9.11.10

Malas malísimas/Zulima Martínez

Si dejaras de centrar toda la atención de tu obligo, posiblemente encontrarías alicientes por los que no estar siempre molesta. Pero niña ¿qué te ha hecho el mundo? Tomarse la vida tan a la tremenda es una forma de entrar en un coma. Sal a la calle, sonríe porque sí, por nada, por cualquier cosa. Vive con tus errores, no por ellos. Busca para no perderte o piérdete mientras buscas, pero no te escondas de ti misma.


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A menudo, pasea por oscuras y estrechas calles que suelen oler a humedad, entonces su propia vida le resulta ajena. En estos lugares sin encanto aparente parece que el tiempo se ha detenido. Es como un pequeño milagro, un lujo invisible que una ciudad tan cosmopolita como la suya brinda a todo aquel que se preste a vagar con los ojos bien abiertos entre sus escondrijos.

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La melancolía es como una gran piedra. Una losa que se inscribe en la memoria y la convierte en un recuerdo infinito y circular que nunca deja de rodar. También es la suma de muchas tristezas silenciadas o de un montón de sueños imposibles. Da igual. Al final, todo acaba siendo una misma cosa que recuerda constantemente las grandes mentiras que representamos.


Este texto que de verdad es Malo, malísimo cayó por mi chamba a las manos que lo pasaron a vuelo de pájaro, pero que se detuvieron abriendo sus pupilas sobre estos tres fragmentos. En fin, de todo lo malo, siempre sale algo bueno.