10.11.11

Wen Fu, sobre el arte de las letras/Lu Chi



1. El primer movimiento


El poeta se detiene en el núcleo
              de un universo,
                       contempla el enigma,

para arrancar el sustento
           de las obras maestras del pasado.

Al estudiar el paso de las estaciones,
           suspiramos,


vemos las relaciones íntimas entre las cosas,
             aprendemos las innumerables
                   formas del mundo.

Lamentamos la caída de las hojas
           a manos del otoño,

honramos cada tierno
            brote de primavera.

La escarcha del otoño
             hace vibrar al corazón, las nubes
                             del verano, impulsan el vuelo del espíritu.

Aprende a recitar a los clásicos,
               canta en la clara virtud
                            de los maestros del pasado.

Explora los tesoros de los clásicos
              donde nacieron la forma y la sustancia.

Emocionado, me tiro junto a los libros
              y tomo el pincel
                            para escribir este poema.

II. Comienzo


Con los ojos cerrados, se escucha
             la música interior, extraviados
                           en el pensamiento y la reflexión:

nuestro espíritu galopa
             hacia las ocho esquinas del universo,
                           la mente vuela muy lejos

sólo entonces, la voz interior
            será clara, cuando
                          se saborea su dulzura.

Es como ir a la deriva
            en un lago paradisíaco o sumergirse
                          en las profundidades del mar.

Sacamos palabras vivas
            igual que peces ensartados en el anzuelo
                          arrancados del fondo.

Las palabras luminosas son cazadas
            como el pájaro con un tiro de arco
                          entre las nubes que pasan.

Se reúnen palabras e imágenes
            entre aquellas olvidadas
                          por generaciones anteriores.

nadie ha tocado
         nuestras melodías
                          en mil años.

Los retoños de la mañana florecen, luego
        los botones nocturnos se marchitan.

El pasado y el presente se entremezclan,
        ¡la eternidad
                       en el parpadeo de un ojo!


XI. Cinco criterios


Cuando el ritmo es flojo,
        y no tiene tradición,
                       el poema se tambalea.

El poeta busca en el silencio
         a algún amigo,
                        pero no lo encuentra.

El poeta llama y llama
         en el vacío,
                        nadie responde.

El cielo está fuera de alcance,
          vasto y vacío.

Una nota débil
          punteada en el laúd
                        no hace música bella.


XIV. El terror


Me procupa que el tintero
        se seque,

que las palabras justas
        no sean halladas.

Quisiera responder a cada
        momento de inspiración.

Trabajar con lo dado,
        aquello que pasa
                        no puede ser detenido.

Las cosas se mueven entre las sombras
        y se desvanecen,
                        la memoria vuelve en un eco.

Cuando llega la primavera, sabemos
        porque la naturaleza tiene razones.

Los pensamientos suben del corazón
       en brisas, y lenguaje
                        encuentra quien lo enuncie.

Los brotes de ayer esta mañana
       son retoños que pintamos
                        con un pincel sobre seda.

Cada ojo reconoce un patrón,
cada oído escucha música distante.


Conclusión


Considera el uso de las letras.
Todo principio lo demanda.

Aunque ellas recorran grandes distancias,
nada en el mundo puede detenerlas.

Recorrerán milenios.

Míralas desde un punto de vista,
aclararán leyes en el futuro.

Míralas desde otro,
proveerán modelos de los antiguos maestros.

El arte de las letras ha salvado gobiernos
de la ruina y promovido valores morales.

Mediante las letras, no hay un camino
que dificulte el viaje,

no hay idea confusa
que no pueda ordenarse.

Baja como la lluvia de las nubes
y renueva el espíritu de la vida.

Inscrito en bronce y mármol,
honra toda virtud.

Se escucha en la flauta y en las cuerdas
y cada instante se renueva.



Gary Snyder
Mangos de hacha


Una tarde la última semana de abril
enseñando a Kai cómo manejar un hacha,
medio giro y se clava en el tocón.
Recuerda la cabeza de un hacha
sin mango en el taller,
y va por ella, la quiere para él
Un mango de hacha roto detrás de la puerta
es lo suficientemente largo para su hacha,
lo cortamos a la medida y lo llevamos
con la cabeza del hacha.
y el hacha de trabajo, al bloque de madera.
Ahí comienzo a dar forma al viejo mango
con el hacha, y la frase
que aprendí primero de Ezra Pound:
¡Suena en mi cabeza!
"Al hacer un mango de hacha
el modelo no está lejos"
y le digo a Kai:
"Mira, vamos a hacer el mango
comparando el mango
del hacha que cortamos".
Y se da cuenta. Y lo oigo otra vez:
Está en el Wen Fu de Lu Chi, siglo cuarto
d.C. "Sobre el arte de las letras", en el
prefacio: "Al hacer
el mango de un hacha
con un hacha,
el modelo está a la mano".
Mi maestro Shih-hsiang Chen
lo tradujo y lo enseñó hace años
y descubro: Pound era un hacha,
Chen era un hacha, yo soy un hacha
y mi hijo un mango, listo
para dar forma de nuevo, modelo
y herramienta, pieza de cultura,
y así seguimos.

Mangos de hacha, 2010: Ciudad de México.