Descriptores:
Gordon Matta-Clark – Arquitecture – Arquitectura – Performance – Arte – Urbanismo – Building – Dissections – Retrospective – Museum – New York.
1.- Anarquitectura y deconstrucción.
Gordon Matta-Clark (Nueva York,1943-1978), hijo del pintor surrealista chileno Roberto Matta, conocido por sus ‘‘cuttings’’, transformaciones de edificios mediante cortes o extracciones de fragmentos, y considerado como uno de los artistas conceptuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Estudió arquitectura en la Universidad de Ithaca en el Estado de Nueva York y literatura en París, pero decidió ser artista y no ejercer como arquitecto, pese a todo –y no sin razón– se ha descrito a Gordon Matta-Clark como “el único y verdadero arquitecto decontructivista”1. Matta-Clark opera la des-composición como proceso entropológico de desmantelamiento de elementos: paredes, suelos, ventanas, puertas.
Una casa encierra, nos acerca a las cosas, acentúa nuestra capacidad de intervenir sobre ellas, dominándolas. En lugar de esta contención y cierre arquitectónico habituales las intervenciones de Matta-Clark permitían una abertura, de este modo un despliegue estos “gestos deconstructivos que invocaban la dialéctica negativa del deshacer”2.
Matta-Clark situado en el marco ideológico de la hermenéutica marxista proponía la transformación de las organizaciones ciudadanas en un moderno proyecto de emancipación, mediante acciones de belleza convulsa, propias de los tiempos de crisis, buscaba socavar las bases sistémicas del capitalismo tardío y lo hacía cuestionando el concepto mismo de propiedad. Así sus investigaciones con el grupo Anarchitecture [Anarquitectura] plantean cuestiones históricas y filosóficas de amplio alcance sobre la naturaleza del espacio social y de la propiedad, sobre el profundo nexo entre propiedad e identidad3 , así como la relación entre el concepto de propiedad y las condiciones de su uso, su consumo y, aún más importante, su transformación en desecho.
Este proceso de consumo y desecho explorado por el pop y el conceptualismo permitirá a Matta-Clark construir ese originalísimo entramado reticular de política y arte mediante el cual irrumpirá en la escena artística de Nueva York emplazando críticas institucionales a partir de experiencias colectivas en el espacio urbano. “Su preocupación se centró en los nuevos modos de vida y las nuevas subjetividades e identidades políticas posteriores a 1968: trabajando con basuras, ofreciendo oxígeno a los transeúntes de Nueva York, abriendo un restaurante gestionado y dirigido por artistas, poniendo en tela de juicio la propiedad privada del suelo o subiéndose a la Clocktower para, colgado de su reloj, proceder a afeitarse, ducharse y lavarse los dientes”4.
Todo aquél que quería ver sus intervenciones de arte tenía que saltar, hacer equilibrios, “imaginarse la posibilidad de caer al vacío a través de sus recortes...”, exponerse a la misma experiencia, tan espantosa como estimulante, de suprimir la tierra firme bajo sus pies, soltar casi literalmente todo aquello que supone un hogar esencial.
Todas esas acciones tenían lugar fuera de los sacralizados recintos de galerías o museos5. Prácticamente todas sus intervenciones en edificios fueron fotografiadas, filmadas o grabadas en vídeo, y el modo en que las registraba estaba en perfecta coherencia con el discurso general que trataba de construir o, si se quiere, deconstruir.
2.- Sustracciones e historias de construcción y estratificación.
Matta-Clark el poeta del espacio que exploró sus vacíos operando directamente sobre los sólidos construidos. Intervino edificios –cortándolos, seccionándolos, troceándolos, agujereándolos, desplazándolos– para materializar sus ideas sobre el espacio que él intuía desde una dialéctica personal (designar espacios, crear complejidad). Las dualidades que fue descubriendo, impecablemente reflejadas en sus montajes fotográficos (vertical/horizontal, interior/exterior, vacío/lleno) resumen en términos de experiencia estética las principales ideas filosóficas y estéticas sobre el espacio.
Esos cortes conforman una suerte de narración gráfica y textual que explica tanto el proceso de la obra como su contexto interno. Sus viajes al subsuelo de la ciudad pretendían descubrir espacios sin nombre, lugares ocultos: "Tengo interés en una expedición al subsuelo: una búsqueda de los espacios olvidados y enterrados bajo la ciudad. Esta actividad debería sacar el arte de la galería e introducirlo en las cloacas", señalaba Matta-Clark.
A medida que se excava y se socavan las capas cosméticas, las sustracciones de Matta-Clark revela capas de información, historias de construcción y estratificación. Matta-Clark explora los espacios olvidados que han quedado enterrados bajo la ciudad, como reserva o como recordatorios supervivientes de proyectos y fantasías perdidos. Estas expediciones incluirían el trazado de mapas y la introducción o la excavación en estos cimientos perdidos6.
3.- La casa como dispositivo de memoria; naturaleza ritual de lo doméstico y concepto de propiedad.
“Cada ciudad es un texto colectivo que vehiculiza y almacena una memoria colectiva, una narración geográfica e históricamente emplazada, cabe preguntarse por las formas de esa inscripción en el imaginario colectivo y sus procesos de sedimentación en el lenguaje, la forma en que se gesta la identidad, se conforman los ideales y la formas del conformismo, en definitiva, como se magullan los sueños. Cada transformación de la ciudad, cada re-organización territorial, cada nuevo multicine o megamercado, articula nuevas formas de relacionarnos o distanciarnos en la escena urbana. Con cada edificio que desaparece o se transforma desaparece una forma ritual de vida, se silencian saberes y memorias colectivas, se apagan los ecos de los fantasmas que pululan en aquellos lugares, los que hicieron propios y en los cuales afincaron su memoria e inscribieron su huella en el tiempo”7.
La casa es así un dispositivo de memoria, extrae de cada habitante sus pensamientos inconscientes y les da cuerpo: entidades fantasmáticas nacidas de los recuerdos, que resurgen en el presente, y que se producen como un intento de vincularnos a ella, de acercarnos. Pero la memoria le ha sido enajenada. Los edificios son entidades fijas en la mente de la mayoría. La idea de un espacio mutable es tabú especialmente en la casa de uno. Los que tienen una casa, por norma general, no hacen mucho más que conservar su propiedad. “Hay que abrir la casa para que pueda recordar, hay que moverla para poner de nuevo en libertad esos recuerdos. Para abrir la memoria de la casa pondríamos agua por medio, agua que nos apartaría de su visibilidad, que nos desposeería de la seguridad de nuestra intervención sobre los objetos que rodean nuestro cuerpo, ya no viéndolos; porque, ¿qué otra cosa es el dominio -como realización de lo doméstico- sino la costumbre que guía nuestros hábitos útiles, la cristalización de una de aquellas entidades fantasmáticas en siempre la misma reacción apropiada?”8. Así, para poder ver las intervenciones de Matta-Clark había que caminar, internarse en ellas, ser tragado por ellas, hasta que la dimensión, la forma, el color mismo de los objetos exteriores perdiera su fuerza, su rotundidad, y con ello, nuestra capacidad de actuar sobre ellos, de dominarlos.
Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Estética y Antropología. Profesor de Postgrado PUCV; Profesor de Antropología y de Estética, Departamento de Artes y Humanidades, UNAB. Profesor visitante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado UCM. Director de la Revista Observaciones Filosóficashttp://www.observacionesfilosoficas.net/. Miembro del Consejo Editorial de Escaner Cultural —Revista de arte contemporáneo y nuevas tendencias— http://www.escaner.cl/ y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias http://www.konvergencias.net/, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Buenos Aires.