2.9.11

Entrevista a Karina Roldán por Juan Pomponio (fragmentos)

Danza es poesía escrita con el cuerpo. Personifica el arrebato de una pasión, la loca bohemia de tantos seres viajando por el tiempo. Puntualiza sentimientos y emociones cuya visualización transcurre gracias a la anatomía encaminándose por el espacio, saltando en rimas constantes, rodando por el suelo los versos en acción. Un solo paso puede significar una sola palabra. Coreógrafa es una alquimista del movimiento narrativo. Una cuentista sin vocablos, escritora de la corporalidad. A la hora de montar una obra, los coreógrafos utilizamos el abecedario completo reuniendo el idioma del mundo en una sola lengua. Los metales combinan y penetramos en los desplazamientos junto a la música, cuando ella arrasa los oídos encendiendo candelas. Acentuando sentimientos sin expresiones verbales, tan sólo la eufonía del cuerpo escribiendo con tinta indeleble. El entorno donde se descubre la danza franquea la sinceridad anatómica y el lenguaje real cobra nuevas dimensiones. Un bailarín deviene traductor de historias relatadas en imágenes físicas, que lo llevarán a unir vías espirituales entre el público y él mismo. Allí, la poesía del movimiento sucede virtuosa. Los brazos se sacuden para abarcar la ilustración del amor. La poesía es danza llevada a cabo por la conjunción existente entre las bellas palabras. Ambas: poesía y danza, comunican al mundo, conmueven, acercan, construyen y liberan el aliento de la C r e a c i ó n.

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ada mañana preparo mi anatomía admitiendo las estaciones, brindando todo el amor a mi cuerpo, un cuidado nutricional y una disciplina saludable para poder enseñar a través de él. Enseñar es otra misión y un don que profeso con amor. He dejado otras cosas en el camino, incluso tuve que elegir frente un hombre y fue ahí donde comprendí mucho más acerca del egoísmo. El amor, igual que el arte, no exige nada. Se trata de dar y dar, cimentando la libertad individual de ser quienes somos. Cumplir con uno mismo y compartir la vida con quien desee caminar a nuestro lado sin obligarnos a abandonar nada, tan solo acompañándonos en la hazaña de estar vivos. La disciplina física de la danza, al templar el cuerpo y el espíritu, nos enseña cuán fuerte es nuestro Ser y a ella nos entregamos en una relación marital. Es Amor y mi vocación también es amar a través de la danza.


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Vivo, gozo y siento el erotismo en mi cuerpo sobre todo cuando la música está en concordancia con los movimientos coreográficos que voy creando y me dejo llevar por la sensibilidad y el acopio de los sentidos. Nada pienso. Todo lo experimento. Soy libre y mi espíritu se apasiona. Entran en conexión simultánea las sensaciones propias y del personaje. Suelo comparar el cataclismo artístico con el preludio de un encuentro amoroso, su florecer y el arribo a su cumbre. La piel explota declamando un idioma natural, humano y animal. Y el alma atesora para sí el minuto desquiciado, donde el cuerpo salvaje, orgásmico, se conmueve y la gloria desborda sacudiendo nuestra vida. Es estar en éxtasis, en la plenitud de lo femenino. 

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Espero que el arte de la danza y todas las artes en general ayuden a levantar un mundo más sensible, de seres con conciencias iluminadas. Que el ser humano comprenda la lucha feroz que comenzó hace siglos atrás, por diferencias ideológicas y religiosas, y observe la destrucción a donde conduce su cruenta ambición. El poder, el dinero, la dominación existen por centurias. Quizás sea una utopía de mi parte creer que los artistas somos capaces de cambiar el mundo, uniendo, trasmitiendo cultura, creando todo el tiempo, elevando los sentidos hacia la energía transformadora del AMOR. Es posible lograrlo. Desde el albor en un campo sembrado, hasta la tarea hecha en soledad. Somos seres únicos y no deberíamos permitir que nos anulen el pensamiento ni las capacidades de obrar e inventiva. El amor por nuestro arte comienza desde que bajamos los pies descalzos de la cama y vamos en busca de la vida y ella viene por nosotros. Hace unos días les hice a mis alumnas ésta pregunta: -¿Ustedes saben qué separa la vida de la muerte? Tan solo un instante…- Así me muevo, por instantes y espero que cada día lo vivamos y disfrutemos como si fuese el instante final, la cumbre escénica, el telón que pronto desciende, los brillos que se consumen. El esplendor de un sol individual que se oculta a la hora precisa en que la luna asoma su luminosidad y las emociones nocturnas endulzan el día que concluye. Descansan las fuerzas que se adormecen para recomenzar el ciclo y conducirnos nuevamente hacia el sendero del Amor.

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¿Cuándo surge la necesidad de llevar la metáfora de la danza hacia el camino de las letras?

Fueron mis entrañas las que me sacudieron. Me convertí en una especie de cronista de vuelos terrenales, cuando era necesario relatar a las alumnas mucho más acerca de la vida de aquellos personajes que abordarían en cada interpretación. Cuando en los montajes de mis series coreográficas precisé volcar, en textos depurados, lo que acompañaba descriptivamente a las secuencias ya originadas. Al crear la obra poseo una personalidad que se aleja de toda censura, tabú, restricción o juicio de valor y esa corporalidad, desplazada de las épocas, es quien se ocupa de percutir determinadas zonas íntimas, encauzando también mi mano hacia las letras. Adoro narrar la transmutación lograda en tantas individualidades que se instruyen a través de mis enseñanzas. Expresarme en un lenguaje escrito fue el modo en que desde niña también ponía en contacto las emociones en el reflejo del papel. Exteriorizaba sensaciones intuitivas, evocaba sentimientos. Escribo con la misma concentración con que elaboro una coreografía. Siento idénticos trances donde renuncio a lo material experimentando el vacío de mi mente. Todo baja desde algún sitio, y el milagro de la inspiración se presenta a la luz.


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