Un grupo de científicos encierran gaviotas, currucas y otras aves en jaulas dentro de cuartos cerrados. Las dejan a oscuras donde no se ve el cielo. Estudian los mecanismos migratorios. Con la llegada de Octubre las aves se agitan, se lanzan contra las paredes, las envuelve el propio deseo. Las gaviotas son las primeras en morir al estrellar repetidas veces la cabeza contra los barrotes. Las currucas se detienen patas para arriba y tiemblan incesantes. Finalmente las matan las sombras.
Concluyen que la presencia del polo magnético se percibe en la sangre.