8.9.10

Anónimo, cambiado en la calle por un peso

Desnudé los secretos de la noche
me asomé al fondo del recuerdo
sospeché tu encuentro en mi cuento

me emborraché como buen bebedor del cielo
como un buen sabio sin conocimiento
rodando el viejo albedrío
sudando los pretextos del tiempo
sudando los sueños del invierno
perderme de tanto contenerme

vagando o viajando viviendo
en un instante el desembarco
en mi día azul del mediterráneo

presente o ausente, reflejos
autómatas del amor del bar de enfrente
carreteras pintadas en tus labios rojos

ventanas utópicas del lado opuesto
de las noches que me diste
y dijiste, o acaso, dirigiste mi pasado
espuma del río de tus manos
descansando sobre la piedra pulida
de tus besos esclavos de sus clavos

perdí el paraíso el día que abrí los ojos, dejé de soñar
y de pensar que la vida era la última oportunidad
para irte a buscar y cambiar
la dirección del tiempo en la brújula
de la realidad marchando hacia el mar

para recuperar la magia que te hizo confiar
en la furia humana de mis planes
de viaje y de gloria en tierra de tus ideales

sabes que los rituales sin tus tardes
son tierras indomables de nadie
y que los soles son estrategia perfecta para cuidarte
y que los abanicos de arcoiris
son los testigos de tus corrientes
de la verdad que te mantiene inquieta.

San Lorenzo del Escorial, Bunker.

Llegó a nosotros por Erik Gárzia que se lo compró a un poeta en la calle que estaba juntando dinero para montar una exposición de pintura en Coyoacán. Ojalá tengamos pronto contacto con él. No sabemos ni su nombre.