Un día como hoy de hace 27 años fui despertado por una explosión toroidal, nervioso corrí con mi madre para avisarle, al llegar me di cuenta que la explosión era de colores y provenía de donde estaba ella. Era una gran conciencia que acababa de corporizar independizándose del físico que la retenía, fue tan brillante ese alumbramiento que me dejó ciego y por más que me decían ven a ver no lograba yo hacerlo, hasta que dejé que me guiara el oído de mi corazón y al llegar al origen regresó a mi la vista con lagrimas prismáticas y observé una mirada que me hablaba... desde ese día se tatuó en mi corazón y tengo la bendición de seguir viendo como se desarrolla y se expande.