6.7.12

Epígrafes en Extraños en la noche/Claudio Pita Ruiz

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Rosario Castellanos


"Other friends have flown before -
On the morrow he will leave me,
as my hopes have flown before"
Then the bird said "Nevernomore".
Edgar Allan Poe


Pero algo ha cambiado. La grieta no vuelve a cerrarse.
Y detrás de tus estrellas pintadas, fuera de tu mundo
firmemente constituido, jamás cuestionado, subsiste
aquello distinto que hace que todo sea dudoso. No
puedes evitarlo. Durante mucho tiempo permaneces
así, con la sensación de haber sufrido una herida que
nunca se curará. Nada será ya como antes.
Michael Ende


Universidad Panamericana, 1998: Ciudad de México.

5.7.12

Mauricio Wiesenthal sobre Alemania

 Walther von der Vogelweide:

Daz ich wände ez waere, was daz allez iht?
(Lo que siempre creí que había sido, ¿es algo?)

Goethe:

"He sido un hombre; lo que quiere decir que un luchador he sido"
"Puedo prometer ser sincero, pero no ser imparcial"

J.S. Bach
"Mi éxito es el sencillo resultado de mi aplicación; he tenido que trabajar"

Thomas Mann
"El alemán no llega a Dios más que por la destrucción del dogma y la angustia de la nada; no llega a la vida social más que atravesando los abismos de la soledad; no llega a la salud más que después de explorar hasta el fondo la enfermedad y la muerte."


Alpes alemanes


Alemania, sigue soportando el tópico de su historia romántica. Y, sin embargo, quizá paradójicamente, el ideal feliz del buen alemán no está en ese destino despiadado, en ese idealismo estridente. El verdadero genio alemán, su auténtico espíritu creador, es el hombre de vida serena. Thomas Mann le definiría como "genio reaccionario" o, en otras palabras, como ese espíritu lúcido y conservador que necesitan los pueblos idealistas para no perder de vista la realidad.


La genialidad de Goethe consiste en mantener la sensatez en medio de la esquizofrenia romántica. Jamás cae en la vulgaridad o en el aburrimiento burgués; su genio le salva de estas derrotas sin gloria. Pero él bordea todos estospeligros sin levantar histéricamente las alas, como un buen burgués capaz de llevar al día la administración de su negocio y de su vida. Ama, bebe y canta con aprovechamiento, sin desplantes, con ese sentido cálido y dulce de la vida  que en alemán se llama gemütlichkeit. El sueño de todo alemán es precisamente, llegar al fondo de las cosas, penetrar arriesgadamente en ese sustrato sólido y profundo (gründlich) que corre oculto bajo la superficie del mundo.

Baja Sajonia

¿Sería justo olvidar que los alemanes formaron un pueblo de artesanos antes de convertirse en psicólogos? En el idioma alemán existe una palabra que me parece todo un compendio de sabiduría: Beruf. Puede significar cosas muy diferentes y, sin embargo, sabiamente relacionadas entre sí: profesión, oficio, vocación, destino.... ¿Es posible que un hombre pueda salvarse trabajando su propia vida con el mismo primor que pone el artesano en sus obras?

Si los desplantes rebeldes del romanticismo tienen cierto éxito popular, se debe, sin duda, a que los jóvenes melancólicos del siglo XIX resucitan el recuerdo feliz de la Edad Media. Si las revoluciones modernas penetran en el corazón del proletariado, sus raíces podrían buscarse en las guerras campesinas del renacimiento o en las soflamas utópicas de Vater Jahn. Si Lutero se levanta contra la tradición romana lo hace en contra de una tradición más antigua: el cristianismo de los primeros apóstoles. si Lessing encabeza la polémica contra el teatro clásico afrancesado, reivindica modelos más antiguos: Shakespeare o el ]Laocoonte del Museo Vaticano. Si Herder o los hermanos Grimm se incorporan a la tempestad romántica, también recuperan el tesoro olvidado de la vieja literatura flolklórica. Y si Beethoven acomete una revolución formal en la música moderna, su fuente de inspiración son los tradicionales laender (bailes típicos) de la vieja Alemania. ¿Hay que recordar que los más grandes filósofos que ha dado el siglo pasado, desde Hegel a Marx, desde Spengler a Nietzsche, fueron alemanes?

La guerra destruyó muchos recuerdos del pasado. Las nuevas ciudades, frutos de la necesidad y de la urgencia, se desarrollaron como frías estructuras de acero y cemento; en el mejor de los casos, trazadas con la neutra corrección gramatical del telegrama. En el país dividido es difícil a veces, evocar la síntesis de la cultura tradicional. Pero la historia -eso que los psicólogos que no han leído a Herodoto llaman el subconsciente- permanece en el corazón de los alemanes.

Y Alemania, así como el laúd, el piano, el violín o el arpa, sólo vive cuando canta. La música es la afición más arraigada en el alma de este pueblo. Desde la época de los trovadores, cuando Neidhart von Reunthal o Walter vor der Vogelweide componían sus trovas de amor, hasta los diabólicos poemas de Richard Strauss, los alemanes han dado más genios melódicos que ningún otro país del planeta. El pueblo más modesto tiene su orquesta o su banda. No cabe duda de que el luteranismo compensó su desconfianza hacia la imagen con una extraordinaria aportación a la música.



Bach caminaba desde Arnstadt hasta Lúbeck para escuchar los conciertos de órgano de Dietrich Buxtehude. Porque el alemán, cuando se siente arrebatado por la pasión del conocimiento es capaz de llegar muy lejos. Para conseguir una plaza en la universidad, un humilde campesino de Winsen, llamado Eckermann, recorre en invierno cientos de kilómetros. Esa misma devoción por el saber le llevará, años más tarde, a convertirse en secretario de Goethe. Para penetrar en el corazón de áfrica, Heinrich Barth y Gustav Nachtigal se aventuran en el desierto. El silesiano Emin Pachá acaba con la paciencia de Stanley cuando, rodeado por un ejército enemigo, se dedica a clasificar las especies de lepidópteros más exóticas del Sudán.

El alemán es así: siente la tentación del extremo, del más allá, del infinito. Cuando se deja arrastrar por su exuberante vitalidad, piensa como Schlegel, que el fin de toda poesía es "den Gang und die Gesetze der vernünftig den'kenden": suprimir el curso y las leyes de la razón razonable para sumirnos de nuevo en la hermosa confusión de la fantasía. Con otras palabras lo había expresado también el loco Hölderlin, adelantándose a Nietzsche: "An das Gottliche glauben/Die allein, die es selber sind" (en lo divino creen solamente los que son divinos). Este arriscado sentimiento de la desmesura se expresa de formas muy diferentes: la ascención en solitario a la cumbre virginal del Nanga Parbat, la pintura de un cuadro abstracto, el preludio sobrecogedor del Oro del Rin, la canción insomne de Zaratustra...

Adivinando los riesgos humanos de este finísimo espíritu musical, el prudente Goethe exclama: "no corresponde al alemán dejarse llevar por el fiero movimiento, ni le conviene oscilar de un lado para otro". Con la misma serenidad crítica se expres Gottfried Keller: Alles Edle und Grosse ist einfacher Art (Todo lo noble y grande es sencillo por naturaleza).




Ediciones Castell: Barcelona.

Mauricio Wiesenthal sobre Rusia

Antes de la historia aparece siempre la profecía. Nada ocurre inesperadamente, por que sí. Y para cualquier pensador profundo, acostumbrado a interpretar los signos misteriosos de la vida, la filosofía del absurdo que niega rotundamente la lógica de nuestra existencia, es un recurso romántico, falaz e ingenuo. Las cosas ocurren con una justa fatalidad; porque hay hombres que las aman, las piensan, las anhelan o las fabrican.

Antes de que Rusia se organizase como nación o como estado, tuvo que haber un pueblo capaz de imaginarla. Por eso cuando Virgilio requiere explicar la fundación de Roma, recurre a la leyenda poética de Eneas imaginada por un antiguo cantor ciego. Y cuando los hebreos se constituyen como pueblo escriben en la Biblia la historia de Abraham, el patriarca que guiaba sus rebaños hacia una tierra prometida.

La inmensa Rusia, que se extiende entre dos continentes, como una gigantesca hembra que llevase en sus venas la sangre de todas las razas, y en sus pechos el agua de todos los ríos, no es la obra material de un zar ni de unos políticos, sino el sueño espiritual de un pueblo que tiene el alma desmesurada.

"La nación rusa -escribe Dostoievski- constituye un fenómeno extaordinario en la historia de toda la humanidad... Convenid con nosotros que el carácter ruso se diferencia radicalmente del europeo; que lo que principalmente descuella en él es la capacidad de síntesis, de conciliación de contrarios, de universalidad humana...".

Para comprender a Rusia hay que llevar en el alma ese ángel -que, a veces, puede convertirse en diablillo- de la inmensidad. ¿Existe algo más románticamente desmesurado que el alma rusa? ¿No es Mússorgski un visionario, y Balakirev un fanático, y Tolstoi un santo, y Dostoievski un profeta, y Púshkin un hombre universal?


Una vieja leyenda


Una vieja leyenda cuenta como el príncipe Vladimir decidió convertirse al cristianismo ortodoxo, considerando que el culto de la Iglesia Oriental era superior al de todas las demás religiones. antes de adoptar su resolución escuchó los consejos de los embajadores musulmantes de Bulgaria, de los católicos papistas alemanes, y de los rabinos judíos. Y como no encontrara diferencias éticas fundamentales entre los dogmas de todas estas religiones, determinó observar la liturgia propia de cada pueblo para analizar sus valores estéticos. Así envió a sus ministros a las mezquitas de Bulgaria, pero éstos regresaron contando que "habían visto cosas feas". Los envió también a una catedral alemana "donde no encontraron gran belleza". Y, finalmente, les rogó que se trasladaran a Santa Sofía de Constantinopla para asistir a los cultos bizantinos. La opinión de los consejeros fue esta vez unánime: "verdaderamente uno no sabe si está en la tierra o en el cielo. Porque Dios se encuentra allí presente". Y de esta forma, Vladimir se convirtió con su pueblo al dogma de la iglesia oriental, capaz de arrancar en el alma de los hombres tales extremos de entusiasmo y admiración.

Fotos de Rusia

El ruso es un hombre que no tiene fronteras en el alma, desbordado siempre por la nostalgia, la esperanza, la alegría y el dolor. con ese fermento vivo se creo el primer imperio eslavo. Las costas rusas son regadas por diez mares: el Caspio, el Negro, el Balcánico, el Blanco, el de Barents, el de Kara, el de Laptev, el de Siberia, el de Behring, el de Okhotsk y el de Japón. Cuando en las cosas del mar de Japún despunta el alba, en las orillas del Báltico se encienden los agónicos colores del ocaso. Cuando el sol calienta las playas del mar Negro, todavía soplan las ventiscas de hielo y nieve en el Ártico. De oro son las dunas del golfo de Finlandia, de esmeralda las aguas profundas del Baikal, de plata los ríos majestuosos de Siberia, de fuego las entrañas de Kamchatka...


Un país misterioso


Para los griegos de los tiempos de Herodóto, las tierras rusas eran ya la frontera de la sorpresa y de la mitología. En el país misterioso de los escitas descubren los viajeros antiguos la dimensión mágica e inesperada de la vida: los melanclenos, pueblo vestido de sombras; los hiperbóreos que viven en las nieves; los gelones que se nutren de vino... Y las viejas leyendas están todavía presentes en las tradiciones campesinas. Cualquier ruso conoce a la Baba Yaga, bruja de los bosques que habita en una cabaña edificada sobre una pata de gallina. ¿Y quién no ha visto dibujarse en las brumosas orillas del Volga a Vodianoi, o a cualquiera de los demonios de la niebla?

Baba Yaga

Los ríos tienen una importancia decisiva en la historia rusa. El Dnieper sería el centro de la Rusia Bizantina, el Volga de la Rusia asiática, azotada por los poéticos vientos de Oriente; y el Neva se convertiría, bajo Pedro el Grande, en la frontera de la Rusia europea.

La santa Rusia, como las Vírgenes trágicas, tiene el corazón desbordado en lágrimas. A través de una compleja red de canales la Moskova comunica con el Volga, y el Volga con el Don. Gracias a los ríos se fertilizan las famosas tierras negras, o chernozioms de las riberas del Oka y  del Don. Aprovechando los grandes cursos fluviales, la civilización se extendió de un continente a otro. El hierro de Kursk y los tejidos de Ivanovo llegaban a Vladimir en grandes barcazas.

Los primeros eslavos nómadas se establecieron a orillas de los ríos. Vivían organizados en comunas, dedicados a la agricultura, el pastoreo y el comercio: rindiendo culto a las fuerzas de la naturaleza. aun se celebra en toda Rusia, al despuntar el verano, la poética fiesta del Abedul, que tiene arcaicas reminiscencias eslavas. Cuando los abedules florecen en los prados y en las vegas, como muchachas engalanadas para su primer baile de amor, el pueblo celebra su promesa de la nueva recolección. A veces se encienden también hogueras y antorchas, como en todas las fiestas de San Juan. Las jóvenes buscan en los prados las diminutas florecillas del helecho, que tienen fuerza mágica si se recolectan en las sombras de la noche estival. Y en el parque moscovita de Izmáilovo los coros populares cantan "en el campo florecía el pequeño abedul."

Los eslavos orientales formaron la base étnica de Rusia; pero muy pronto, en el siglo IX, comenzaron a mezclarse con otros pueblos. Entre ellos se encontraban los varengos, vikingos del Báltico que acudieron a Rusia reclamados por los propios eslavo, y respondiendo a una petición redactada en estos desconcertantes términos: "Nuestra tierra es grande y rica; pero falta el orden. ¡Venid, sed nuestros príncipes y gobernadnos!"

La histórica ciudad de Vladimir fue capital antes que Moscú. aun conserva bellos restos de su esplendor, especialmente la catedral de la Asunción. en Vladimir residía el metropolitano de todas las Rusias, y en su catedral se coronaban los grandes príncipes.

Para penetrar más profundamente en el alma rusa hay que descender las aguas del Volga: una cuenca tan extensa como todo el continente europeo. Partiendo de la estación fluvial de Severny, en Moscú, los barcos se adentran en la inmensidad de Rusia. Aquí comienza la ruta de las ciudades santas y la ruta de los nombres sagrados de Rusia: los bosques de Kostroma, los pintorescos paisajes de Kinechma, donde residían los pintores rusos... Y en Volgograd, un canal abierto sobre el Don puede llevarnos directamente a la tierra legendaria de los cosacos.

Y a donde no llegan los ríos alcanza el tren: el Transiberiano atraviesa en nueve días y nueve noches la inmensa distancia que separa a Moscú de Vladivostok, la capital de Oriente. Ya no existen, naturalmente, los viejos wagons-tziganes que rodaban de Novossibirsk a Irkutsk al son de una música lánguida de violín, iluminados por una suave luz de cafetín romántico. Ya no existen tampoco los viejos wagons-églises donde los popes oficiaban sus barrocas ceremonias litúrgicas, ni los wagons-bains donde podían tomarse baños de vapor. La técnica ha progresado en nuestro siglo más que la poesía, y el "vagón-cine" o el "vagón-teléfono" viajan ahora con el romántico ferrocarril de Siberia. Pero -¡el Dios de la comodidad sea loado!- también los bravos usuarios del tren agradecen estos adelantos.


El hombre ruso tiene un alma hirviente, cimbreada por las contradicciones del poeta y por los mismos vientos vertiginosos que castigan al dulce abedul. A veces se siente hijo de la inmensidad, soldado de la estepa, viajero del infinito. Y en esos momentos comprende su historia, escribe la saga de "Guerra y paz", compone el "Boris Godunov", usurpa un trono, enuncia un nuevo postulado matemático y gana un campeonato de ajedrez. Pero en otros momentos, dolorido y humillado, vencido en su propia batalla, se refugia en el interior de su duchinka (la almita) y se siente pequeño como un niño.




"He tenido todo el día una sensación estúpida y triste. Hacia la noche este estado de ánimo se transformó en un deseo de caricias, de ternura. Como en mi infancia, hubiera deseado abrazarme a un ser querido y comprensivo, llorar de dulzura y ser consolado... Volverme pequeño y acercarme a mi madre, tal como la imagino. Sí, sí, a mi mamá, a la que nunca pude llamar así porque no hablaba aún cuando ella murió. Ella es mi más alta representación del amor puro, no del frío divino, sino del cálido amor terrestre, maternal... ¡mamá, álzame, mímame!... Todo esto es una locura, pero es verdad..." escribió Tolstoi en los últimos años de su vida, cuando ya ha experimentado todos los excesos de su apasionado temperamento.




Volga, Volga



"Acima do rio Volga, 1971 "Над Волгой ", 1971 г. Konstantin Vasilyev

Entre las más bellas condiciones del alma rusa hay que contar, sin duda, ésta de no avergonzarse de la ternura "He trabajado y he sufrido -decía el poeta-, y ahora tengo derecho a jugar con los niños." Uno puede ser un intelectual famoso en Leningrado, y disfrutar sin embargo una batalla de bolas de nieve con los muchachos del barrio; o cantar con los campesinos aquella dulce canción que dice: "cuando el corazón sangra sólo la casa no os engaña". Así es el pueblo ruso, apasionado hasta la utopía, sentimental y horareño, orgulloso y hospitalario para el extranjero, unas veces rebelde y otras sumiso hasta extremos incomprensibles para la mayoría de los europeos.


¡Humíllate, hombre soberbio!, 
¡y ante todo rompe tu soberbia! 
¡Humíllate, hombre de nada
y ante todo, pena sobre la tierra! 

Púshkin ha descrito en estos terribles versos una de las pasiones más geniales del pueblo ruso: soportar el sufrimiento como lección de sabiduría. "Si no hubiera sido francés me gustaría haber sido ruso -decía Balzac- Rusia es el único país donde la gente sabe obedecer." Y el impertinente Custine se asombraba de encontrar en 1839 a todo un pueblo sometido al capricho de sus gobernantes: "La obediencia es para los rusos un culto, una religión. Sólo en este pueblo pueden verse a los mártires en postura de adoración delante de sus verdugos".

Y sin embargo, el extremo contrario también es posible. "Es fácil -decía Lenin- comenzar la revolución en un país así. Es más fácil que levantar una pluma".


Humillados y ofendidos

Cimbreado por estas contradicciones el hombre ruso siente la vida con una dramática y honda sinceridad. Sumiso o disidente es siempre extremista. Y cuando se encandila como un pájaro libre con el espejuelo de sus exaltaciones sabe sin embargo que pagará con sufrimientos y dolores todos sus sueños de infinitud. "La quimérica esperanza de una vida ideal será expieada por el pueblo ruso en lagos de sangre", escribía Gorki.

Los historiadores olvidan frecuentemente que, bajo las vestiduras doradas de las horas estelares de un pueblo, se oculta la diminuta duchinka de los hombres que viven para cosas más pequeñas, y a veces, más bellas, que la inmortalidad de los monumentos. La historia de los zares corre por los pasillos iluminados de sus grandes palacios. Y en la hora alborotada y esperanzada de la Revolución de Octubre no todo es epopeya heroica y grandilocuente. "Los habitantes dormían apaciblemente -escribe Trotski- y no se habían enterado de que un poder sucedía a otro." Ese pueblo que duerme en su bucólica dacha campesina, que trabaja silenciosamente en los campos, que canta en las orillas del río, que medita calladamente asomado a los puentes del Neva sin saber cuando un poder sucede a otro, es también el pueblo ruso. "En el principio -escribe Ephim Doroch- era la tierra, y no es indiferente observar que, en nuestra lengua, la palabra tierra designa a la vez el suelo, el pueblo, el país y el mundo."


Revolución de octubre



En el principio era la tierra


Iván el Terrible fue el creador del Kremlin y el padre del Imperio Ruso. Supo reunir bajo su cetro a todos los pueblos eslavos, sometiéndolos hábilmente a los ideales que el zar representaba: la religión, la protección patriarcal y el poder. Para llevar adelante su proyecto unificador, otorgó el título de Patriarca a los metropolitanos de Rusia. Y se dice que cuando el embajador del Sacro Imperio Romano le ofreció el título de Rey de Rusia, Iván lo rechazó diciendo: "Nuestro poder procede de Dios, como el de nuestros antepasados, y no de ti".

Cuando su esposa, Anastasia Romanov murió, el zar entró en una especie de disparatado delirio. Sus extravagancias y crueldades desbordaron toda medida. Vistió a sus sayones con una cabeza de perro y una escoba, para significar que le servían como fieles chuchos y estaban dispuestos a barrerlo todo.

Para reafirmar su poder, Iván contrajo nuevo matrimonio con la princesa Zoe Paleóloga, sobrina del último emperador de Bizancio. Y así aquel pequeño y disparatado césar que reinaba en una fortaleza, quedaba automáticamente convertido en Zar de la Tercera Roma.

Esa heroica conciencia de "Tercera Roma" tendrá un peso decisivo sobre la historia moscovita. Todavía Dostoievski proclama su fe en este destino mesiánico. Y, sin embargo, como buen ruso, siente también el vértigo de las afirmaciones rotundas y, en "Los hermanos Karamásovi", hace exclamar a Dimitri: "no, el hombre es amplio, demasiado amplio. Yo lo hubiera reducido".

Una vez más los extremos: una capital recién nacida que ya se siente la Tercera Roma, un zar al que llaman Terrible, otro al que llamarán Pacífico... Pero Moscú se alimenta también de esas locuras; aunque luego, como el palurdo Dmitri, se encierre en su tierna pequeñez y se duerma como un niño sobre los pechos de su almita campesina. Aún en nuestros días, en la titánica y moderna capital del estado soviético, perviven algunos recuerdos deliciosos de aquella Moscú artesanal e ingenua. al menos así lo evocan los nombres: la calle de los Manteles Bordados, el Puente de los Herreros, el Parque de los Halconeros...

Mientras Iván gobernaba en el delirio, los muros del Kremlin se habían transformado en sólidos bastiones de piedra. Pero el terrible zar necesitaba darle a su pueblo un testimonio evidente de grandeza. ¿Adónde podía recurrir para importar artistas y técnicos que transformaran su palacio en la morada digna de un emperador? Sólo Italia, la patria de Leonardo y Bramante podía aportar esos genios.


Moscú


La política de Iván se había caracterizado por la expansión y la unidad. Esas dos fórmulas quedarían también cristalizadas en su ambiciosa Catedral del Poder. Rodeando al Kremlin de una sólida muralla de piedra roja, rematada por torres gigantescas, el zar plasmaba arquitectónicamente la imagen de su gobierno: pesado, grande y sólido como el poder autócrata. Las torres del Kremlin guardan muchos recuerdos de la historia de Rusia. El megalómano Boris Godunov, que usurpó la corona, pero no fue un gobernante tan malo como podrían considerarlo los aficionados a la ópera, mandó construir unas campanas gigantescas para el Kremlin. El carillón de la Torre del Salvador tocaba en las ceremonias solemnes el himno zarista; pero una de las primeras disposiciones de Lenin en 1918 fue sustituir ese motivo musical por las notas de la Internacional. Desde las torres del Kremlin observó Napoleón en 1812 el incendio de Moscú. Un pequeño oficial de su ejército, llamado Stendhal, declara, años más tarde, que aquel fue el único momento solemne de la aburrida campaña de Rusia.

Kremlin

El marqués de Custine, embajador en la corte de Nicolás I ha descrito en sus "Cartas de Rusia" una terrible imagen del Kremlin: "cárcel, palacio, santuario, bastión contra los invasores, bastilla contra la nación, sostén de los tiranos, prisión del pueblo". Ninguno de estos adjetivos sería capaz de impresionar a Dostoievski. El propio novelista nos ha dejado una deliciosa descripción proustiana de estos lugares, recordando sus paseos de infancia por la Plaza Roja de Moscú. Porque Kremlin ha pasado a la historia indisolublemente unido a la Plaza Roja. Para los rusos la palabra "rojo" equivale a bello; por eso cuando Iván el Terrible demolió las pequeñas construcciones que se habían ido diseminando por los muros del Kremlin, el pueblo denominó a esta gran plaza la "Plaza Roja" haciendo ya referencia a su extraordinaria belleza.

El corazón de Moscú quedaba así definitivamente constituído desde los tiempos de Iván el Terrible. A la Plaza Roja sólo le faltaba ya la gran pirámide rosa del mausoleo de Lenin, edificado modernamente por Stalin.

Ya no quedan apenas restos de aquella caótica y hermosa capital de Iván, ruidosa y desordenada como el hogar del viejo Karamasov. Las lujosas viviendas de los boyardos han desaparecido en la antigua calle Tverskaia. Ya no se escuchan sus voces embriagadas resonando en el fresco silencio de la noche oscura. Ya no ruedan sobre la calle las desvencijadas carretas que traen el trigo y el vino a los grandes terratenientes. Y en el histórico barrio de Zamoskvorechié, al otro lado de la ]Moskova, ya nadie recuerda dónde vivían los fieles soldados del zar.

El ilustrado Pedro el Grande, enemigo implacable de aquellos boyardos enriquecidos y analfabetos, trasladó la capital al norte y construyó la elegante San Petesburgo. "Todo ruso que contempla Moscú -ha escrito León Tolstoi- se siente en presencia de una madre; todo extranjero que la contempla, aunque no conzca su siginificado material, se siente impresionado por el carácter femenino de esta ciudad". Sin embargo, en los tiempos de Pedro. Moscú no es más que una ciudad de provincia, una madre abandonada o una princesa viuda. Habrá que esperar al siglo XIX para que la capital recobre su esplendor. "¡Heaquí Moscú -canta entusiasmado Pushkin- con sus blancas piedras, y, tan viejas, bajo el oro de sus cruces, las cúpulas que arden como brasas..." También Dostoievski recuerda los paseos dominicales por las basílicas del Kremlin, los desfiles procesionales, y las excursiones a las barracas del bulevar Novinski.


La catedral del Poder

En Moscú se extiende la presencia de Asia. Para sentir la proximidad de Europa debemos trasladarnos a Leningrado, la imperial San Petesburgo de los zares, la primera capital de la Revolución.

Hace poco más de 200 años San Petesburgo era -como nos recuerda Púshkin- un lugar brumoso y olvidado donde "el pescador solitario, triste hijo de una tierra pantanosa, lanzaba a las aguas su pobre aparejo".

Sin embargo, la poesía sobrevive a la historia en la ciudad de Dostoievski, Gogol y Púshikn. Porque éste es el reino encantado del hada Snegurachka, reina de las nieves que recorre las estepas en su troika adornada con piedras preciosas. A sus pies duerme el inmenso Ladoga, el lago más grande de Europa. En sus bosques crecen los viejos abetos que proporcionaron la madera para construir las más bellas iglesisas de Rusia, y sus cúpulas doradas. No sólo es la puerta de Europa, sino también el faro del norte; más allá comienzan las nieves y los puertos helados de Arkhangelsk o Murmansk. En Leningrado están enterrados los poetas; pero no muere la poesía.

Leningrado, como los mejores versos de Púshkin, nació de una pasión, de un amor trágico, que costó sangre y vidas humanas. Su fundador, Pedro el Grande, era un genio caprichoso y culto, enamorado del arte europeo, enamorado de los canales de Amsterdam y de la jardinería de Versalles. soñando en esa ciudad perfecta, el zar Pedro puso, el 16 de mayuo de 1603, la primera piedra de la fortaleza de Pedro y Pablo. Obra infausta y maldita, este castillo se convertiría en el terror de Rusia. En sus húmedas celdas, azotadas por la mano fría de la marea, serían encerrados Bakunin, Dostoievski y Pestel. El 23 de abril de 1860 la policía entra en el domicilio de dostoievski, a las cuatro de la madrugada. Por la tarde, el escritor ocupa ya su siniestra celda. "Tengo durante la noche sueños monstruosos -escribe a su hermano-. Me parece como si el suelo oscilase bajo mis pies, y me siento encerrado en una cabina de barco". El 22 de diciembre los condenados son conducidos a un patíbulo en la plaza Siémionovski, y asisten a un macabro espectáculo: "De repente vi que el cañón de los fusiles, colocados ya sobre la mejilla de los soldados del pelotón, se levantaba... Un ayuda de campo, saliendo de una calesa, se puso a leer en voz alta un papel que llevaba en la mano. Nos comunicaba que el emperador nos había concedido la gracia".


Fortaleza de Pedro y Pablo


En esta ciudad de perspectivas grandiosas y teatrales, la historia juega a veces a manifestarse en forma de farsa. El 7 de octubre de 1917 (7 de noviembre para el calendario ortodoxo), el presidente Kerenski, amenazado por los revolucionarios que han sitiado el Palacio de Invierno, se escapa disfrazado de mujer. Con esta pieza de ópera acaba en San Petesburgo la historia del ancien régime.


También Pedro el Grande amaba los disfraces. Mientras soldados y campesinos, diezmados por el paludismo y las fiebres, preparaban el asentamiento de la nueva capital imperial, el zar se movía entre los obreros para dar ejemplo, y trabajaba en la construcción de su palacete como albañil o tapicero. Cuando el primer navío sueco atracó al muelle de San Petesburgo, el propio monarca se ofreció como piloto al capitán del barco para guiarlo entre los bancos.

En la orilla derecha el zar mandó construir la basílica de Pedro y Pablo. Pero la movilidad de las aguas del Neva obligó a trasladar el centro de la capital a la orilla izquierda. El río fue el primer conspirador de Petesburgo. Y en 1721, el zar Pedro estuvo a punto de morir ahogado, en una inesperada crecida de las aguas que inundaron la naciente perspectiva Nevski, la gran avenida que sería el orgullo de la ciudad.

Pero el emperador era un hombre tenaz. Mandó traer de todos los rincones del imperio obreros para levantar su ciudad. Prohibió que en ningún otro lugar de rusia se levantasen edificios de piedra, obligando así a los arquitectos a establecerse en Petesburgo; y para asegurar la marcha del proyecto, ordenó que cuantos barcos atracasen a los muelles de la ciudad, aportasen un tributo de piedra o de ladrillo para contribuir a la construcción.

Ilustrado y déspota, el gran Pedro fundó el primer Museo de Historia Natural de Rusia, la Kunstkamera. Para atraer a los visitantes, el zar dispuso que feran agasajados con paté y vodka.

Su hija Elizabeth Petrovna heredaría de su padre el gusto por las artes y cierto temperamento extravagante. Fue la iniciadora del Museo del Ermitage, y mandó socavar un palacio en el hilo, donde reunía a sus invitados a la luz de candelabros decorados con piedras preciosas.


Leningrado


Pedro había dejado al morir una capital grandiosa, y "una flota que valía más que todos los santos íconos". Catalina la Grande dejaría a su muerte un museo que valía más que todas las flotas del mundo". Millones de obras de arte formaban la extraordinaria colección que reunió en el Ermitage: antigüedades clásicas, cerámicas asiáticas, tapices, armaduras... "Sólo los ratones y yo podemos admirar los fabulosos tesoros de mi Ermitage", decía la emperatriz con un humor digno de su amigo Voltaire. No faltan en este Museo, hoy enriquecido con las obras requisadas a sus antiguos propietarios, ninguna de las fiermas maestras de la pintura universal: Velázquez, Rembrandt, Rubens... Y para crear un marco apropiado a tanta riqueza artística, la zarina manda edificar lujosas estancias en su palacio, decoradas con una prodigiosa imaginación: árboloes de oro donde se mueven autómatas en forma de pavos reales que abren sus colas de zafiro y rubí; un salón de los Buhos, un museo de los Viejos Generales...


Museo Ermitage


Mientras los zares construían sus palacios de oro, la ciudad iba también creciendo en su aristocrático trazado. Los palacios se levantaban sobre los románticos canales o en las orillas del Neva.

Más de 600 puentes, rematados por toda la fauna de la zoología barroca, cruzan los ríos y canales de Leningrado. Pero el río por excelencia de la capital no es el Neva, sino la perspectiva Nevski, con su inagotable caudal humano que corre a lo largo de cuatro kilómetros y medio, hasta su desembocadura en el Lavra de Alejandro Nevski, donde están enterrados Dostoievski, Mússorgski, Thaikovski y el mariscal Suvorov, el vencedor de Napoleón.


La ciudad de Catalina

Leningrado rinde culto a la poesía, al arte, a la belleza. Sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, los responsables de la restauración han hecho una encomiable y prodigiosa labor. Se han reconstruído incluso los cabarets de la Petesburgo imperial.




Sí, la historia acaba siempre convirtiéndose en poesía. Magia de las noches blancas de junio, cuando el sol premanece vigilante sobre el claro horizonte. Milagro de las noches de invierno, cuando las luces de gas se reflejan sobre las calles heladas. Alegría de la primavera, cuando las aguas del Neva se rompen como flores de nieve. Silencio sagrado del otoño, cuando los primeros aires tímidos se pasean por la fachada de los palacios, por los canales dormidos, por las mansiones barrocas de la Moika, donde vivieron Púshkin y Essenin.

¿Quién puede decir que esta no sea la tierra de la inmensidad, la perspectiva de la desmesura? Ayer se llamó la Santa Rusia. Hoy es la Federación Rusa. Pero haceros explicar lo que entiende un ruso por federación y veréis que es algo muy próximo a la santidad.






Ediciones Castell: Barcelona.

Memorias de un revolucionario/Pedro Kropotkin


...he podido convencerme a mi mismo de que, en cuanto a sus efectos sobre el preso y sus resultados para la sociedad en general, las mejores prisiones reformadas -sean o no celulares- son tan malas, o aún peores, que las sucias cárceles antiguas. Ellas no mejoran al preso; por el contrario, en la inmensa y abrumadora mayoría de casos, ejercen sobre ellos los efectos más lamentables. El ladrón, el estafador y el granuja que han pasado algunos años en un penal, salen de él más dispuestos que nunca a continuar por el mismo camino, hallándose mejor preparados para ello, habiendo aprendido a hacerlo mejor, estando más enconados contra la sociedad y encontrando una justificación más sólida de su rebeldía contra sus leyes y costumbres, razón por la cual tienen, necesaria e inevitablemente, que caer cada vez más hondo en la sima de los actos antisociales que por primera vez le llevaron ante los jueces.

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Vladímir Bukovski sobre el samizdat o distribución clandestina de textos contra los regímenes dictatoriales

 "Yo mismo lo creo, edito, censuro, publico, distribuyo, y resulto encarcelado por eso."

Hakim Bey resume la crítica de Fourier a lo que llamó despectivamente civilización:

Las miserias de la Civilización han desviado a la Tierra y a la humanidad de su propio destino en un sentido literalmente cósmico. La Pasión, la cual hemos aprendido a ver como “el mal”, es de hecho, virtualmente, el principio divino. Los seres humanos son estrellas microscópicas, y todas las pasiones y deseos (incluyendo los “fetiches” y las “perversiones”) son por naturaleza no solamente buenas, sino necesarias para la realización del destino de los humanos. En el sistema de Armonía de Fourier todas las actividades creativas incluyendo a la industria, la artesanía, la agricultura, etc. surgirán de la liberación de la pasión -ésta es la famosa teoría de la “labor atractiva”. Fourier sexualiza el mismo trabajo –- la vida del Falansterio es una continua orgía del sentimiento intenso, del pensamiento y de la actividad, una sociedad de amantes y salvajes entusiastas. Cuando la vida social de la Tierra es armonizada, nuestro planeta volverá a incorporarse al universo de Pasión y se experimentarán vastas transformaciones en la forma del cuerpo humano, en el tiempo atmosférico, en los animales y plantas, incluso en los océanos.





http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Fourier

Palabra por palabra/Saúl Ibargoyen

Claro que nosotros padecimos más de uno de los ismos citados. No hubo maestros, y si los hubo, fueron mal imitados. Aprendimos del error. Estuvimos en él lo bastante como para intentar equivocarnos, y saberlo. El oficio de la palabra poética es más inestabilidad que equilibrio. Salimos a la poesía como a la vida de cada día. 


Una brizna de hierba

Toda mi sabiduría
puede navegar limpidamente
en una gota de lluvia
y todos mis poemas pueden acumularse
en una sola
brizna de hierba.
Pero mi voz
no es una canción sin sentido
y mis manos no edifican 
templos ni ciudades
con la arcilla destinada al alfarero
y mis ojos no le quitan
el color a la rosa
para entregarlo vanamente
al deseo.
Mi boca recoge leyendas y horizontes
en el cansancio en el polvo del otoño
y nombra las cosas
que esperan un nombre
con el destino sonoro
de la sangre y la sonrisa.
Mi vida es pequeña
como el primer recuerdo de un niño:
nunca se apresura en la tormenta
pero siempre llega un poco
más allá
de mi sombra.


Biografía

Yo he contemplado
el esfuerzo de la hormiga
como un músculo de luz
sobre la tierra
y he escuchado
al pie de los trigales
una voz cercana
que mueve los guijarros
y he gritado mi nombre
hasta hundirlo como una canción
en el tibio costado de los pájaros
y he arrojado mi destino
como un ángel de sangre
entre la hierba
y rompiendo mi piel
he salido a hurgar en las auroras
estas sílabas dispersas
y esta humildad de lluvia.




Las cosas

Del sol de la sombra
surgieron las cosas.
Las cosas definidas
con su número de gestos
su cantidad de rutina
su inventario de formas.
Surgieron las cosas
desprendiéndose del llanto
viniendo sin impulso
acercando su límite
su proporción
su seca materia.
Del sol de la sombra
de zonas agotadas
de labios de arena
surgieron las cosas.
Altas insaciables desoladas
en el extremo ardiente
en el temblor del sueño
vinieron las cosas.
Encontraron las vastas regiones
que el hombre engendró para el olvido
llegaron a la tierra
con sus lenguas despiadadas
con su piel de fiebre
con el suceder de sus escamas negras.
Bajaron las cosas descendieron
del sol de los años
y ahora en mi mano
una mano
son signos absorbiendo
mi aliento y mi sombra.


Retrato

No soy optimista.
He crecido de golpe
subiendo a saltos
los peldaños del alma.
No soy demasiado alegre
ni demasiado expansivo.
Todavía no tengo pasado:
hablo con los demás
camino por los parques
escribo de veinte maneras distintas
me gusta el futbol
leo los diarios
visito a los amigos
comento algunos libros
vigilo mis pasiones
termino mi trabajo.
Soy sencillo
tengo determinados años
y es claro
sombras y errores
culpas que me duran meses.
No quiero tener razón
ni saber si estos versos 
son cortos o largos
ni tampoco en verdad
tejer un laurel
o hacer mi retrato:
soy tan parecido a todos
tan igual a lo que canto.
Por eso no importa que me olviden
que sepan tan sólo de mi cara
de mi sobrenombre o de mis años.
Debo decir algo todavía
con cierto sabor testamentario:
nada estará por debajo de mis actos
y yo no daré nunca las espaldas
a la última cosa que pueda caber
en mis palabras.


Introducción al canto

Tu lengua es un espejo hijo mío
en tus ojos hay sonidos
hay luces en todo tu cuerpo.
Quieres cantar quieres aprender
las voces del mundo:
los ruidos del metal y la madera
la experiencia del agua
moviendo la arena
la actitud del viento
que inflama sus grandes pulmones azules:
tu lengua es un espejo.
Quieres saber por qué la hormiga canta
por qué cada árbol tiene
un perfume sonoro
entre sus venas verdes
p'or qué cada semilla
cuando va hiriendo la tierra también canta.
Tienes razón
tu lengua es un espejo:
donde hay una cosa oscura
una piedra tal vez un deseo un dolor
un largo sueño
yo abro así mi voz para escuchar
lo que no sabes
lo que siempre y por siempre
me enseñas.


Palabra sola

Es Saúl tu hijo
el que habla
el que ahora ve esa línea
que tan recta de lejos
nos parece.
Mi mano no es la mano
del niño que escribía
aquellas frases con su cuota
de banderas y colinas.
Ni mi boca es la boca 
que inventaba
fórmulas extrañas
donde acostar los sueños.
Mi boca padre
es solamente un par 
de duros y oprimidos
labios que piensan.
El momento es éste
de saber
dónde está
el sol antiguo de las cosas
el sol profundo el mismo
de las tardes y los años
el calor dorado que no siempre
poníamos en todo.
Pienso que hablamos muy poco
que debí retener 
por más tiempo tu mano
que gritaste hacia la noche
y que estabas solo.
Pienso que no supe tener 
mi corazón atento
que no he sido lo bastante ágil
para buscarte alcanzarte detenerte.
Que podría decirte ahora
si estuvieras levantando tu guitarra
ese árbol claro
sostenido con silencios
con pájaros que esperan
tus mágicas señales.
Pienso 
que para qué seguir pensando
que es la hora
de la fruta
no del llanto
la hora de empezar
el trabajo con tu barro
no del llanto.
Pienso
que es la hora sencilla
del alma o de la carne
que viene vestida
con tu único traje.
La hora padre
es que no sé
cómo estar triste
porque nunca antes
te hablé de esta manera.


Plaza Zabala

No te puede interesar
que así me acerque
que aborde velozmente
tu silencio descuidado
que haga en tus esquinas
recuento de mis fuerzas
para así distribuirlas
entre tanto cansancio.
Es tu nombre una altura de bronce
una sosegada alarma de pájaros
que el amor y el olvido cruzan
como el jadeante llamado de los barcos.
Mi placer está en que me recibas
como si nadie más te descubriera
o pasara a tu lado.
Llego a tus orillas de piedra manchada
cuando la tarde se oxida lentamente
sobre el ancho río cercano.
No exagero al conferirte
categoría de isla
con tu gruesa arena rosada
las extrañas palmeras
llegando de otro sueño
las palomas rumorosas y sensuales
los niños cubriéndose con trozos de sol
y los hombres y mujeres que te buscan
y se aman.
Pese a mi dulzura
siempre entro en ti casi brutalmente
temiendo romper el límite de rejas
que te preserva pura y solitaria.
Tu nombre fue traído a través de muchos años
lo que te hace más ágil que tú misma
más joven que tu historia.
No veo en otra parte
la razón de tu misterio
de tu imposible interés por mi presencia.
Y de ahí también por qué me acerco
a entregarte mi cansancio
y a beberme tu cada vez más íntimo
silencio descuidado.


Toda la tristeza

Qué habrá debajo del cemento
del hierro corrompido 
del asfalto.
Tal vez allí se acumulan 
las sombras de tristes mujeres
de adolescentes con ojos
febriles en los dedos
de funcionarios recibiendo
en un pergamino su epitafio
de accionistas que depositan
los besos en un banco
de pedazos de papel
clavados al suelo
por inseguros incontables pasos
de hombres que llevan la corbata
como un nervio marchito 
saliendo de la piel.
todo lo triste
todo lo enfermo
todo lo que oprime
y limita los sueños.
Hasta la brillante asunción
de los oscuros
y el martillo incansable
de los solos
de los labios desteñidos
que no fueron más allá de otra boca
y las huellas de animales
que tiende la noche por las calles
y los libros en blanco
y los discursos graves
y las grandes heridas que jamás equivocan
su lugar en el cuerpo.
Y aun las flores de destinos diferentes
y los cielos innumerables
desplomando sus aguas abiertas
y los barcos qu asustan
a los peces pequeños
y la actitud displicente
indicando que alguien muere
y los relojes destruyendo
el instante del amor
y las gargantas cegadas
como túneles de sangre
y todo lo enfermo
y toda la tristeza
que el hombre empuja
inútilmente
hacia el mar.


Límite

(...)
Yo estaba cansado
durando en lo terrible.
Porque durar durar durar
es motivo final
de toda causa.


Viaje a Manga
A veces desliza el otoño
su espada amarilla
en los caminos del suburbio
y vuelve propicio mi retorno
entre hojas temblando desprendidas.
El limpio sol acepta
que la gran casa
se yerga incambiada
que delante de mi voz
la puerta se abra
que un perro con su nombre
se alegre entre mis pasos.
Para arribar a mi escondido
territorio de naranjas
a la tarde soltando
sus claros jazmines
me basta amar en mis oídos
el canto conocido 
que traen nuevos pájaros.
Los hierros paralelos
que queman la hierba
son la doble frontera
la más próxima y lejana
que sostiene mi infancia.
Esperando el tren
y su fuego nocturno
pare mire escuche
era la consigna.
Después solíamos hacer
un complicado cálculo
con luciérnagas y estrellas.
Más tarde
en medio del regreso
acechaba el perfume
de los altos eucaliptos susurrantes
y los pájaros maduraban las canciones
que recuerdo ahora
sorprendidas
mientras recoge el otoño
su espada amarilla.


Advenimiento

Viniste
no sé cómo has llegado.
En hombros te trajeron
tu agilidad dormía
como el vientre de las piedras.
A tu llegada
no asistieron los sueños
no se molestaron 
los sabios
no se incomodaron
los necios.
Los hombres del mundo
estaban ocupados
pero tranquilos:
destruyéndose.
Llegaste sin luces
sin himnos
sin coronas
sin frutos salvajes
cayendo de los labios.
Sólo una sonrisa llegó
por aire o por recuerdo
adelantada.
Alguien pudo recibirte
abriendo las manos
y colocando en ellas
el reconstruido signo
de la ausencia.
Pero quién pudo reconocerte
si eras la fuerza
si venías de los ruidos incansables
de la sangre
si el silencio del mar
te perseguía
si el sabor de las palabras
era barro
si naciste al llegar
como un pájaro
que en la noche sigue
escuchando su canto.
Llegaste al fin
porque nunca he sabido esperarte.
(La soledad se aprende
estando solo
como se aprende la muerte
estando en vida.)
Llegaste
y esto es suficiente.
Quizá como la lluvia
que moja la cara
y cae a la tierra
que sólo por eso
en otra tierra 
de carne de grito y de fuego
se ve convertida.


Soledad propia

Quiero decirte hijo mío
que algún día estarás solo
de un modo inesperado
como esos movimientos
que vibrando recorren 
los cuerpos dormidos.
No será la soledad
que presientes en la sombra
o cuando dices un nombre
y todos sin escuchar te miran o callan.
Tampoco la soledad
mencionada en los libros
o la que hace el viento
cayendo entre las hojas
ni siquiera la tristeza
que fielmente prepara tus recuerdos
ni siquiera el camino
que con el canto sale de tu boca.
Estarás solo rodeado
de un difícil alimento
podrás ver que los hechos
aun distintos se repiten 
los gestos de la luna
los pétalos muriendo
los sonidos y el silencio
que tu corazón devora.
Serás el dueño de un idioma extraño
que aprenderás muy lentamente.
Actuará sobre tus ojos el misterio
en tu memoria encontrarás
todas las cosas
que así transcurrirán
mientras tu te quedas.
También el tiempo pasará a tu lado
llevándose apenas lo que obtenga.
Será como empezar
desde las raíces destruidas
será como respirar
aplazando a cada instante la muerte
será como entrar en la piel que te espera
y en la carne
de las que fuiste arrojado
a la tierra
a todo el amor
y al olvido.


Carta a propósito del mundo

(...)
Debes cuidar de todo eso
regresa a tu breve camino
de risas de gritos de flores de llantos
y verás cómo tu perro de lana
todavía se encuentra nuevo e intacto.
Descubre después las raíces
que nadie imagina debajo de las piedras
cuenta los pasos que dan los caracoles
y el silencio de los grillos
por la noche.
Defiende las pequeñas semillas
que puse en tu mano
y protege la luz:
que no se pierdan los colores
y por favor no olvides 
recoger las plumas de los pájaros.
Pero apúrate hijo mío apúrate.
Ahora no puedo explicarte
todo es tan difícil
y oscuro.


Regreso en septiembre

Ahora es septiembre padre
como hace dos años.
Las cosas han cambiado

han cambiado tanto.
Muchas lluvias se extinguieron

en el aire
mucho polvo ha sido
desde entonces barro.
Y tú regresas nuevamente
hacia mi sangre.
Es éste un viaje
de momentos y sombras
de recuerdos y dolor
cayendo entre nosotros.
Tu silencio y mi voz
se reconocen
deciden golpear cerradas puertas
y pueden olvidar 
lo tuyo que nos falta
las destrucciones que sirven 
en favor de tu ausencia.
Fuiste despojado
perdiste lo accesorio
y tu sistema de callar
de hacer sonrisas y miradas sencillas
es lo que ahora en septiembre
te regresa
como de un nacimiento o una leyenda.
Recién comprendo
cuál fue tu trabajo:
silencio me diste
para que yo al nombrarte
también las palabras calladas
y el tiempo vencido nombrara.
Vida me diste
para que otra vida
más fuerte y más pura 
mis manos crearan.
Es pesada tu herencia
pues no tenías nada.
Vienes conmigo 
y conmigo regresas
a traerme noticias de tu esperanza:
aquí está el camino
en este largo septiembre
que para mí dejaste:
del agua al vino
del vino a la sangre.


La luz

Cómo gozar de la luz
de ese brillante sabor del mundo
que nuestros ojos interceptan
de ese purísimo fuego contenido
en las diminutas órbitas
del polvo
de ese fruto inasible
y sorprendente
que permite navegar en la curva
del tiempo
infinitos nacimientos
incontables ciclos de clausura
la muerte.
Cómo gozar de la luz
cómo poseerla
para que así nos vuelva
a la situación de espuma temblorosa
a la condición de origen de fermento
de barro transitado y primigenio.
Y cómo utilizar el sabor de su realidad interminable
para que así nos vuelva
nos regrese
al afán definitivo
a este ambiguo antecedente de los dioses
a esta encarnación confusa
de sí mismo
que no podrá 
ni por hambre
ni por culpa
ni por dolor
quitar un solo día
su sombra de la tierra.


Ars poética 1966

(...)
- debemos borrar tantas palabras y morder
la raíz de cada sueño
y lograr el perfume
no la rosa
y repudiar las llamas y alcanzar el fuego.
-para quien toda lucha
es siempre un signo
una vibrante señal de advenimiento
un gesto de astronauta sostenido
en las sombras finales
que a la tierra llaman
-para quien crece de pie
entre los suyos
que aun no comprenden
el exacto por qué de su estatura
-para quien abre territorios
con su grito
y queda en el silencio
postergado
-para quien lleva distancia
en la mirada
y la extiende en caminos
y se aparta
-para quien designa banderas tomando
los poderes del aire
o del recuerdo
-para quien en su lecho se abandona
a todos los misterios
-para quien sabe con dolor
desprenderse de lo humano
y pierde su condición
y su fiebre enrarecida
y su vieja sustancia
y deja de temer
porque así nace
-para quien desciende 
en lo terrible de la carne
donde su eterno rostro 
está multiplicándose
-para quien sólo aprende
a desnudar su terco hueso
y no canta
y no puede esperar
porque la muerte
porque el hambre
porque el amor y la bomba total
y muchas cosas
-para quienes ya no creen 
en las palabras
debemos borrar toda palabra.



AXEL Editorial, 1979: Ciudad de México.