symptoms.

[2] Butler, A.C., Chapman, J.E., Forman, E.M., Beck, A.T. (2006) The empirical status of cognitive-behavioral therapy: A review of meta-analyses Clinical Psychology Review 26(1) 17-31.


*


Torture the Tool of Memory

In the recent Extended Mind debate, it can be easy to forget how long discussions of 'artificial' memory have been in existence. I don't normally quote great swathes of text, but this single sentence from 1200AD, expresses such a richness of content that I couldn't resist:


Three Capetian French scholars consulting an astrolabe, ca. AD 1200
I claim it as established that all books that have been written, or have existed in every region of the earth, all tools, records, inscriptions on wax tablets, epitaphs, all paintings, images, and sculptures; all crosses, of stone, iron, or wood set up at the intersections of two, three, or four roads, and those fixed on monastic houses, placed on top of churches, of houses of charity and bell towers; pillories, forks, gibbets, iron chains, and the swords of justice that are carried before princes for the sake of instilling fear; eye extractions, mutilations, and various tortures of bandits and forgers; all posts that are set up to mark out boundaries; all bell-peals, the clap of wooden tablets in Greek churches, the calls to prayer from the mosques of the Saracens; the blarings of horns and trumpets; all seals; the various dress and tokens of the religious and the dead; alphabets; the insignia of harbors, boats, travelers; inns, taverns, fisheries, nets, messengers, and various entertainers; knights' standards ,the insignia of arms, and armed men; Arabic numerals, astrolabes, clocks, and the seal on a papal bull; the marks and points on knucklebones, varieties of colors, memorial knots, supports for the feet, bandages for the fingers, the lead seals in the staves of penitents; the small notches that seneschals, administrators, and stewards make in sticks when they pay out or receive household expenses; the slaps that bishops give to adults during sacramental annointings; the blows given to boys to preserve the events of history in the memories; the nods and signals of lovers; the whispers of thieves; courteous gifts and small presents--all have been devised for the purpose of supporting the weakness of natural memory.
Boncompagno da Signa, "On Memory" in The Medieval Craft of Memoryedited by M. Carruthers and J.M. Ziolkowski. Philadelphia: University of Pennsylvania Press. p.111


I love the historical features of this account such as 'eye extractions'. We know that fear, pain and difficulty is more likely to cement long-term memories than mundane affairs. Still, it's rather shocking to consider torture as a tool of memory.

As I read this I think of Sterelny's account of how human civilization has shaped its environment to suit cognitive tasks larger than the mind of a single individual.

*

The Lethe River and the Value of Forgetting


The Waters of Lethe, Thomas Benjamin Kennington

...the river of Unmindfulness, whose water no vessel can hold; of this they were all obliged to drink a certain quantity, and those who were not saved by wisdom drank more than was necessary; and each one as he drank forgot all things. Plato


The Lethe River was one of the rivers of Hades* also known as the river of oblivion. The river functioned as a mind-wipe and was either positive or negative depending on what type of soul a person had. Heroes and virtuous folk drank from lethe on their way toElysium to be freed from the sorrows and suffering of a past life. Where as mediocre souls drank from the river Lethe as punishment so that they would not know who they were when they arrived to work, machine-like, for eternity in the Asphodel Meadows. Does this make forgetting a good or a bad thing? Wouldn't the heroes want to remember their feats of bravery and achievements even if it meant reflecting upon the hurt and difficulty of their lives? If total amnesia was great for heroes, why was it bad for regular souls? Did the heroes retain free will or some other attribute that enabled them to be fulfilled in their sojorn through the underworld?

Forgetting is generally frowned upon. We are told 'lest we forget' regarding World War I because remembering the actions of our ancestors is the right and respectful thing to do. Also, learning from the past is also a moral good in the sense that those who forget the past are doomed to repeat it and cyclical mistakes are bad. The aim of life is to learn, retain and react differently as our experiences build and our capacities change. A good person builds their goodness by learning from their errors, not by forgetting their past and repeating mistakes. Punishments such as prison must be remembered to act as a deterant against future crime.

However, forgetting is encouraged when reminiscing becomes too painful or disabiling. Those in broken love affairs re-write the narrative of their relationship to bolster their ego and reconcile the outcome. Modern society encourages us to forget inductive evidence for stereotypes and concentrate on only the person we meet as an individual.

At some level the value of memory ties in with the problem of evil. The problem of evil struggles to explain why a omnibenevalent, omniscient and omnipotent God could allow suffering. One answer is to claim that suffering builds character. One might respond that building character does not demand the degree of suffering inflicted upon the average person in one lifetime. In the same way, forgetting might be valuable in the sense that it can reduce suffering, just as offered by the river Lethe for heroes and the virtuous.
*Other rivers of Hades included: Acheron (river of woe), Cocytus (river of lamentation), Phlegethon (river of fire), Styx (river of unbreakable oath or hate).


*

Metaphorysics

This is a poetic response I wrote in 2003 to a piece fo writing called "Principia Metaphysica" by Colin McGinn. It is a bit 'in-jokey', so reading the original may make it more fun to read. On the other hand, it might work alone. I'm not sure. Comments and criticisms definately encouraged. BTW, Colin's website seems to be causing trouble at the moment.


1. Philosophical poetry is a neglected genre
A neglected beast is either shot or nursed to health.
It depends how much glue we need.
What potential is in this sick creature?
"The point of philosophy is to start with something so simple as not to seem worth stating, and to end with something so paradoxical that no one will believe it."
Ah Bertrand.
What is the point really? What do I really think?
I'm having a tingling sensation in my concept area-by turns painful and pleasant.

2. Philosophy is a game.
A family resemblance of rules, politics and scoring
Sometimes we run naked across the field with 'fuck you' scrawled on our buttocks.
Bluntness and crudity.
Either way, you'll want to transcend the audience and perform in the spectacle.
Are the successful philosophers the ones on the team?
Or did they just court the right metaphor?
She was the most beautiful metaphor in the kingdom, with her long flowing stream of mental images and divine aesthetic.
Compare the starving artist and the starving philosopher.
Does the latter get published posthumously?
The natural history of philosophical thought is not without interest.

3. Apparently 'Metaphysics is possible'.
Possible?-Possible to come to clarity?
The coyness of our concepts, their reticence
The maddening glimpse
The marvel is that one can come to a clearer view.
The law that can be spoken of
Is not the constant law;
The laws are empty, yet they cannot be exhausted by use.
Deep, laws are like the ancestor of the myriad creatures.
Blunt the sharpness;
Untangle the knots;
Soften the glare
Does this method create a vista or a shadow?
The imprecision of a formulation does not always count against it.
Is anyone under the blankets hoping the boogey man will go away?
Tomorrow morning you will wake up and cold argument will shine in through the window.
Natural laws constitute objects but not the logic of the world.
Do poems call the intellectual bluff?
You've gotta know when to hold 'em, know when to fold 'em, know when to walk away, know when to run.
Or will this yield a breakthrough into our own concepts?
If philosophy is chastening, then poetry must be a fragmented fertility dance.
Stogid, 'straight-laced' stuff. Here comes the humor.

4. A law walked into a bar and ordered a dirty martini, the bartender felt unnecessary.

5. Stream of consciousness, rough drafts.
Does the polish of submission strip away good brain excreta?
Or slough off the dead cells of ideas?
Will the nature of laws manifest through the inkblot?
Sail a different tack
Explore the third side of the triangle.
The concept of a disposition has proved a useful one to hide behind
Laws?-Well, they're merely dispositions to have certain effects
Mental states?-dispositions to behavior.
Philosophy is hiding behind things and failing to achieve what we want.
Is poetry a sort of desire to be open and frank about how little we know?
Or an attempt to confront our own ways to avoid really answering the questions.
It has never been settled what form an illuminating philosophical account should take.
A good account of a concept should make it seem vital-indispensable and alive.
Touching philosophical nerves.
Truth is a tedious view out the window, with clouds, trees and powerlines.
It is a soft scene with infinite detail, only the sparrow flying past takes our attention. Why?-It is alive, it's swoops, it changes.
Living things are stimulating like that. Are concepts?
We are short-attention span children: Where are the scene relief clowns and funny makeup?
Roll up! Roll up!
Coming soon, The Spectacular Isolated Particular!
It can be thrilling to gain insight into one's own concepts, strangely enough
Occam's razor should excite the senses.

6. Philosophical advance often consists in a slight change of emphasis:
The wind of analytic philosophy and the sun of poetry had a bet on who was the most powerful.
They saw reality standing on a hill wearing a metaphor on top of the laws of nature.
The wind and the sun agreed that whomever could get reality to give up her metaphor would be the most powerful.
Analytic philosophy blew and blew on reality and she wrapped the metaphor tighter and tighter around her.
Eventually the wind gave up and the sun of poetry began to shine. The warmth of the sun made reality want to take off all her metaphors and she revealed the laws of nature in all their glory.
Force versus suggestion?
The psychoanalysis of philosophical poetry: penis or breast?
Thrust out the bullet from the gun,
And kill this poor neglected creature?
Or clutch it tenderly to the bosom of thought,
And nurse it back to health?

7. Does metaphysics lend itself to this kind of writing?
Is there a seething ontology beneath metaphor?
We are great armchair explorers on a dangerous path of conceptual analysis.
Analytic philosophy traveling upon a conceptual desert.
Our camels parched and our hope shot to the wind.
Yet, like a turing machine we'll never stop our tedious recursion.
Unless you pick us up and give us another program.
Is that the point of poetry?--Think outside the box?
Don't look know, you've ordered that late-night self-help tape.
Climb inside your left hemisphere.
'You-too-can-tap-your-vast-unconscious-potential'.
Is philosophy a creative art?
A palette of metaphors set against the sunset of ideas.
There might be techniques to learn.
How to bring three dimensions to two.
What do we do with those of us who cannot draw a straight line?
There are moments when you seem to have concepts in your sights, and moments when they won't stay still.
One would think concepts would either be clear or not, but they seem to fade in and out of clarity
Should we teach creative philosophy alongside logic 101?
From each according to his ability, and to each according to his need.
Is metaphor more powerful than logic?
Are we in danger of falling for false idols: rhetoric, charisma and charm?
Rhetoric, the great seducer.
Logic, the virgin bride of Christ.
Slavishly devoted to the rules
Recursion
Recursion.

8. Aristotle said that poetry is a mode of imitation.
The means is rhythm, melody and verse.
Poetry presents objects as necessarily good or bad.
It is natural for humans to delight in imitation
The truth of this is shown by experience: though the objects themselves may be painful to see, we delight to view the most realistic representations of them in art.
Objects include: the lowest form of animal, dead bodies and the laws of nature (?)
Fear of certain concepts is characteristic of philosophy; we need to conquer this fear.
The poet's function is to describe, not the thing that has happened, but a kind of thing that might happen.
That is, what is possible as being probable or necessary.

9. Here I should insert something about the importance of play in philosophical thinking
Work is the nitty-gritty, the sighing and clarification, the distinctions, exclusions, the rigour…mortis.
Play is the superficial, the exploration, the adventure and the lark.
Swim and bask in your philosophy, splash about for no reason but that it feels good.
Perhaps we should spend a decent part of our career in the kiddie pool?
All work and no play makes Jerry a dull boy.
Can there be rules to play?
Is it like improvisation in music?
There are scales and keys to slide around.
Some people are certainly good.
We can all agree with that.
What about children in the sandbox?
Is it alright for Jimmy to keep building amorphous sand-creatures and then destroying them with his fists?
Is there an 'ought' to play?
If play is important, then it must be doing some work.
For example, providing insights, brainstorming etc…
If it is work, then it can't be play.
Therefore, play isn't play.
Let's rile people up
PETA justifies extreme (possibly irrational) acts against animal violence because no vegetarian ever quit because some group of people threw paint on a fur coat.
On the other hand, some carnatarian might catch the news headline and begin to question.
Similarly, the chief characteristic of aphorisms is their utter disregard for falsehood.
Those who know the truth won't flinch and those who didn't care, might begin to question.
We could spur them to action, get them off the couch!
There is a lot of wishful thinking in philosophy

10. We've got to keep people's attention
Poetry is a two-place relation.
Without an audience it is nothing
There is no meaning without interpretation
The more interpretation, the more meaning
A chorus of responses
Challenging discord, sublime harmony
Is meaning intrinsic to analytic work?
If Two Dogmas fell in the woods, and no one was around to hear them, would they still make a sound?
Discuss.








BIO
Please assume ... that there is in our souls a block of wax, in one case larger, in another smaller, in one case the wax is purer, in another more impure and harder, in some cases softer, and in some of proper quality...Let us, then, say that this is the gift of Memory, the mother of the Muses, and that whenever we wish to remember anything we see or hear or think of in our own minds, we hold this wax under the perceptions and thoughts and imprint them upon it, just as we make impressions from seal rings; and whatever is imprinted we remember and know as long as its image lasts, but whatever is rubbed out or cannot be imprinted we forget and do not know."
Socrates to Theaetetus. Plato, Theaetetus 191d
I am a PhD candidate in philosophy and cognitive science at Rutgers University and this is a journal for research and commentary on my dissertation on memory. My journal's name comes from Mnemosyne (the mother of the muses) and gnosis. Memory is at the core of cognition. The more we understand memory, the more we understand ourselves.

http://mnemosynosis.livejournal.com/ 

2.9.11

Sobre creadores/Nahual Xiu

Vallejo escribiendo sobre
la soledad mientras se muere
de hambre;
la oreja de Van Gogh rechazada por una
puta;
...el cerebro de Hemingway derramándose en
un jugo de naranja;
Pascal rebanándose las muñecas
en una tina de baño;
Burroghs disparándole a su esposa;
Mailer acuchillando a la suya.
Esto es lo que ellos quieren:
un dios maldito
que muestre un anuncio de neón
en medio del infierno.