Una mañana en el consultorio de un psiquiatra, se presentó un paciente, exponiendo su caso:
-Fíjese doctor que todos los días por las noches y también al amanecer sueño con un gran empleo, soy el gerente de una gran empresa y mi sueldo me alcanza para mantener Toda una mansión con infinidad de sirvientes, viajes a Cancún, Acapulco, carros deportivos, mujeres bellísimas y otros lujos.
El doctor lo miró analíticamente, mirada característica de psicólogos y psiquiatras.
-Pues si este sueño lo persigue todos los días, mi amigo, pues ponga manos a la obra trabajando duro y obténgalo.
-Ese es el problema -dijo el paciente-, que cuando intento hacer algo para conseguir mis sueños, me invade el miedo y no puedo, no puedo.
-¡Ah, qué caray! –replicó el doctor-, pues si no puede conseguir su sueño, por más que lo intenta, entonces sustitúyalo. Piense o sueñe con un empleo de menor categoría, una casa más modesta, sus viajes a Oaxtepec, Chapultepec o Xochimilco y un carro compacto y austero.
-Lo he intentado doctor, no crea que no lo he hecho- contestó angustiado el paciente- pero siempre regreso a mi sueño original, no puedo sustituirlo.
-Si no puede sustituirlo, entonces olvídelo.
-Pero es que tampoco puedo…
-Pues si no puede obtener su sueño, no lo puede sustituir y no lo puede olvidar, es usted un idiota, porque sólo un idiota pierde el tiempo y desperdicia la vida soñando con cosas que nunca podrá alcanzar.
Edición familiar a cargo de Jorge Leonel Paz Torres.