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Así he pasado muchas
de aquellas tardes muertas.
Oyendo los silencios de la vida
y los ecos lejanos de mi voz interior.
Así tracé mi ruta,
con la paz resignada con que muere mi verso,
con el hondo silencio con que nace el amor.
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Intenté escudriñar en el misterio,
como quien ve la espiga encorvada de grano
y desciende por ella
hasta encontrar la semilla
de la que pudo nacer.
Intuí la belleza
de las cosas que estamos
acostumbrados a ver.
Ahí estaba el misterio.
Eran palabras en silencio
que congregaban
sueños y pensamientos.
Hay un velo sobre todas las cosas.
Mi pensamiento era débil
para recorrerlo.
Mis ojos necesitan de otros ojos,
como de un microscopio
que abre el secreto de las cosas invisibles,
la grandeza microcósmica de la sencillez.
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Lo que cuenta es saber
por qué se vive,
por qué se muere
y por qué se ama.
El amor y la muerte
descubren al hombre
en su verdad desnuda.
Por eso sólo el amor responde
al enigma planteado por la muerte.
Es sólo el amor el que revela
a aquellos que no caben
en el boceto del mundo.
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2009: Cd. de México
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2009: Cd. de México
