31.12.10

Pensamientos/Pascal


Hay que saber dudar donde es necesario, aseverar donde es necesario, someterse donde es necesario.
Quien no lo hace no escucha la fuerza de la razón. Los hay que pecan contra estos principios, o bien aseverándolo todo como demostrativo, no por entender de demostraciones; o bien dudando de todo por no saber dónde hay que someterse: o bien sometiéndose a todo por no saber dónde hay que juzgar.

*

Uno no se imagina a Platón y a Aristóteles sino con sus grandes togas de pedantes. Eran gentes honradas, como todas las demás, que reían con sus amigos; y cuando se divirtieron en hacer sus "Leyes" y su "Política", lo hicieron bromeando; es la parte menos filosófica y más seria de su vida; la más filosófica consistía en vivir sencilla y tranquilamente. Si escribieron de política, fue como para arreglar un hospital de locos; y si aparentaron hablar de ello como de una gran cosa, es que sabían que los locos a quienes se dirigían pensaban ser reyes o emperadores. Entraban en sus principios para moderar su locura lo mejor que se podía.

*

CAÑA PENSANTE.- No es el espacio donde debo buscar mi dignidad sino en el arreglo de mi pensamiento. No poseería más aunque poseyera tierras: por el espacio, el universo me comprende y me devora como un punto; por el pensamiento yo lo comprendo.

*

CONTRADICCIÓN es un mal indicio de verdad: muchas cosas ciertas se ven contradichas; muchas falsas pasan sin contradicción. Ni la contradicción es signo de falsedad ni la incontradicción es signo de verdad.

*

No nos contentamos con la vida que tenemos en nosotros y en nuestro propio ser; queremos vivir, en la idea de los demás, una vida imaginaria, y nos esforzamos por esto en parecerlo. Trabajamos incesantemente en embellecer y conservar nuestro ser imaginario, descuidamos el verdadero. Y si tenemos tranquilidad, o generosidad, o fidelidad, nos apresuramos a hacerlo saber, con el fin de vincular estas virtudes a nuestro otro ser, y estaríamos dispuestos a arrancárnoslas para unirlas al otro; preferiríamos ser poltrones con tal de adquirir la reputación de ser valientes. ¡Gran signo de la nada y de nuestro propio ser el no estar satisfecho del uno sin el otro, y de canjear con frecuencia el uno por el otro! Porque quien no muriera por conservar su honor sería infame.

29.12.10

Juan raro/Olaf Stapledon


La guerra reveló al siglo XIX como un siglo idiota. ¿Qué ocurrió entonces? Algunos hombres inteligentes (inteligentes, recuérdalo) volvieron a las Iglesias. Otros opinaron que debemos luchar por el progreso de la humanidad o la felicidad de las generaciones venideras. Otros, sintiendo que la humanidad no tenía salvación, adoptaron una actitud de exquisito desamparo, basada ya en el desprecio y el odio por sus semejantes, ya en una compasión que en el fondo era lástima de sí mismos. Otros, aficionados al arte y la literatura, decidieron gozar todo lo posible en este mundo agonizante. Buscaron el placer a cualquier precio, pero un placer refinado. Por ejemplo aunque querían suprimir todas las barreras, los placeres sexuales debían ser escogidos y conscientes. Gustaban de las ideas por su sabor y olor. Eran las moscas de una civilización podrida. ¡Pobres desaventurados! En el fondo debían odiarse a sí mismos. Había buena pasta en ellos, pero se echaron a perder.

(…)

¿Sabes?, son realmente maestros de ideas, por lo menos de las ideas de moda. Lo que piensan y sienten hoy, será lo que pensarán y sentirán los demás el año que viene. Algunos son, de acuerdo con las normas del Homo sapiens, pensadores de primera línea, o lo hubiesen sido en otras circunstancias. Atraen a los seres más sensibles y más inteligentes del país, y estas pobres moscas caen en una tela de araña, una sutil tela de convenciones (tan sutil que la mayoría nos e da cuenta) y aletean y aletean imaginando que vuelan a grandes alturas. Tienen la reputación de ser la gente menos convencional del mundo, pero los maestros les imponen la convención de lo no convencional. Son audaces, pero dentro de ciertos límites. La similitud de gustos, morales e intelectuales, los hace fundamentalmente idénticos, a pesar de algunas diferencias superficiales y pintorescas. Y las convenciones no sin ni siquiera convenciones sólidas. Consisten en ser “brillante” y “original” y tener “experiencias”. Algunos son brillantes y originales de acuerdo con los cánones de la especie, y otros saben escoger sus experiencias. Pero, atrapados en esa tela de araña, todo se reduce a una mera agitación. No hay vuelos verdaderos.

El brillo es sólo lustre; la originalidad, perversión y las experiencias, experiencias crudas. No me refiero con esto a las experiencias sexuales, aunque su afán de romper con la tradición y escapar al sentimentalismo los hizo caer en una extravagancia vulgar y estéril. Me refiero a la crudeza de… bueno, de espíritu. Aunque a menudo son muy inteligentes, para su especie, se entiende, no han logrado captar los aspectos más finos de la experiencia… y esto se debe en parte, me parece, a una total carencia de disciplina espiritual, y en parte a un miedo oscuro y casi inconsciente. Son todos muy sensibles al placer y al dolor; pero cuando tropezaron por primera vez con una experiencia fundamental les pareció aterradora. Evitaron desde entonces esas experiencias, y compensaron esa perpetua huida lanzándose a toda suerte de juegos menores y superficiales, aunque sensacionales, sin dejar de hablar solemnemente de la Experiencia con E mayúscula.
*
Hay verdaderos conductores, como el joven X, cuyas ideas revolucionarias van a afectar enormemente el pensamiento social. X es hombre inteligente, y de carácter. Pero nadie, ni él mismo, conoce sus verdaderos motivos. Pasó miserias hace algún tiempo, y ahora desea vengarse. Dejémosle, y ojalá tenga suerte. Pero piensa en lo que es tener esa meta, aun inconscientemente. Le ha permitido trabajar con eficacia, pero también lo ha estropeado, pobre hombre. O toma el el caso del filósofo W, que tanto ha hecho por destruir la confianza simplista de la vieja escuela en las palabras. Su problema es similar al de X. Lo conozco muy bien a ese bicharraco. La raíz de todos sus esfuerzos es la idea que tiene de sí mismo: hombre que no se inclina ante otros hombres ni ante Dios, exento de prejuicios y sentimentalismos, fiel a la razón, pero no su ciego esclavo. Todo esto que podría ser admirable, lo obsesiona de tal modo que pierde la cabeza. No se puede ser un verdadero filósofo si se tiene una obsesión. ¿Y V? Los electrones o las galaxias carecen de secretos para él, y ha tenido ciertas experiencias de tipo espiritual. Y bien, ¿cómo funciona esta vez el mecanismo? Es una criatura amable y simpática, le gusta pensar que el universo es irreprochable, desde el punto de vista humano. De ahí sus investigaciones y especulaciones. Por otra parte su experiencia espiritual le indica que la ciencia es insuficiente. Muy bien, otra vez; pero como su experiencia espiritual no es muy profunda y se mezcla con su bondad, ésta le hace decir cosas acerca del universo que son meras invenciones.
*
Si me encarcase del Homo sapiens no podría hacer mi verdadero trabajo. No sé todavía en qué consiste. Pero tiene su raíz en mi interior. Por supuesto, no se trata de salvar mi alma. Yo, como individuo, puedo condenarme sin que el universo se entere. En realidad, mi condenación podrían contribuir a la belleza del mundo. no me preocupo por mí mismo, pero pienso que puedo hacer algo importante. Esto lo sé. Sé que debo empezar… bueno, por el descubrimiento interior de una realidad exterior, objetiva.
(…)
He conocido a muchos hombres grandes y pequeños y veo claramente que, en asuntos importantes, el Homo sapiens es una especie difícil de educar. No ha aprendido la lección de la última guerra. No muestra más inteligencia práctica que una mariposa que se acerca una y otra vez a la llama de una vela, hasta quemarse las alas. Mucha gente ve el peligro. Pero son los que no actúan. Con esta nueva religión del nacionalismo y los adelantos de la técnica, el desastre es casi inevitable. A menos que se produzca un milagro; lo que por supuesto, puede ocurrir. Un salto hacia adelante, hacia una mentalidad más humana; una revolución social y religiosa que abarcara el mundo entero. Debo luchar por mí mismo, y, si es posible, evitar que el desastre próximo me aplaste.
*
Fue para Juan una sorprendente revelación comprender que los seres humanos normales son incapaces de desinteresarse de sus surfrimientos personales, o de prestarles verdadera atención. Por primera vez vio, claramente, las torturas que aguardan en todo momento a seres más sensitivos y conscientes que las bestias, aunque no bastente sensitivos ni enteramente conscientes. La imagen de un mundo semihumano, agobiado por pesadillas, lo oprimió hasta la desesperación.
(…)
Podía ahora retroceder, y estudiar y apreciar al Homo sapiens, y veía ahora que, aunque no divina, esa criatura era, después de todo, una bestia noble y hasta seductora, en verdad la más noble y seductora de todas. Admitía que el ser humano era superior a los animales, pero afirmaba, a la vez, que estaba condenado a ser siempre infiel a lo mejor de sí mismo.

Juan comprendió todo esto, y comprendió, también, por vez primera, que el Homo sapiens era incapaz de aceptar con ecuanimidad sus dolores y sufrimientos. Sintió piedad entonces, una pasión que no había experimentado antes, salvo algunas raras veces. Durante muchos días, Juan se entregó a esos nuevos problemas: el carácter absoluto del mal; el hecho de que los hombres insensatos o miserables, pudiesen ser dignos de piedad y, a su modo, criaturas hermosas. No buscaba una solución intelectual, sino una verdad viva.

-Quiero ver mi propio destino, y la triste situación de la especie normal, como he visto siempre, en mi infancia, los golpes, las quemaduras, los desengaños. Me deleitaban sus formas definidas, y su relación con el resto de las cosas, y la forma en que, cómo decirlo, profundizaban y vivificaban el universo. Profundizan y vivifican el universo. Esos es lo principal. Pero no se trata de comprender, sino de ver y sentir.
*
Una vez, mientras hablaba de finanzas, se interrumpió para decir:

-Esa muchacha se está riendo de mí, a pesar de su cara solemne. Nunca se ríe, pero sólo en apariencia. Ahora dime, Lo ¿qué te divierte?

Lo respondió:

-Querido e importante Juan, eres tú quien se ríe. Te ríes de tu propia imagen, tal como yo la reflejo.
*
Creí entender que entre el amor de estos isleños y el de las personas normales había diferencias sutiles. Los colonos poseían una mayor conciencia del yo y del prójimo, un mayor desinterés. Lo primero creaba, como es natural, una corriente de comprensión, tolerancia y simpatía mutuas. El amor alcanzaba así una gran intensidad. De vez en cuando emociones primitivas alcanzaban esta comprensión. El desinterés impedía entonces el desastre. La comprensión y la generosidad transformaban los conflictos en un estímulo mental.

Misteriosa Buenos Aires/Manuel Mujica Láinez


La Sirena se estira en el agua quieta. Lentamente, angustiosamente, se enlaza a la vieja proa. Su cola golpea contra las tablas carcomidas. Ayudándose con las uñas y las aletas empieza a ascender hacia el Mascarón que, allá arriba, señala el camino de los tesoros. Ya se ciñe a la ménsula rota. Ya rodea con sus brazos la cintura de madera. Ya aprieta su desesperación contra el tronco insensible.

Le besa los labios esculpidos, los ojos pintados. Le abraza, le abraza y por sus mejillas ruedan las lágrimas que nunca lloró. Siente un dolor dulcísimo y terrible, porque el corto tridente se le ha clavado en el seno y su sangre pálida mana de la herida sobre el cuerpo esbelto del Mascarón.

Entonces se oye un grito lastimero y la estatua se desgaja del bauprés. Caen al río, estrechados en una sola forma, y se hunden, inseparables, entre la fuga plateada de los pejerreyes, de los sábalos, de los surubíes.

http://trizaleja.blogspot.com/2010/12/sirena.html

*

Si Margarita prefiere trepar a la copa del naranjo a departir inútilmente con las señoras, eso es asunto suyo. Fernán la comprenderá, porque no por nada son ambos casi niños y los niños se entienden.
Se torna hacia él y en el instante en que va a hablar algo se desprende de la muralla y revolotea sobre sus bucles.
Es un murciélago, negro, peludo, y la pequeña grita de terror. De un brinco, el paje lo espanta. La tiene en sus brazos, trémula, y aprovecha la confusión para ceñirla, para apretar como al descuido con sus manos ávidas esos pechos cuyo nacimiento se insinúa en la gracia de la curva y del hueco breve. Sólo unos segundos dura la escena, pero ello basta. Margarita rechaza a su compañero con un ademán imperioso. Por primera vez ha tenido conciencia de sus senos, de lo que ellos significan. Encendida como una manzana de su huerto, escapa hacia el estrado.
(...)
En cuanto entra la jovencita, los contertulios de percatan de que algo ha acontecido. Es algo muy sutil, algo como un cambio en la atmósfera, como si a la atmósfera se hubiera añadido un elemento nuevo, impalpable y rico.
Margarita pone ambas manos en la armazón de su falda majestuosa y se inclina como un menina de palacio, para hacer la reverencia más perfecta del mundo. don Jacinto de Lariz tuerce la ceja, asombrado, y chasquea la lengua. Se calza los anteojos de cuerno: ¿qué le ha pasado a la niña, a esta niña blanca y rosa, repentinamente deseable, acariciable, adorable?
El paje circula con los refrescos y los vasos que se entrechocan como si quisieran bailar sobre la bandeja labrada.

Ediciones Folio, 2004.

14.12.10

El obelisco gran reloj de sol/Luis Luchi


Las doce de la noche con frío

Es la hora de mirar para los cuatro lados,
el silencio deja pensar.
Un relámpago de luz
recuerda cada sesenta segundos
que llevás pegado en tus paredes
el gris que aguantaste todo el día,
volcando fantasmas de una calle a la otra
para confundirte.
Te divertís un rato
jugando al vigilante de tránsito
con los vientos;
las travesuras de muchacho no te quedan bien.
Si hay algo que no se te puede perdonar
es tu falta de gracia ciudadana
pero podés estar tranquilo, ya nadie te va a sacar,
sos un inmigrante más
a quien se le hizo un lugarcito
y después de un tiempo
se lo deja de sentir
como a un órgano que funciona bien.

Las seis en otoño con lluvia

Envidia de ver caer las hojas
de tener ramas, de tener poros.
Poder mojar los dientes
en esa frescura que huye por tus precipicios.
Lluvia, crepúsculo,
es demasiado aunque sea de piedra,
como no comprender que se está de más,
que nadie lo quiere,
que no se tiene movimiento.
A tu alrededor
los hombres tironean
agitan sus piernas buscando senderos,
no levantan los ojos para implorarte nada,
nada esperan de vos.
Te ven reverente
de espejismo húmedo y envejecido.
El rayo no te turba
y el trueno no se aloja en tus aristas
y no segregás aromas
ni siquiera tenés sexo.
El crepitar de gotas
que conmueve a las enredaderas
no te sacude.
Sospecho que sos hueco.

Las doce en verano

Aguja señalando hacia el sol
y abajo el lento movimiento sigue.
Pasos, autos y calor,
no te han hecho para sombra.
En tu órbita no se dicen palabras de amor
el espacio que te rodea
incita a elevar la voz
y a mover los brazos.
Hay un orgullo de Esfinge
en tu ver pasar la historia,
una soberbia de Nilo
de creerse hermoso y no ser más que lo que se refleja.

Las seis de la mañana en primavera

Hay que ponerse en puntas de pie
para ganar un poco de claridad.
Allí llega, de lado de donde solo
habría que esperar las buenas cosas.
Ser el primero en ver acercar la primavera
y no tener colores para festejarlo.
Un brote sería suficiente
para justificar el renacimiento.
Un solo caracol
con su baba fosforescente
que de lejos se confunda con el rocío.
Una grieta por la cual
las brisas formen voces
con las madejas de suspiros
que provocan los amaneceres.
Pero hoy tu estar de reloj vigilante
tiene algo nuevo.
Tus paredes sirven,
en ellas se puede escribir
muera lo que queremos que muera
viva lo que tiene que vivir.

Eloísa Cartonera, 2010: Buenos Aires.

Poesía francesa de la región de Bretaña/Selección de Chantal Bideau


Pasarela de viento/Marie-Josée Christien

La capa de nubes
traza una curva sin roturas
a ras del agua
a ras del cielo
pasaje y trayecto
entre los mundos
se disponen
en suspenso hacia la desaparición

El acercamiento
del cielo abierto
bisbisea el vacío
en la colecta
de las turbulencia de aire
el pasaje diluye el equilibrio.

El deslizamiento del espacio
dobla
el intervalo
entre la tierra de acá
y la tierra de allá

borde y centro
vacilan
en un espejismo
aparejo de infinito
libre de todo anclaje.


Alain Jégou

En su corazón tiembla la delicada belleza del universo
todos los colores dispersos y los sonidos mezclados
por la naturaleza entusiasmada y todos los seres ruidosos
que chasquean embriagados su materia efímera
el suave rumor de ángeles sus silbatos escuálidos
le embrujan lo insulso y cautivan sus sentidos
con sus refranes jocosos
profusión de risas cloqueantes y trinos revueltos
que humectan su glorieta bajo el velo nocturno
todas las frases carnosas y los poemas en crecimiento
desenfrenan al ras los bordes de su fuente bocona
toda la efímera audacia de sus poses locuaces
su panoplia pin-up y sus fuegos de paja
encendidos por la dicha y la alegría de las glándulas
efusiones hermosas y perfusión de caricias
transporte de emociones en su cuneta limada
por la insolente ternura de los hombres
el deseo que zumba en seres inundados
subyugados por su narcótiva belleza
en todas las líneas y puntos igualmente expandida
que la universal que hace estremecer
brotar y desbordar la vida.


Alain Le Saux

El exilio es un sol velado
el exilio juega a salto de verbo
entre arbustos de recuerdos.

El exilio descubre un grillo
en la voz de un muecín.

El exilio vaga en la ola
fondo de ojo fondo de boca
reconocido en una esquina.

En una mesa de café
en el sopor de las moscas
jugando con la sombra
que avanza entre las voces.

Jugando con el camarero
que da vuelta tras su dique

Jugando con el exilio
y sus cartas grasosas
y sus huesos blancos y rojos.

El agua de los exilios en las pieles
de tambores mudos
en el amarillo pálido de las calles
acostadas
en lo borroso de las buenas noches
dadas con los ojos cerrados.

El exilio no esa brida de animales
perdidos
no los hogares de ceniza fría

¿Cómo decir: execro a los vivos clavados?
¿Cómo sobrevivir en ex-ilio?


Denise Le Dantec

En los funerales de la primavera
sufre
la incertidumbre de la mariposa
en el polvo de su vuelo
como un presentimiento
que tiembla
en el límite.


__________

Oh las paradas de la abeja
en las ramas -de oro
en la incertidumbre de las cunetas
la carroza titubea

__________

Por temible que sea la estación de la muerte
a plena luz
es en el brillo de un alfiler
en el camino
donde nuestra más profunda mirada
ha visto

__________

Abeja
en el seno radiante del frío
muerta o viva
la mano lívida
que la libera
en la ceguera que lastima
de la escarcha


Jean Roger

La aurora es una isla
la luz se esconde
en la promesa de un fruto

En ese humilde condado
golpeado por una trémola claridad
el tiempo vertical se ha detenido

Instante furtivo
un ala de nieve se eleva
entre los valles azules
del deseo la frágil silueta
de un sueño más puro que el sueño
y la noche estrellada de leyendas

Portador del único fuego
que nunca se apaga
camino solo entre las flores
del cielo y guardo en el pecho
la huella fresca de tu paso.


Editorial VOX, 2009, Buenos Aires

1.12.10

Marina Tsvetáeva en Pregúntale al señor de la noche, qué noche es esta


Es bueno ser hermoso, rápido
y con las hogueras burlarse de la oscuridad,
admirar las chispas enloquecidas,
¡y como las chispas, en el vuelo arder!



1908
(15 años de edad)
En http://animalesenbruto.blogspot.com/ traducido por Natalia Litvinova

20.11.10

Librocara Luis Limón



Existen dos laberintos en mi, uno en mi cabeza y otro en mi corazón, las pocas veces que he logrado salir de uno me doy cuenta que estoy en medio del otro, ahora estoy intentando conectar ambos sin querer salir de ellos, sino, destruir las paredes que los conforman y hacer una enorme habitación para verme tal cual soy.


*


De pronto parece que el mundo no girase,la rutina,la costumbre, el tedio... súbitamente me encuentro inmerso en un pantano de egos, en un desierto de afinidades...lo único seguro que tengo hasta ahora, es a mí mismo.Tengo bastante.


*

...turbulencias,torbellinos,marejadas...me golpeó una ola repetidamente,floté,subí, bajé...me mecí en el aire y cabalgué una estrella,me bañé de arena,me tragué burbujas,respiraba flores,traspasé el umbral y rodé por el reino de lo intangible.


*


Desperté como casi todos los días de mi vida con una sonrisa,estaba solo en el cuarto pero podía escuchar las voces de mis tres hijos en el piso de abajo y en la habitación contigua la respiración acompasada del sueño profundo de mi esposa, ¡CUANTA MÚSICA!...y en mi mente, el recuerdo de la noche anterior con grandes amigos. Mi corazón se agitó extrañamente,me siento muy amado.


*


En el micro.Una pareja joven iba haciendo planes para esta noche,les esperaban drinks,dance & sex,de pronto sonó el cel de la chica,se puso un poco seria, "no mames,no me jodas,qué mal pedo"...le avisaron que una de sus mejores amigas, quien estaba muy enferma, acababa de morir.Después de un momento siguieron planeando su gran noche y el pretexto que daría para no ir.


*


Cayó la tarde casi imperceptible... calló la tarde.Y el anochecer de igual manera, pero con otras perspectivas... fotografía,danzón,tinto,agua de... ¿de que?chicas lindas,más fotos,émulos de pachucos bailando pretenciosamente,más tinto,un cigarrillo,un balcón,viento fresco,arroz con leche y en el cielo una sonrisa deslumbrante.


*


Un poco de adrenalina regada en el viento
una carrera a toda velocidad y a ninguna parte
un espejo con mi rostro en fractales
un beso furtivo
una caricia loca
la explosión de mi vientre
la convulsión de mi carne
mi mirada roja
mi aliento ... se pierde.



*


Puedo decir muchas cosas
pero debo callar muchísimas más
para no resquebrajar
la fragilidad del inconciente colectivo
"humano".



*

La pasión por la música, por la perfección, el deleite que provoca inerpretar una melodía, volverse uno con la canción, morir un poco en el escenario al entregarse al ávido público, amante insaciable que bate sus manos agradeciendo la caricia máxima del cantante ... su voz.




*


Dentro de mi hay una presión
que necesita expresión,
pero solo obtengo represión
que deviene en depresión.
¿ Por qué debe ser tan difícil intentar vivir aquello 
que tiende a brotar espontáneamente de mí? 



*




Casualmente tropecé con una foto mía de cuando tenía un año,la miré largamente,repentinamente me sentí conmovido: yo fui un niño ... ¡y miren en lo que me he convertido! Me miré fijamente a mis ojos de niño y la imagen se sumergió en lágrimas... perdóname dije ... no sé porque. Entré en la habitaciòn de mi hijos,que ya dormían y abracé y besé repetidas veces al más pequeño,tal vez pensando que era el niño de la foto.



*


Hoy ...
hace unos momentos,
el viento sobre mi cara,
meció mis cabellos,
me susurró un secreto,
lo inerte cobró vida,
el mundo me pareció inmenso y bello,
el brillo de mis ojos volvió día la noche,
mi pensamiento voló hacia el horizonte,
pude oir desde allá el latir de mi corazón,
regresé sonriendo,
la magia de la noche,
percibo muchas cosas ...
entre tantas ...
mi existencia.



*


No es imposible luchar contra lo inevitable, pero es desgastante. Nuestros miedos, egoísmos, desengaños, intolerancia, intransigencia, vanidad, apatía, nuestros apegos ... muchas cosas van sepultando y eclipsando la fuente de luz más brillante que existe: la luz de la razón, la luz del conocimiento ... nuestra luz interior.


*


El tiempo es nuestra constante, la corriente que nos lleva, nuestra dimensión, nuestra atmósfera, vivimos en función de él, nuestra existencia pasa a través de él, la vida es tiempo.
En ocasiones en que estoy muy concentrado haciendo algo, en un momento decisivo, siento  que detengo el tiempo.
Nuestra conciencia entra en una de las habitaciones de la mente: LA ETERNIDAD.

Luis es un padre de familia, esposo, comparsa. Ahora más que nunca, creo que su vocación definitivamente es la elucidación de la vidorria, sus complejidades y el goce de sus placeres tanto íntimos (el compartir, la creación, la contemplación) como explícitos (lo festivo y sensual). En hora buena hombre, sigue escribiendo.


9.11.10

Malas malísimas/Zulima Martínez

Si dejaras de centrar toda la atención de tu obligo, posiblemente encontrarías alicientes por los que no estar siempre molesta. Pero niña ¿qué te ha hecho el mundo? Tomarse la vida tan a la tremenda es una forma de entrar en un coma. Sal a la calle, sonríe porque sí, por nada, por cualquier cosa. Vive con tus errores, no por ellos. Busca para no perderte o piérdete mientras buscas, pero no te escondas de ti misma.


°

A menudo, pasea por oscuras y estrechas calles que suelen oler a humedad, entonces su propia vida le resulta ajena. En estos lugares sin encanto aparente parece que el tiempo se ha detenido. Es como un pequeño milagro, un lujo invisible que una ciudad tan cosmopolita como la suya brinda a todo aquel que se preste a vagar con los ojos bien abiertos entre sus escondrijos.

°

La melancolía es como una gran piedra. Una losa que se inscribe en la memoria y la convierte en un recuerdo infinito y circular que nunca deja de rodar. También es la suma de muchas tristezas silenciadas o de un montón de sueños imposibles. Da igual. Al final, todo acaba siendo una misma cosa que recuerda constantemente las grandes mentiras que representamos.


Este texto que de verdad es Malo, malísimo cayó por mi chamba a las manos que lo pasaron a vuelo de pájaro, pero que se detuvieron abriendo sus pupilas sobre estos tres fragmentos. En fin, de todo lo malo, siempre sale algo bueno.

28.10.10

El idiota/Ciento y pico de cuentos

Una mañana en el consultorio de un psiquiatra, se presentó un paciente, exponiendo su caso:

-Fíjese doctor que todos los días por las noches y también al amanecer sueño con un gran empleo, soy el gerente de una gran empresa y mi sueldo me alcanza para mantener Toda una mansión con infinidad de sirvientes, viajes a Cancún, Acapulco, carros deportivos, mujeres bellísimas y otros lujos.

El doctor lo miró analíticamente, mirada característica de psicólogos y psiquiatras.

-Pues si este sueño lo persigue todos los días, mi amigo, pues ponga manos a la obra trabajando duro y obténgalo.

-Ese es el problema -dijo el paciente-, que cuando intento hacer algo para conseguir mis sueños, me invade el miedo y no puedo, no puedo.

-¡Ah, qué caray! –replicó el doctor-, pues si no puede conseguir su sueño, por más que lo intenta, entonces sustitúyalo. Piense o sueñe con un empleo de menor categoría, una casa más modesta, sus viajes a Oaxtepec, Chapultepec o Xochimilco y un carro compacto y austero.

-Lo he intentado doctor, no crea que no lo he hecho- contestó angustiado el paciente- pero siempre regreso a mi sueño original, no puedo sustituirlo.

-Si no puede sustituirlo, entonces olvídelo.

-Pero es que tampoco puedo…

-Pues si no puede obtener su sueño, no lo puede sustituir y no lo puede olvidar, es usted un idiota, porque sólo un idiota pierde el tiempo y desperdicia la vida soñando con cosas que nunca podrá alcanzar.

Edición familiar a cargo de Jorge Leonel Paz Torres.

11.10.10

Los diez mandamientos del escritor/Stephen Vizinczey



Escribí esto en respuesta a un ruego de Raymond Lamont–Brown, director de Writer’s Monthly, que me pidió algo «lleno de consejos sensatos y prácticos para quienes son en muchos casos novatos en la ocupación de escribir».

1. No beberás, ni fumarás, ni te drogarás.

Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.

2. No tendrás costumbres caras.
Un escritor nace del talento y del tiempo... Tiempo para observar, estudiar, pensar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales.

Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de las personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores.

A la edad de 24 años, tras la derrota de la revolución húngara, me encontré en Canadá con unas 50 palabras de inglés. Cuando me dí cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso de un alto edificio de Dorchester Street, en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mirar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme en un escritor inglés.

Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo bueno, y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de la mujer madura.

No podría haberlo hecho si me hubiesen interesado los trajes o los coches... En realidad, si no hubiera visto otra alternativa que la azotea de aquel rascacielos.
Algunos escritores inmigrantes que conocía trabajaban como camareros o vendedores para ahorrar dinero y crearse una base financiera antes de intentar ganarse la vida escribiendo; uno de ellos posee ahora toda una cadena de restaurantes y es más rico de lo que yo podría llegar a ser, pero ni él ni los otros volvieron a escribir.

Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No hay que atormentarse con ambiciones contradictorias.

3. Soñarás y escribirás y soñarás y volverás a escribir.

No dejes a nadie decirte que estás perdiendo el tiempo cuando tienes la mirada perdida en el vacío. No existe otra forma de concebir un mundo imaginario.

Nunca me siento ante una página en blanco para inventar algo. Sueño despierto con mis personajes, sus vidas y sus luchas, y cuando una escena se ha desarrollado en mi imaginación y creo saber qué han sentido, dicho y hecho mis personajes, tomo pluma y papel e intento relatar lo que he presenciado.

Una vez que he escrito mi relato, a mano y a máquina, lo leo y encuentro que la mayor parte de lo escrito es a) confuso o b) inexacto, o c) tedioso, o d) sencillamente no puede ser verídico. Así, utilizo el borrador mecanografiado como una especie de informe crítico de lo que he imaginado y vuelvo a soñar mejor toda la escena.

Fue este modo de trabajar lo que me hizo comprender, cuando aprendía inglés, que mi principal problema no es la lengua, sino, como siempre, ordenar las cosas en la cabeza.

4. No serás vanidoso.

La mayor parte de los libros malos lo son porque sus autores están ocupados en tratar de justificarse a sí mismos.

Si un autor vanidoso es alcohólico, el personaje de su libro descrito con mayor simpatía será un alcohólico. Este tipo de asunto es muy aburrido para los extraños.

Si crees ser sabio, racional, bueno, una bendición para el sexo opuesto, una víctima de las circunstancias, es porque no te conoces a ti mismo lo suficiente como para escribir.

Dejé de tomarme en serio a la edad de 27 años. y desde entonces me he considerado sencillamente materia prima. Me utilizo del mismo rnodo que se utiliza a sí mismo un actor: todos mis personajes —hombres y mujeres, buenos y malos— están hechos de mí mismo, más la observación.

5. No serás modesto.

La modestia es una excusa para la chapucería, la pereza, la complacencia; las ambiciones pequeñas suscitan esfuerzos pequeños. Nunca he conocido a un buen escritor que no intentara ser grande.

6. Pensarás sin cesar en los que son verdaderamente grandes.

«Las obras del genio están regadas con sus lágrimas», escribió Balzac en Ilusiones perdidas. Rechazo, mofa, pobreza, fracaso, una lucha constante contra las propias limitaciones..., tales son los principales sucesos en las vidas de la mayoría de los grandes artistas, y si aspiras a conseguir su destino debes fortalecerte aprendiendo de ellos.

Yo me he animado con frecuencia al releer el primer volumen de la autobiografía de Graham Greene, Una especie de vida, que trata de sus primeras luchas. También he tenido ocasión de visitarle en Antibes, donde vive en un pequeño piso de dos habitaciones (un lugar diminuto para un hombre tan alto) con los lujos de un aire suave y una vista del mar, pero pocas posesiones aparte de libros. Parece tener pocas necesidades materiales, y estoy seguro que esto tiene algo que ver con la libertad interior que emana de sus obras. Aunque afirma que ha escrito sus «entretenimientos» por dinero, es un escritor dirigido por sus obsesiones sin hacer caso de modas cambiantes e ideologías populares, y esta libertad se comunica a sus lectores. Uno se siente liberado del peso de los propios compromisos, al menos mientras lo lee. Esta clase de logro sólo es posible para un escritor de costumbres espartanas.

Ninguno de nosotros tiene oportunidad de conocer personalmente a muchos grandes hombres, pero podemos estar en su compañía leyendo sus memorias, diarios y cartas. Hay que evitar, sin embargo, las biografias, en especial las que han sido convertidas en películas o series de televisión. Casi todo lo que nos llega sobre los artistas a través de los medios es pura palabrería, escrita por perezosos autores mercenarios que no tienen la menor idea del arte ni del trabajo duro. Un ejemplo reciente es Amadeus, que intenta convencernos de que es fácil ser un genio como Mozart y muy difícil ser una mediocridad como Salieri.

Hay que leer, en cambio, las cartas de Mozart. En cuanto a literatura específica sobre la vida del escritor, yo recomendaría Una habitación propia, de Virginia Woolf; el prefacio de La dama morena de los sonetos, de Shaw; Martin Eden, de Jack London, y sobre todo, Ilusiones perdidas, de Balzac.

7. No dejarás pasar un solo día sin releer algo grande.

En mi adolescencia estudié para ser director de orquesta, y de mi educación musical adopté una costumbre que considero esencial para los escritores: el estudio constante y diario de las obras maestras. La mayor parte de los músicos profesionales de dicha categoría conocen de memoria centenares de partituras; la mayor parte de los escritores, en cambio, sólo tienen el más vago recuerdo de los clásicos, lo cual explica que haya más músicos expertos que escritores expertos. Un violinista que poseyera la técnica de la mayor parte de los novelistas publicados no encontraría nunca una orquesta en la que tocar. Lo cierto es que sólo absorbiendo las obras perfectas, los modos específicos inventados por los grandes maestros para desarrollar una toma, construir una frase, un párrafo, un capítulo, se puede aprender todo lo que hay que aprender sobre la técnica. Nada de lo que ya se ha hecho puede decirte cómo hacer algo nuevo, pero si comprendes las técnicas de los maestros tienes más posibilidades de desarrollar las propias. Para decirlo en términos de ajedrez: aún no ha existido un gran maestro que no conociera de memoria las partidas de campeonato de sus predecesores.

No se debe cometer el error común de intentar leerlo todo para estar bien informado. Estar bien informado sirve para brillar en las fiestas, pero resulta absolutamente inútil para un escritor. Leer un libro para poder charlar sobre él no es lo mismo que comprenderlo. Es mucho más útil leer una y otra vez unas cuantas novelas hasta comprender por qué son buenas y cómo las han construido los escritores. Hay que leer una novela unas cinco veces para comprender su estructura, qué la hace dramática y qué le presta ritmo e impulso. Sus variaciones en compás y escala de tiempo, por ejemplo: el autor describe un minuto en dos páginas y luego cubre dos años con una frase... ¿Por qué? Cuando hayas comprendido esto sabrás realmente algo.

Cada escritor elegirá sus propios favoritos entre aquellos de quienes cree que puede aprender más, pero desaconsejo con firmeza la lectura de novelas victorianas, que están infestadas de hipocresía e hinchadas de redundancias. Incluso George Eliot escribió demasiado sobre demasiado poco.

Cuando te sientas tentado de escribir cosas superfluas deberás leer los relatos de Henrich von Kleist, quien dijo más con menos palabras que cualquier otro escritor en la historia de la literatura occidental. Lo leo constantemente, así como a Swift y a Sterne, a Shakespeare y a Mark Twain. Por lo menos una vez al año releo algunas obras de Pushkin, Gogol, Tolstoi, Dostoyevski, Stendhal y Balzac. A mi juicio, Kleist y estos novelistas franceses y rusos del siglo XIX son los más grandes maestros de la prosa, una constelación de genios no superados, como los que encontramos en la música, de Bach a Beethoven, y todos los días intento aprender algo de ellos. Esta es mi técnica.

8. No adorarás Londres–Nueva York–París.

Conozco a menudo aspirantes a escritores de lugares apartados que creen que las personas que viven en las capitales de los medios de comunicación tienen sobre el arte alguna información interna especial que ellos no poseen. Leen las páginas de críticas literarias, ven programas sobre arte en televisión para averiguar qué es importante, qué es el arte en realidad, qué debería preocupar a los intelectuales. El provinciano suele ser una persona inteligente y dotada que acaba por adoptar la idea de algún periodista o académico de mucha labia sobre lo que constituye la excelencia literaria, y traiciona su talento imitando a retrasados mentales que sólo tienen talento para medrar.

Aunque no hay razón para sentirse aislado. Si posees una buena colección de ediciones en rústica de grandes escritores y no dejas de releerlos, tienes acceso a más secretos de la literatura que todos los farsantes de la cultura que marcan el tono en las grandes ciudades. Conozco a un destacado crítico de Nueva York que no ha leído nunca a Tolstoi, y además está orgulloso de ello. No hay que perder el tiempo, por tanto, preocupándote por lo que está de moda, del tema idóneo, el estilo idóneo o qué clase de cosas ganan los premios. Cualquier persona que haya tenido éxito en literatura lo ha conseguido en sus propios términos.

9. Escribirás para tu propio placer.

Ningún escritor ha logrado jamás complacer a lectores que no estuvieran aproximadamente en su mismo nivel de inteligencia general, que no compartieran su actitud básica ante la vida, la muerte, el sexo, la política o el dinero. Los dramaturgos son afortunados: con ayuda de los actores pueden extender su mensaje hasta más allá del círculo de los espíritus afines. No obstante, hace sólo un par de años leí en los periódicos americanos las críticas más condescendientes de Medida por medida..., la obra en sí, ¡no la producción! Si Shakespeare no puede complacer a todo el mundo, ¿por qué intentarlo siquiera nosotros?

Esto significa que no vale la pena que te esfuerces por interesarte en algo que te resulta aburrido. Cuando era joven perdí mucho tiempo intentando describir vestidos y muebles. No sentía el menor interés por los vestidos ni por los muebles, pero Balzac experimentaba hacia ellos un apasionado interés, que consiguió comunicarme mientras le leía, así que pensé que debía dominar el arte de escribir excitantes párrafos sobre armarios si quería ser algún día un buen novelista. Mis esfuerzos estaban condenados, y agotaron todo mi entusiasmo por aquello que me había propuesto escribir en primer lugar.

Ahora sólo escribo sobre lo que no me interesa. No busco temas: cualquier cosa en la que no pueda dejar de pensar es mi tema.

Stendhal dijo que la literatura es el arte de la omisión. y omito todo lo que no me parece importante. Describo a las personas sólo en los términos de aquellas de sus acciones, afirmaciones, ideas, sentimientos, que me hayan escandalizado–intrigado–divertido– deleitado a mí mismo o a otros.

No es fácil, por supuesto, ser fiel a lo que realmente nos importa; a todos nos gustaría ser considerados personas llenas de curiosidad por todo. ¿Quién asistió jamás a una fiesta sin fingir interés por algo? Pero cuando escribes tienes que resistir la tentación, y cuando lees lo que has escrito debes preguntarte siempre: «¿Me interesa de verdad esto?».

Si te ves a ti mismo —a tu yo verdadero, no a un concepto imaginario de ti mismo como la más noble de las personas que sólo se preocupan por los niños hambrientos de Africa—, tienes la posibilidad de escribir un libro que agrade a millones. Esto es así porque, quienquiera que seas, hay en el mundo millones de personas más o menos parecidas a ti. Pero nadie quiere leer a un novelista que no piense realmente lo que escribe. El éxito editorial más ramplón tiene una cosa en común con una gran novela: ambos son auténticos.

10. Serás difícil de complacer.

La mayoría de los libros nuevos que leo se me antojan a medio terminar. El escritor se contentó con hacer su trabajo más o menos bien, y luego pasó a algo nuevo.

Para mí, escribir empieza a ser emocionante de verdad cuando vuelvo a un capítulo un par de meses después de haberlo escrito. En esta fase lo miro menos como autor que como lector, y por muchas veces que reescribiera originalmente el capítulo, todavía encuentro frases que son vagas, adjetivos que son inexactos o superfluos. De hecho encuentro escenas enteras que, aunque ciertas, no añaden nada a mi comprensión de los personajes o de la historia y, por consiguiente, pueden eliminarse.

Es en este punto cuando examino el capítulo durante el tiempo suficiente para aprendérmelo de memoria —lo recito palabra por palabra a cualquiera dispuesto a escuchar— y si no puedo recordar algo, suelo descubrir que no era correcto. La memoria es un buen crítico.