15.11.11

Clases sociales y consumos de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y bienes culturales/Héctor O. Mansillam en Revista Versión digital

Asumimos que el principio de la acción social de toda práctica, incluida la del consumo, no es la consciencia de un sujeto enfrentado a un mundo objetivo, ni el resultado de las determinaciones y constricciones impuestas por ese mundo, sino la relación entre dos estados de lo social: la historia hecha cosas, objetivada en instituciones y campos, y la historia hecha cuerpo, encarnada en los agentes como sistema de disposiciones a actuar y percibir perdurables y transponibles a los que Bourdieu llamará habitus (Bourdieu, 1999: 198). Articulación donde se juega no sólo el mecanismo de producción del mundo social sino también su reproducción.

Desde este modelo teórico la trama social se presenta en forma de un espacio de varias dimensiones. Así, la realidad social es entendida como un conjunto de relaciones invisibles, un espacio de posiciones definidas unas con relación a otras. En su momento objetivista, la sociología es un análisis de las posiciones relativas y de las relaciones objetivas entre estas posiciones. A su vez, en su momento subjetivista, recupera aquella posición incorporada, hecha cuerpo en forma de principios de acción y percepción, como sistemas de clasificación que ordenan el sentido vivido de la experiencia.

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Así como una posición remite a otras que la excluyen y de las que se diferencia, cada toma de posición, cada manera de acceder y consumir unos bienes se comprende en su diferencia con otras formas posibles.

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La realidad social guarda siempre oculta, en cada momento, en cada acción, la existencia de otra verdad. Doble verdad inscrita en el doble sentido de toda práctica. Como un pliegue sobre la subjetividad del agente es posible dar cuenta de los sentidos vividos en cada consumo, en el modo en el que los agentes sociales tienen de comprender su propia práctica y sus maneras de acceder, apropiarse y usar las tecnologías y los bienes culturales que se le presentan en su mundo. Mundo entonces dotado de un sentido que es necesario incorporar para dar cuenta por completo de la acción social.