14.12.10

Poesía francesa de la región de Bretaña/Selección de Chantal Bideau


Pasarela de viento/Marie-Josée Christien

La capa de nubes
traza una curva sin roturas
a ras del agua
a ras del cielo
pasaje y trayecto
entre los mundos
se disponen
en suspenso hacia la desaparición

El acercamiento
del cielo abierto
bisbisea el vacío
en la colecta
de las turbulencia de aire
el pasaje diluye el equilibrio.

El deslizamiento del espacio
dobla
el intervalo
entre la tierra de acá
y la tierra de allá

borde y centro
vacilan
en un espejismo
aparejo de infinito
libre de todo anclaje.


Alain Jégou

En su corazón tiembla la delicada belleza del universo
todos los colores dispersos y los sonidos mezclados
por la naturaleza entusiasmada y todos los seres ruidosos
que chasquean embriagados su materia efímera
el suave rumor de ángeles sus silbatos escuálidos
le embrujan lo insulso y cautivan sus sentidos
con sus refranes jocosos
profusión de risas cloqueantes y trinos revueltos
que humectan su glorieta bajo el velo nocturno
todas las frases carnosas y los poemas en crecimiento
desenfrenan al ras los bordes de su fuente bocona
toda la efímera audacia de sus poses locuaces
su panoplia pin-up y sus fuegos de paja
encendidos por la dicha y la alegría de las glándulas
efusiones hermosas y perfusión de caricias
transporte de emociones en su cuneta limada
por la insolente ternura de los hombres
el deseo que zumba en seres inundados
subyugados por su narcótiva belleza
en todas las líneas y puntos igualmente expandida
que la universal que hace estremecer
brotar y desbordar la vida.


Alain Le Saux

El exilio es un sol velado
el exilio juega a salto de verbo
entre arbustos de recuerdos.

El exilio descubre un grillo
en la voz de un muecín.

El exilio vaga en la ola
fondo de ojo fondo de boca
reconocido en una esquina.

En una mesa de café
en el sopor de las moscas
jugando con la sombra
que avanza entre las voces.

Jugando con el camarero
que da vuelta tras su dique

Jugando con el exilio
y sus cartas grasosas
y sus huesos blancos y rojos.

El agua de los exilios en las pieles
de tambores mudos
en el amarillo pálido de las calles
acostadas
en lo borroso de las buenas noches
dadas con los ojos cerrados.

El exilio no esa brida de animales
perdidos
no los hogares de ceniza fría

¿Cómo decir: execro a los vivos clavados?
¿Cómo sobrevivir en ex-ilio?


Denise Le Dantec

En los funerales de la primavera
sufre
la incertidumbre de la mariposa
en el polvo de su vuelo
como un presentimiento
que tiembla
en el límite.


__________

Oh las paradas de la abeja
en las ramas -de oro
en la incertidumbre de las cunetas
la carroza titubea

__________

Por temible que sea la estación de la muerte
a plena luz
es en el brillo de un alfiler
en el camino
donde nuestra más profunda mirada
ha visto

__________

Abeja
en el seno radiante del frío
muerta o viva
la mano lívida
que la libera
en la ceguera que lastima
de la escarcha


Jean Roger

La aurora es una isla
la luz se esconde
en la promesa de un fruto

En ese humilde condado
golpeado por una trémola claridad
el tiempo vertical se ha detenido

Instante furtivo
un ala de nieve se eleva
entre los valles azules
del deseo la frágil silueta
de un sueño más puro que el sueño
y la noche estrellada de leyendas

Portador del único fuego
que nunca se apaga
camino solo entre las flores
del cielo y guardo en el pecho
la huella fresca de tu paso.


Editorial VOX, 2009, Buenos Aires

1.12.10

Marina Tsvetáeva en Pregúntale al señor de la noche, qué noche es esta


Es bueno ser hermoso, rápido
y con las hogueras burlarse de la oscuridad,
admirar las chispas enloquecidas,
¡y como las chispas, en el vuelo arder!



1908
(15 años de edad)
En http://animalesenbruto.blogspot.com/ traducido por Natalia Litvinova

20.11.10

Librocara Luis Limón



Existen dos laberintos en mi, uno en mi cabeza y otro en mi corazón, las pocas veces que he logrado salir de uno me doy cuenta que estoy en medio del otro, ahora estoy intentando conectar ambos sin querer salir de ellos, sino, destruir las paredes que los conforman y hacer una enorme habitación para verme tal cual soy.


*


De pronto parece que el mundo no girase,la rutina,la costumbre, el tedio... súbitamente me encuentro inmerso en un pantano de egos, en un desierto de afinidades...lo único seguro que tengo hasta ahora, es a mí mismo.Tengo bastante.


*

...turbulencias,torbellinos,marejadas...me golpeó una ola repetidamente,floté,subí, bajé...me mecí en el aire y cabalgué una estrella,me bañé de arena,me tragué burbujas,respiraba flores,traspasé el umbral y rodé por el reino de lo intangible.


*


Desperté como casi todos los días de mi vida con una sonrisa,estaba solo en el cuarto pero podía escuchar las voces de mis tres hijos en el piso de abajo y en la habitación contigua la respiración acompasada del sueño profundo de mi esposa, ¡CUANTA MÚSICA!...y en mi mente, el recuerdo de la noche anterior con grandes amigos. Mi corazón se agitó extrañamente,me siento muy amado.


*


En el micro.Una pareja joven iba haciendo planes para esta noche,les esperaban drinks,dance & sex,de pronto sonó el cel de la chica,se puso un poco seria, "no mames,no me jodas,qué mal pedo"...le avisaron que una de sus mejores amigas, quien estaba muy enferma, acababa de morir.Después de un momento siguieron planeando su gran noche y el pretexto que daría para no ir.


*


Cayó la tarde casi imperceptible... calló la tarde.Y el anochecer de igual manera, pero con otras perspectivas... fotografía,danzón,tinto,agua de... ¿de que?chicas lindas,más fotos,émulos de pachucos bailando pretenciosamente,más tinto,un cigarrillo,un balcón,viento fresco,arroz con leche y en el cielo una sonrisa deslumbrante.


*


Un poco de adrenalina regada en el viento
una carrera a toda velocidad y a ninguna parte
un espejo con mi rostro en fractales
un beso furtivo
una caricia loca
la explosión de mi vientre
la convulsión de mi carne
mi mirada roja
mi aliento ... se pierde.



*


Puedo decir muchas cosas
pero debo callar muchísimas más
para no resquebrajar
la fragilidad del inconciente colectivo
"humano".



*

La pasión por la música, por la perfección, el deleite que provoca inerpretar una melodía, volverse uno con la canción, morir un poco en el escenario al entregarse al ávido público, amante insaciable que bate sus manos agradeciendo la caricia máxima del cantante ... su voz.




*


Dentro de mi hay una presión
que necesita expresión,
pero solo obtengo represión
que deviene en depresión.
¿ Por qué debe ser tan difícil intentar vivir aquello 
que tiende a brotar espontáneamente de mí? 



*




Casualmente tropecé con una foto mía de cuando tenía un año,la miré largamente,repentinamente me sentí conmovido: yo fui un niño ... ¡y miren en lo que me he convertido! Me miré fijamente a mis ojos de niño y la imagen se sumergió en lágrimas... perdóname dije ... no sé porque. Entré en la habitaciòn de mi hijos,que ya dormían y abracé y besé repetidas veces al más pequeño,tal vez pensando que era el niño de la foto.



*


Hoy ...
hace unos momentos,
el viento sobre mi cara,
meció mis cabellos,
me susurró un secreto,
lo inerte cobró vida,
el mundo me pareció inmenso y bello,
el brillo de mis ojos volvió día la noche,
mi pensamiento voló hacia el horizonte,
pude oir desde allá el latir de mi corazón,
regresé sonriendo,
la magia de la noche,
percibo muchas cosas ...
entre tantas ...
mi existencia.



*


No es imposible luchar contra lo inevitable, pero es desgastante. Nuestros miedos, egoísmos, desengaños, intolerancia, intransigencia, vanidad, apatía, nuestros apegos ... muchas cosas van sepultando y eclipsando la fuente de luz más brillante que existe: la luz de la razón, la luz del conocimiento ... nuestra luz interior.


*


El tiempo es nuestra constante, la corriente que nos lleva, nuestra dimensión, nuestra atmósfera, vivimos en función de él, nuestra existencia pasa a través de él, la vida es tiempo.
En ocasiones en que estoy muy concentrado haciendo algo, en un momento decisivo, siento  que detengo el tiempo.
Nuestra conciencia entra en una de las habitaciones de la mente: LA ETERNIDAD.

Luis es un padre de familia, esposo, comparsa. Ahora más que nunca, creo que su vocación definitivamente es la elucidación de la vidorria, sus complejidades y el goce de sus placeres tanto íntimos (el compartir, la creación, la contemplación) como explícitos (lo festivo y sensual). En hora buena hombre, sigue escribiendo.


9.11.10

Malas malísimas/Zulima Martínez

Si dejaras de centrar toda la atención de tu obligo, posiblemente encontrarías alicientes por los que no estar siempre molesta. Pero niña ¿qué te ha hecho el mundo? Tomarse la vida tan a la tremenda es una forma de entrar en un coma. Sal a la calle, sonríe porque sí, por nada, por cualquier cosa. Vive con tus errores, no por ellos. Busca para no perderte o piérdete mientras buscas, pero no te escondas de ti misma.


°

A menudo, pasea por oscuras y estrechas calles que suelen oler a humedad, entonces su propia vida le resulta ajena. En estos lugares sin encanto aparente parece que el tiempo se ha detenido. Es como un pequeño milagro, un lujo invisible que una ciudad tan cosmopolita como la suya brinda a todo aquel que se preste a vagar con los ojos bien abiertos entre sus escondrijos.

°

La melancolía es como una gran piedra. Una losa que se inscribe en la memoria y la convierte en un recuerdo infinito y circular que nunca deja de rodar. También es la suma de muchas tristezas silenciadas o de un montón de sueños imposibles. Da igual. Al final, todo acaba siendo una misma cosa que recuerda constantemente las grandes mentiras que representamos.


Este texto que de verdad es Malo, malísimo cayó por mi chamba a las manos que lo pasaron a vuelo de pájaro, pero que se detuvieron abriendo sus pupilas sobre estos tres fragmentos. En fin, de todo lo malo, siempre sale algo bueno.

28.10.10

El idiota/Ciento y pico de cuentos

Una mañana en el consultorio de un psiquiatra, se presentó un paciente, exponiendo su caso:

-Fíjese doctor que todos los días por las noches y también al amanecer sueño con un gran empleo, soy el gerente de una gran empresa y mi sueldo me alcanza para mantener Toda una mansión con infinidad de sirvientes, viajes a Cancún, Acapulco, carros deportivos, mujeres bellísimas y otros lujos.

El doctor lo miró analíticamente, mirada característica de psicólogos y psiquiatras.

-Pues si este sueño lo persigue todos los días, mi amigo, pues ponga manos a la obra trabajando duro y obténgalo.

-Ese es el problema -dijo el paciente-, que cuando intento hacer algo para conseguir mis sueños, me invade el miedo y no puedo, no puedo.

-¡Ah, qué caray! –replicó el doctor-, pues si no puede conseguir su sueño, por más que lo intenta, entonces sustitúyalo. Piense o sueñe con un empleo de menor categoría, una casa más modesta, sus viajes a Oaxtepec, Chapultepec o Xochimilco y un carro compacto y austero.

-Lo he intentado doctor, no crea que no lo he hecho- contestó angustiado el paciente- pero siempre regreso a mi sueño original, no puedo sustituirlo.

-Si no puede sustituirlo, entonces olvídelo.

-Pero es que tampoco puedo…

-Pues si no puede obtener su sueño, no lo puede sustituir y no lo puede olvidar, es usted un idiota, porque sólo un idiota pierde el tiempo y desperdicia la vida soñando con cosas que nunca podrá alcanzar.

Edición familiar a cargo de Jorge Leonel Paz Torres.

11.10.10

Los diez mandamientos del escritor/Stephen Vizinczey



Escribí esto en respuesta a un ruego de Raymond Lamont–Brown, director de Writer’s Monthly, que me pidió algo «lleno de consejos sensatos y prácticos para quienes son en muchos casos novatos en la ocupación de escribir».

1. No beberás, ni fumarás, ni te drogarás.

Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.

2. No tendrás costumbres caras.
Un escritor nace del talento y del tiempo... Tiempo para observar, estudiar, pensar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales.

Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de las personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores.

A la edad de 24 años, tras la derrota de la revolución húngara, me encontré en Canadá con unas 50 palabras de inglés. Cuando me dí cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso de un alto edificio de Dorchester Street, en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mirar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme en un escritor inglés.

Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo bueno, y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de la mujer madura.

No podría haberlo hecho si me hubiesen interesado los trajes o los coches... En realidad, si no hubiera visto otra alternativa que la azotea de aquel rascacielos.
Algunos escritores inmigrantes que conocía trabajaban como camareros o vendedores para ahorrar dinero y crearse una base financiera antes de intentar ganarse la vida escribiendo; uno de ellos posee ahora toda una cadena de restaurantes y es más rico de lo que yo podría llegar a ser, pero ni él ni los otros volvieron a escribir.

Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No hay que atormentarse con ambiciones contradictorias.

3. Soñarás y escribirás y soñarás y volverás a escribir.

No dejes a nadie decirte que estás perdiendo el tiempo cuando tienes la mirada perdida en el vacío. No existe otra forma de concebir un mundo imaginario.

Nunca me siento ante una página en blanco para inventar algo. Sueño despierto con mis personajes, sus vidas y sus luchas, y cuando una escena se ha desarrollado en mi imaginación y creo saber qué han sentido, dicho y hecho mis personajes, tomo pluma y papel e intento relatar lo que he presenciado.

Una vez que he escrito mi relato, a mano y a máquina, lo leo y encuentro que la mayor parte de lo escrito es a) confuso o b) inexacto, o c) tedioso, o d) sencillamente no puede ser verídico. Así, utilizo el borrador mecanografiado como una especie de informe crítico de lo que he imaginado y vuelvo a soñar mejor toda la escena.

Fue este modo de trabajar lo que me hizo comprender, cuando aprendía inglés, que mi principal problema no es la lengua, sino, como siempre, ordenar las cosas en la cabeza.

4. No serás vanidoso.

La mayor parte de los libros malos lo son porque sus autores están ocupados en tratar de justificarse a sí mismos.

Si un autor vanidoso es alcohólico, el personaje de su libro descrito con mayor simpatía será un alcohólico. Este tipo de asunto es muy aburrido para los extraños.

Si crees ser sabio, racional, bueno, una bendición para el sexo opuesto, una víctima de las circunstancias, es porque no te conoces a ti mismo lo suficiente como para escribir.

Dejé de tomarme en serio a la edad de 27 años. y desde entonces me he considerado sencillamente materia prima. Me utilizo del mismo rnodo que se utiliza a sí mismo un actor: todos mis personajes —hombres y mujeres, buenos y malos— están hechos de mí mismo, más la observación.

5. No serás modesto.

La modestia es una excusa para la chapucería, la pereza, la complacencia; las ambiciones pequeñas suscitan esfuerzos pequeños. Nunca he conocido a un buen escritor que no intentara ser grande.

6. Pensarás sin cesar en los que son verdaderamente grandes.

«Las obras del genio están regadas con sus lágrimas», escribió Balzac en Ilusiones perdidas. Rechazo, mofa, pobreza, fracaso, una lucha constante contra las propias limitaciones..., tales son los principales sucesos en las vidas de la mayoría de los grandes artistas, y si aspiras a conseguir su destino debes fortalecerte aprendiendo de ellos.

Yo me he animado con frecuencia al releer el primer volumen de la autobiografía de Graham Greene, Una especie de vida, que trata de sus primeras luchas. También he tenido ocasión de visitarle en Antibes, donde vive en un pequeño piso de dos habitaciones (un lugar diminuto para un hombre tan alto) con los lujos de un aire suave y una vista del mar, pero pocas posesiones aparte de libros. Parece tener pocas necesidades materiales, y estoy seguro que esto tiene algo que ver con la libertad interior que emana de sus obras. Aunque afirma que ha escrito sus «entretenimientos» por dinero, es un escritor dirigido por sus obsesiones sin hacer caso de modas cambiantes e ideologías populares, y esta libertad se comunica a sus lectores. Uno se siente liberado del peso de los propios compromisos, al menos mientras lo lee. Esta clase de logro sólo es posible para un escritor de costumbres espartanas.

Ninguno de nosotros tiene oportunidad de conocer personalmente a muchos grandes hombres, pero podemos estar en su compañía leyendo sus memorias, diarios y cartas. Hay que evitar, sin embargo, las biografias, en especial las que han sido convertidas en películas o series de televisión. Casi todo lo que nos llega sobre los artistas a través de los medios es pura palabrería, escrita por perezosos autores mercenarios que no tienen la menor idea del arte ni del trabajo duro. Un ejemplo reciente es Amadeus, que intenta convencernos de que es fácil ser un genio como Mozart y muy difícil ser una mediocridad como Salieri.

Hay que leer, en cambio, las cartas de Mozart. En cuanto a literatura específica sobre la vida del escritor, yo recomendaría Una habitación propia, de Virginia Woolf; el prefacio de La dama morena de los sonetos, de Shaw; Martin Eden, de Jack London, y sobre todo, Ilusiones perdidas, de Balzac.

7. No dejarás pasar un solo día sin releer algo grande.

En mi adolescencia estudié para ser director de orquesta, y de mi educación musical adopté una costumbre que considero esencial para los escritores: el estudio constante y diario de las obras maestras. La mayor parte de los músicos profesionales de dicha categoría conocen de memoria centenares de partituras; la mayor parte de los escritores, en cambio, sólo tienen el más vago recuerdo de los clásicos, lo cual explica que haya más músicos expertos que escritores expertos. Un violinista que poseyera la técnica de la mayor parte de los novelistas publicados no encontraría nunca una orquesta en la que tocar. Lo cierto es que sólo absorbiendo las obras perfectas, los modos específicos inventados por los grandes maestros para desarrollar una toma, construir una frase, un párrafo, un capítulo, se puede aprender todo lo que hay que aprender sobre la técnica. Nada de lo que ya se ha hecho puede decirte cómo hacer algo nuevo, pero si comprendes las técnicas de los maestros tienes más posibilidades de desarrollar las propias. Para decirlo en términos de ajedrez: aún no ha existido un gran maestro que no conociera de memoria las partidas de campeonato de sus predecesores.

No se debe cometer el error común de intentar leerlo todo para estar bien informado. Estar bien informado sirve para brillar en las fiestas, pero resulta absolutamente inútil para un escritor. Leer un libro para poder charlar sobre él no es lo mismo que comprenderlo. Es mucho más útil leer una y otra vez unas cuantas novelas hasta comprender por qué son buenas y cómo las han construido los escritores. Hay que leer una novela unas cinco veces para comprender su estructura, qué la hace dramática y qué le presta ritmo e impulso. Sus variaciones en compás y escala de tiempo, por ejemplo: el autor describe un minuto en dos páginas y luego cubre dos años con una frase... ¿Por qué? Cuando hayas comprendido esto sabrás realmente algo.

Cada escritor elegirá sus propios favoritos entre aquellos de quienes cree que puede aprender más, pero desaconsejo con firmeza la lectura de novelas victorianas, que están infestadas de hipocresía e hinchadas de redundancias. Incluso George Eliot escribió demasiado sobre demasiado poco.

Cuando te sientas tentado de escribir cosas superfluas deberás leer los relatos de Henrich von Kleist, quien dijo más con menos palabras que cualquier otro escritor en la historia de la literatura occidental. Lo leo constantemente, así como a Swift y a Sterne, a Shakespeare y a Mark Twain. Por lo menos una vez al año releo algunas obras de Pushkin, Gogol, Tolstoi, Dostoyevski, Stendhal y Balzac. A mi juicio, Kleist y estos novelistas franceses y rusos del siglo XIX son los más grandes maestros de la prosa, una constelación de genios no superados, como los que encontramos en la música, de Bach a Beethoven, y todos los días intento aprender algo de ellos. Esta es mi técnica.

8. No adorarás Londres–Nueva York–París.

Conozco a menudo aspirantes a escritores de lugares apartados que creen que las personas que viven en las capitales de los medios de comunicación tienen sobre el arte alguna información interna especial que ellos no poseen. Leen las páginas de críticas literarias, ven programas sobre arte en televisión para averiguar qué es importante, qué es el arte en realidad, qué debería preocupar a los intelectuales. El provinciano suele ser una persona inteligente y dotada que acaba por adoptar la idea de algún periodista o académico de mucha labia sobre lo que constituye la excelencia literaria, y traiciona su talento imitando a retrasados mentales que sólo tienen talento para medrar.

Aunque no hay razón para sentirse aislado. Si posees una buena colección de ediciones en rústica de grandes escritores y no dejas de releerlos, tienes acceso a más secretos de la literatura que todos los farsantes de la cultura que marcan el tono en las grandes ciudades. Conozco a un destacado crítico de Nueva York que no ha leído nunca a Tolstoi, y además está orgulloso de ello. No hay que perder el tiempo, por tanto, preocupándote por lo que está de moda, del tema idóneo, el estilo idóneo o qué clase de cosas ganan los premios. Cualquier persona que haya tenido éxito en literatura lo ha conseguido en sus propios términos.

9. Escribirás para tu propio placer.

Ningún escritor ha logrado jamás complacer a lectores que no estuvieran aproximadamente en su mismo nivel de inteligencia general, que no compartieran su actitud básica ante la vida, la muerte, el sexo, la política o el dinero. Los dramaturgos son afortunados: con ayuda de los actores pueden extender su mensaje hasta más allá del círculo de los espíritus afines. No obstante, hace sólo un par de años leí en los periódicos americanos las críticas más condescendientes de Medida por medida..., la obra en sí, ¡no la producción! Si Shakespeare no puede complacer a todo el mundo, ¿por qué intentarlo siquiera nosotros?

Esto significa que no vale la pena que te esfuerces por interesarte en algo que te resulta aburrido. Cuando era joven perdí mucho tiempo intentando describir vestidos y muebles. No sentía el menor interés por los vestidos ni por los muebles, pero Balzac experimentaba hacia ellos un apasionado interés, que consiguió comunicarme mientras le leía, así que pensé que debía dominar el arte de escribir excitantes párrafos sobre armarios si quería ser algún día un buen novelista. Mis esfuerzos estaban condenados, y agotaron todo mi entusiasmo por aquello que me había propuesto escribir en primer lugar.

Ahora sólo escribo sobre lo que no me interesa. No busco temas: cualquier cosa en la que no pueda dejar de pensar es mi tema.

Stendhal dijo que la literatura es el arte de la omisión. y omito todo lo que no me parece importante. Describo a las personas sólo en los términos de aquellas de sus acciones, afirmaciones, ideas, sentimientos, que me hayan escandalizado–intrigado–divertido– deleitado a mí mismo o a otros.

No es fácil, por supuesto, ser fiel a lo que realmente nos importa; a todos nos gustaría ser considerados personas llenas de curiosidad por todo. ¿Quién asistió jamás a una fiesta sin fingir interés por algo? Pero cuando escribes tienes que resistir la tentación, y cuando lees lo que has escrito debes preguntarte siempre: «¿Me interesa de verdad esto?».

Si te ves a ti mismo —a tu yo verdadero, no a un concepto imaginario de ti mismo como la más noble de las personas que sólo se preocupan por los niños hambrientos de Africa—, tienes la posibilidad de escribir un libro que agrade a millones. Esto es así porque, quienquiera que seas, hay en el mundo millones de personas más o menos parecidas a ti. Pero nadie quiere leer a un novelista que no piense realmente lo que escribe. El éxito editorial más ramplón tiene una cosa en común con una gran novela: ambos son auténticos.

10. Serás difícil de complacer.

La mayoría de los libros nuevos que leo se me antojan a medio terminar. El escritor se contentó con hacer su trabajo más o menos bien, y luego pasó a algo nuevo.

Para mí, escribir empieza a ser emocionante de verdad cuando vuelvo a un capítulo un par de meses después de haberlo escrito. En esta fase lo miro menos como autor que como lector, y por muchas veces que reescribiera originalmente el capítulo, todavía encuentro frases que son vagas, adjetivos que son inexactos o superfluos. De hecho encuentro escenas enteras que, aunque ciertas, no añaden nada a mi comprensión de los personajes o de la historia y, por consiguiente, pueden eliminarse.

Es en este punto cuando examino el capítulo durante el tiempo suficiente para aprendérmelo de memoria —lo recito palabra por palabra a cualquiera dispuesto a escuchar— y si no puedo recordar algo, suelo descubrir que no era correcto. La memoria es un buen crítico.

10.10.10

Decálogo del escritor/ Augusto Monterroso







1. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

2. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

3. En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

4. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

5. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

6. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

7. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

8. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

9. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

10. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

11. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

12. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


Augusto Monterroso, Lo demás es silencio, 1978, Ed. Anagrama

Decálogo del perfecto cuentista/Horacio Quiroga





I

Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.


II
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino

X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.


Horacio Quiroga, Decálogo del perfecto cuentista, 1928, Revista Babel