9.7.10

El árbol que quería cantar/Ester Feliciano Mendoza


Y así pasaban los soles y las lunas, las lluvias y los vientos. La canción crecía y crecía en el alma del roble. La sentía vibrar por todo su ramaje extendido. En sus mil ojitos verdes, en su rojo corazón, sentía que lo iba llenando todo. Ya no le cabía dentro su dulce carga sonora.

Una mañana, los pájaros, los árboles, los cielos y los niños, vieron la canción intensa brotar del roble. Era hermosamente rosada. Tenía mucho de soles y de amanecer, y ternuras de atardeceres. Tenía alas a punto de vuelo y gargantas estremecidas de música.