Científicos del CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) han realizado un experimento cuyos resultados pueden tener extraordinarias consecuencias para el futuro de la ciencia y la tecnología y abrir un nuevo horizonte para la vida humana. Los neutrinos son más rápidos que la luz.
El anuncio de que los neutrinos pueden viajar a una velocidad superior a la de la luz ha causado un verdadero revuelo en la comunidad científica, ya que de confirmarse los resultados se abre para la civilización humana una especie de stargate, de extraordinarias consecuencias científico-tecnológicas y, obviamente, para la vida cotidiana, como la tuvo la Teoría de la relatividad, de Albert Einstein.
La posibilidad de que el neutrino sea más rápido que el fotón -la partícula portadora de la luz visible- no es poca, dado que el neutrino es una partícula subatómica con una masa minúscula que posee la propiedad de atravesar la materia sin apenas alterarla. Sin embargo, la concreción de esta posibilidad y todo lo que ella conllevaría de revolución futura para nuestra civilización no supone, como se han apresurado a proclamar muchos medios de comunicación, un «duro golpe» para la Teoría de la relatividad ni la confirmación de que se pueda viajar en el tiempo. Tampoco la Teoría de la relatividad acabó con la mecánica celeste de Newton, cuya metafórica manzana aún nos golpea en la cabeza. Muchas de las nociones planteadas por Einstein en su teoría se han comprobado y han tenido consecuencias concretas en la vida diaria -rayo láser, holografía, informática, etc.-, lo que significa que los científicos no estudian e investigan para desacreditar o tumbar los logros de sus antecesores, a menos que sus afirmaciones estén contaminadas de intereses políticos o religiosos, sino para conocer más y mejor el universo en el que vivimos. La noticia de que el neutrino pueda ser más veloz que el fotón, independientemente de que se confirme o no, resulta altamente esperanzadora porque nos indica en estos tiempos de zozobra de que el mundo eppur si muove, como, según la tradición, dijo Galileo Galilei, después de que la Iglesia le obligara a retractarse de que la Tierra giraba alrededor del Sol.