Muchos necesitan saber que: "hay" es haber, "ahí" es un lugar, "ay" es una exclamación y "ahy" no existe. “Haya” es haber, “halla” es encontrar, “allá” es un lugar, "haiga" no existe. “Botar” es para la basura y “votar” es su derecho de elegir. "Iba" es de ir, "iva" es un impuesto, e "hiba" no existe. "Valla" es un obstáculo, "vaya" es ir y "baya" es un fruto. Hagamos una campaña.
- Monserrat Espín Nada tiene sentido de preservarse, si de todos modos va a cambiar en algun momento. Aparte creo que el mensaje era chistoso y ya generó controversia jajajajajajaaj que cagado jajajajaja
- Fernando Hernández la ortografía es nomás uno de los problemas. no sabemos escribir, tenemos pedos para expresar claramente lo que pensamos y tenemos pedos para pensar. flaco favor hacemos al justificar nuestras deficiencias
Beata Fénix Si no tiene sentido preservar el lenguaje tampoco tiene sentido hacer formaciones lingüísticas compresibles. Todos sabemos que cada idioma cambia su oralidad y escritura con el paso de las generaciones, constructoras de culturas "nuevas". Sin embargo, el cambio mismo es algo que viene en serie y se articula desde lo previo (la navaja de Ockham , o el huevo y la gallina), las reglas del lenguaje le dan cierta complejidad, misma que nos vuelve pensadores competentes, no sirven sólo para mostrar un discurso bonito, más bien son un ejercicio mental. ¿Tampoco vale la pena preservar nuestras mentes?
La ortografía tiene el mismo sentido -creo- que los apellidos. Viéndolo desde la perspectiva de las lenguas romances, es ella la que nos identifica. En realidad "boto" es distinto de "voto" por la pronunciación transparente que se espera en la colocación de la B-V (que no es el mismo fonema), importancia que en la mezcla idiomática se ha ido desdibujando.
La cuestión en México, preocupante para mí, porque sí: me gusta muuuuchooo leer y escribir; es que la pereza por tomar decisiones y la ansiedad por constituirnos como un apéndice de otra cultura con menores letras, sin acentos, nos está llevando a encoger los límites de nuestra realidad, cuya experiencia no radica en el lenguaje, pero sí su interpretación y consecuente afirmación.
La sabiduría no es exactamente el conocimiento, sino su aplicación en una vida coherente, autogestiva y respetuosa. Pero el conocimiento sí que es un camino para la sabiduría, porque da claridad y una constante oposición a aquello que creemos comprender.